Paseo por la Canterbury medieval
La ciudad del condado de Kent conserva el legado que la convirtió en una de las villas más importantes del medievo británico
El peregrino se aproxima por la antigua vía romana Watling Street, la ruta Southwark desde Londres, con bastantes kilómetros a cuestas y las piernas desfallecidas. Se topa con las Westgate Towers, en el flanco oeste de la muralla, y accede al corazón adoquinado de Canterbury. Ya está más cerca del relicario del arzobispo Thomas Becket, cuyo asesinato en 1170 hizo que la ciudad se convirtiera en uno de los centros de peregrinaje más importantes del medievo.
El viajero moderno solo tiene que tomar el servicio ferroviario de alta velocidad desde la estación londinense de St. Pancras y en poco menos de una hora se halla en Canterbury. Pero el recibimiento es el mismo. Las Westgate Towers son la puerta medieval más antigua de Inglaterra y lleva dando la bienvenida a los viajeros desde 1381. Es el único postigo de la ciudad que se mantiene en pie gracias a que actuó como cárcel hasta el siglo XIX. Ahora, la zona defensiva ha dado paso a un museo que además cuenta con una de las mejores vistas del municipio desde lo alto de la atalaya. Por su parte, el centro penitenciario se ha reconvertido en uno de los bares de moda, One Pound Lane, donde se puede disfrutar de una copa en una de las antiguas celdas del edificio.
Durante el medievo Canterbury brilló comercialmente. Su estratégica localización entre Londres y el Canal de La Mancha explica el desfile de reyes, caballeros, monjes, peregrinos y comerciantes que hicieron prosperar a la ciudad. Actualmente, High Street, su arteria principal, sigue recordando el bullicio de aquellos tiempos desde primeras horas de la mañana. El visitante se sumerge en un mar de gente rodeado de negocios variopintos hasta que llega al minúsculo puente del Rey, que cruza el río Stour y aglutina diversas pistas medievales.
Canterbury desde el río
A la izquierda, una réplica de una silla de tortura utilizada en épocas pasadas para ahogar a noctámbulos y “mujeres de fama diabólica” es hoy un atractivo para los que se deciden por un paseo en barca por el río. Las aguas tranquilas permiten recorrer la ciudad disfrutando de otros vestigios medievales, como el Blackfriars, un monasterio dominicano que se instaló a finales del siglo XIII muy cerca de donde hoy se eleva el moderno teatro Marlowe.
En el puente del Rey, el Stour se esconde bajo el Eastbridge Hospital, fundado en el siglo XII para acomodar a los peregrinos. El hospedaje, que puede ser visitado en la actualidad, cuenta con una sala abovedada donde los hombres dormían en camas de esparto y a los que se les reconfortaba con un trozo de pan y cerveza. En la planta superior del edificio se encuentra el antiguo comedor, presidido por un mural religioso del siglo XIII, así como una capilla que también hizo las veces de aula.
No muy lejos de allí, en Stour Street, se encuentra otro de los viejos edificios de Canterbury. El extinto Hospital Medieval de los Curas Pobres es ahora el Museo del Patrimonio. Tras sus paredes de piedra y tiza, y bajo sus conservados techos de viga de roble, ofrece un recorrido histórico de Canterbury que descubre varios periodos: desde sus inicios como centro de peregrinaje hasta los bombardeos de la II Guerra Mundial, pasando por la época victoriana o el tiempo en el que la ciudad fue refugio para los hugonotes.
Cuéntame un cuento
En la calle St. Margaret hay otra parada irresistible parar retroceder a tiempos medievales. El Museo de los Cuentos de Canterbury homenajea la obra homónima de Geoffrey Chaucer, el poeta más conocido del medievo inglés. El espacio recrea estampas de la Canterbury medieval y gracias a una audioguía el visitante realiza su propio peregrinaje acompañando a los personajes de Chaucer, mientras escucha fábulas como la del bulero, la comadre de Bath o el molinero.
El paseo medieval se alarga en la búsqueda del relicario de Thomas Becket. En Mercery Lane se alza la vista para recoger el retrato de una calle que desemboca en la catedral. Allí estaba la famosa posada Chequers of Hope, donde muchos de los peregrinos, los de la obra de Chaucer incluidos, hicieron noche. Hoy, detrás de los vastos muros hay un conglomerado de negocios en uno de los puntos más alborotados de la ciudad.
La puerta de Christchurch, erigida en 1517 para conmemorar el matrimonio del principie Arturo con Catalina de Aragón, es la entrada a los terrenos catedralicios. Tras superar el dintel de la puerta se contempla la Catedral de Canterbury, patrimonio mundial desde 1988, y que en 1220 ya había recibido a unos 10.000 peregrinos. En la actualidad, al llegar a la Capilla de la Trinidad no está el relicario de Becket, pero una vela siempre encendida recuerda el lugar donde se levantaba el emblema que tantos miles de peregrinos visitaron en tiempos pasados y que fue mandado destruir por Enrique VIII en su ruptura con la iglesia católica romana.
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