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Trotamundos

El viaje de Ulises

Además de mangas y peluches, la escritora y periodista Luna Miguel se trajo de Tokio un recuerdo muy especial

La escritora y periodista Luna Miguel.
La escritora y periodista Luna Miguel.

Cuando era pequeña, la escritora y periodista Luna Miguel, que está a punto de publicar el ensayo El dedo. Apuntes sobre la masturbación femenina (Capitán Swing), era aficionada al anime. Todavía conserva carpetas con sus primeros dibujos manga. A pesar de eso, Japón no estaba en su lista de deseos viajeros. Acabó visitando el país el verano pasado y volvió con un souvenir muy particular.

Seguro que tenía Japón como uno de sus grandes objetivos…

Pues la verdad es que no. Cuando nos pusimos a planear las vacaciones del verano pasado mi marido y yo, acababa de perder un embarazo, estábamos muy tristes y pensamos en ir lo más lejos posible. Encontramos una oferta a Japón y pensamos: “Venga, va, vayamos a la otra punta del mundo”.

Todo el que va a Japón acaba dividido en dos bandos irreconciliables. Están “los de Tokio” y “los de Kioto”. ¿Usted?

Pues a Kioto fuimos poco tiempo y además tengo un recuerdo extraño de una pelea marital. Estás en un sitio perfecto y precioso, en un ryokan clásico, vestida con un quimono y con una gente haciéndote la ceremonia del té. Y además te has gastado un pastón para que todo sea así de perfecto. Y resulta que estás enfadada con tu marido por una tontería tipo que alguien se ha olvidado de mirar unos horarios de autobús. Pero, vaya, fue la única pelea, el resto del tiempo reinó la armonía y la felicidad. En Kioto, además de los templos, visitamos un museo del anime. Te dejan hasta primeras ediciones de Son Goku encuadernadas y me encantó ver mangas del año en que nací, 1990.

¿Hizo más peregrinaciones de fan?

En el barrio de Akibahara, en Tokio, que se considera el centro de la cultura otaku, me hice con todas las cosas que encontré de Sailor Moon, mis dibujos preferidos de pequeña. Me dejé 50 euros en un peluche del gato Luna, una edición especial de los noventa.

La tentación consumista acecha por todas partes en ese país.

Desde luego. Encima estaban de rebajas. Pero ahora estoy encantada porque todos los vestidos que me compré allí eran como con vuelo y son los únicos que me caben actualmente que estoy embarazada de casi ocho meses.

¿Ocho meses, dice?

Sí, sí. Ulises, que así se llamará el niño, surgió en Japón, así que siempre guardaremos un recuerdo especial de ese viaje. Tendremos que volver con él algún día.

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