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Fin de semana

Soria antiestrés

Comida casera en Tiermes, noches en el castillo de Somaén, los buitres y el sosiego en una ruta castellana

El sitio arqueológico de Tiermes, cerca de Montejo de Tiermes (Soria).
El sitio arqueológico de Tiermes, cerca de Montejo de Tiermes (Soria).Valentín Rodríguez

Soledad, silencio y frío. Es lo que le espera a quien se adentre por tierras de la provincia de Soria en pleno invierno y durante buena parte del año. Desde hace siglos muchos pueblos en Castilla agonizan. Algunos convertidos ya en fantasmas, pronto para siempre, pues algún día no muy remoto la tierra y la maleza, hambrientas de pura sed, acabarán por tragárselos. Sin embargo, esa soledad, ese silencio y ese frío que envuelven estas comarcas reconfortan el alma del que viene huyendo de una gran ciudad. De esas arterias llenas de anuncios parpadeantes y atronadores por las que vagan miles de personas día y noche. ¿En busca de qué? ¿De un reloj último modelo que da la misma hora que el viejo? En busca de nada.

Solo entrar en la carretera que desde Ayllón conduce a Montejo y a las ruinas de Tiermes es un alivio para los sentidos. No hay estridencias en el paisaje. Ni en los colores ni en las formas. Tampoco en los sonidos. Solo se escucha el viento, alguna esquila y de vez en cuando el chillido de un pájaro. Aquí se respira paz. Una paz profunda. La que los buitres que anidan en la zona y planean sobre los páramos saben transmitir mejor que las célebres mensajeras del aire, tan ruidosas y beligerantes. Con su vuelo lento y amplio. Con ese suave, aunque nítido, rumor de las plumas cuando remontan gracias a una corriente de aire cálido.

Posada Real de Santa Quiteria, en Somaén (Soria).
Posada Real de Santa Quiteria, en Somaén (Soria).

Tiermes ha cambiado bastante en las últimas décadas. Juan Manuel de Pablo, el dueño del hotel Termes, ha sabido convertir lo que en su origen era una simple venta digna de un relato cervantino en un agradable refugio que ofrece reposo y alimento, respetando el entorno, no solo natural, sino también arqueológico, al construirlo según patrones de la antigua arquitectura romana. Aquí, junto a la enorme chimenea y unas graciosas jaulas con reproducciones de vasijas, se come como no se come ya en casi ningún sitio de España. Como se comía antes en los lugares en los que se cocinaba con cariño y no se sableaba al cliente por un plato casero. Conejo a la brasa, ensalada de bacalao, tarta de queso. Y su famoso orumiel.

Manolo, con su esposa, María, la búlgara, que hace un bizcocho como los de mi infancia, una especie de Marmorkuchen, cual esponjoso mármol veteado con su filón de chocolate en mitad de la masa de vainilla, y sus simpáticos asistentes cumplen una valiosa función social. En su comedor no solo se reúnen forasteros venidos de lejos, también los arqueólogos que excavan y restauran los restos del asentamiento celtíbero conquistado por Roma. Y Armando, con su coleta, larga como su alegría, quien, desplazado de la ciudad por los avatares de la vida, ahora se encarga de vigilar el pequeño museo. O cabreros como Paquillo, un hombre que lleva toda la vida cuidando del ganado y al que en la mirada y en el cabello se le han enredado esos encajes grises que dan la soledad, el silencio y el frío más pertinaces, esos que caen sobre estos parajes en cuanto oscurece y no se ve más que una luz en kilómetros y kilómetros, arrebujada entre las guedejas de la niebla.

El viajero que no quiera cruzarse con nadie durante horas puede, dejando a un lado las interesantísimas ruinas, pasear junto a las paredes de piedra roja que bordean los caminos, contemplando los buitres, sus nidos y comederos. Hay a quien le gusta llevarse un recuerdo de cada sitio. Algo barato. Y que ocupe poco. Una palabra nueva, por ejemplo. Poyato. Bancal llano de cultivo en un terreno en pendiente. Aquí hay muchos. En los roquedales que sirven de otero a las rapaces.

Javier Belloso

Paredes de granito

Medinaceli, en un alto, marca la frontera entre el mundo más pobre de Tiermes y el que nos aguarda un poco más allá, también en el sur de la provincia: Somaén, localidad que tuvo la suerte de topar con otro hombre emprendedor. Otro Manuel. En los ochenta, Manuel de la Torre, arquitecto y constructor, compró al Estado en subasta un par de castillos en ruinas, uno de los cuales corona la parte más alta de este enclave soriano que parece el Gran Cañón del Colorado en Castilla. Cuando por fin consiguió la licencia, la Guardia Civil detuvo las obras por una denuncia. Poco después parte del castillo se derrumbó sobre el cementerio. Los vecinos, todos a una, pidieron que prosiguiera la reconstrucción. De la Torre acondicionó así la que durante un tiempo fue su vivienda familiar, ahora uno de los hoteles más singulares de España. Por sus espectaculares vistas y sus cuestas empinadas, que sobrevuelan los buitres. Y porque las pocas habitaciones y cada rincón de la Posada Real de Santa Quiteria guardan paredes esculpidas en granito traídas de alguna casona amenazada de demolición, balcones de reja del siglo XVI, camas de madera antigua con dosel, espejos y visillos del XIX, bustos romanos… El comedor y el jardín tienen un aire francés. Una pareja formada por dos gallegos atiende al huésped. Pilar hace un delicioso bizcocho de zanahoria. José Daniel a algunos afortunados les sirve un rico orujo de café blanco de su Ourense natal. En la carta, unos raviolis de chuparse los dedos. Con tomate natural y salsa blanca.

También este hotel cumple una función social, pues gracias a él Somaén está vivo. Se han rehabilitado muchas casas a su alrededor, en las faldas del peñasco sobre el que se asienta. Con cuidado y buen gusto. De aquí también nos podemos llevar una palabra como recuerdo. Más solemne, dramática. Tenebrario. En la oscuridad del castillo se puede ver uno de esos candelabros triangulares con 15 cirios dispuestos de forma escalonada que se van apagando de uno en uno durante el Oficio de Tinieblas.

Berta Vias Mahou es autora de Yo soy El Otro (Acantilado, 2015), premio Gonzalo Torrente Ballester de novela.

Guía

nformación

» Hotel Termes (www.hoteltermes.com; 975 35 20 55). Tiermes. La habitación doble, desde 62 euros.

» Posada Real de Santa Quiteria (www.posadasantaquiteria.com; 975 32 03 93). Somaén. La habitación doble, 132 euros con desayuno.

» www.museodetiermes.es.

» Turismo de Soria (www.sorianitelaimaginas.com).

» www.turismocastillayleon.com.

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