Una mañana en Formigal

Un único forfait para dos estaciones. Seis valles. Ciento setenta y seis kilómetros de pistas y 37 remontes, de ellos tres telesillas de seis plazas y uno de ocho, único en España. Un paisaje espectacular en un valle rodeado por cumbres de tres mil metros y plagado de pueblos con sabor pirenaico. Así es la oferta de nieve este invierno de Formigal-Panticosa, en Huesca. Pero también una montaña sensible al viento por su situación geográfica y muy concurrida en fines de semana por su relativa cercanía a Madrid y otras ciudades. Si se quiere recorrer en una mañana, mejor empezar pronto. La recompensa, poca gente y nieve recién pisada.

09.45 El descenso 'bandera'

Estamos a unos 2.200 metros de altitud, muy cerca del pico Tres Hombres, una de las cimas emblemáticas de Formigal. El día es radiante y la temperatura algo por debajo de cero grados. Desde aquí vemos cómo se levanta el Pirineo por el Oeste, desde las montañas navarras al imponente Midi d'Ossau y los primeros tresmiles: Balaitus, Picos del Infierno, Garmo Negro… Si algo caracteriza al valle de Tena es su paisaje de postal. Para llegar aquí hemos tomado el telesilla Sallent, de ocho plazas, y el telesquí Tramacastilla. Desde este punto hasta la base en Sextas hay 726 metros de desnivel siguiendo la pista Descenso, el trazado bandera de la estación. Es una pista homologada para pruebas de supergigante y descenso y de hecho aquí se han celebrado finales de Copa de Europa; a primera hora y con la nieve por estrenar es una delicia para esquiadores de nivel medio y alto. Algunos giros iniciales y pasos más estrechos conducen después a unas laderas amplias antes de abordar un muro en la zona intermedia, notablemente más inclinada, que le da el carácter de competición a la pista. Pasado ese subidón de adrenalina los esquís discurren plácidamente por pendientes amplias, siempre de nivel medio, para volver al inicio con pocos esquiadores todavía porque el flujo de clientes es más de subida que de bajada.

10.30 La mejor nieve natural

Avanzando hacia la frontera francesa entramos en el segundo valle de la estación, Izas. La Rinconada del Cantal, encajada entre los picos Royo y Tres Huegas, suele recoger la mejor nieve natural (no producida) de toda la estación. Tres telesquís dan acceso a numerosas pistas de dificultad media y alta. Quienes deseen emociones intensas pueden elegir las palas de Escarra, de inclinación fuerte pero asequible; los más tranquilos o los debutantes disfrutarán más en la pista Sarrios, azul, que con un faldeo suave y prolongado devuelve a la base de los tres arrastres. Las vistas desde lo alto de los remontes son fabulosas, especialmente desde el collado de Izas; este punto marca una divisoria de aguas y sus laderas pertenecen ya al vecino valle del Aragón. Si el día es soleado y hay apetito, la cabaña de Izas, en plena nieve, es un buen lugar para hacer un alto. Y si no, un poco más abajo, en una acogedora construcción con forma de iglú se puede tomar un aperitivo o un caldo caliente que en días de frío, como éste en el que estamos, casi apetece más.

11.30 Ideal para familias

En 1997 la estación siguió ganando terreno y entró en el valle de Anayet, antigua zona minera en donde según la leyenda hubo explotaciones de oro. El esquiador que llegue aquí por el telesilla Collado (atención en días de mucho viento porque este remonte es de los que primero se cierran) descubrirá unas lomas suaves que incitan al esquí relajado. Bajamos por la pista Anayet, fácil, ideal para quienes empiezan a soltarse en este deporte. Aunque ya hay muchas personas esquiando no se producen aglomeraciones, el trazado es ancho y cada cual puede encontrar su camino. Más abajo, otras tres pistas azules, equipadas con una cinta transportadora y un telesquí, ofrecen más posibilidades a los debutantes. A pie de pistas hay un importante núcleo de servicios al que también se puede acceder por carretera y que incluye jardín de nieve para niños a partir de dos años y medio (sin pañal), taquillas, alquiler de material, cafeterías y restaurantes. Anayet es un lugar apropiado para familias.

12.00 Llevados por una máquina

Es mediodía pero la nieve resiste el aumento de la temperatura y sigue en buenas condiciones. Así llegamos al pie del último telesilla, Espelunciecha, que da acceso a más de trece pistas en el valle de El Portalet y a una de las atracciones de Formigal, el esquí Ratrak. Estamos a un paso de la frontera con Francia. Aquí se puede uno quitar los esquís y conducir un trineo tirado por perros (media hora, 65 euros, un adulto más un niño) o subirse a un kart de nieve ( 20 euros, diez minutos, para mayores de 14 años). De nuevo sobre las tablas alcanzamos el último collado de la estación, a 2.180 metros, dominado por la presencia apabullante del pico Anayet, que se levanta hacia el cielo como una aguja de piedra y hielo. Unos metros más abajo, una máquina de las que se utilizan para pisar las pistas arrastra a 30 personas en cada viaje como si fuera un telesquí hacia un terreno casi virgen. Hay varias rutas freeride y una pista roja, Pipos, que es la que tomamos y que a medio camino pasa junto a la cabaña de La Glera; en su terraza de madera, rodeada de nieve como un refugio de alta montaña, se puede comer carnes a la brasa disfrutando de bonitas vistas y de una de las zonas más soleadas de la estación.

13.00 El Estrimal, la novedad del invierno

Después de tres horas de esquí, se agradece subir al autobús -gratuito con el forfait- que lleva hasta la estación de Panticosa, 13 kilómetros más abajo en el mismo valle de Tena. Es un servicio nuevo este invierno y que permite esquiar indistintamente en ambas estaciones a condición de tener el pase de Formigal. En 20 minutos estamos allí y tomamos el teleférico que enlaza el pueblo con la cota 1.900, Petrosos; queremos hacer la última esquiada del día y probar la pista Estrimal, inaugurada este año, tras una inversión de dos millones de euros. Tiene 1.300 metros de longitud y 420 de desnivel; es divertida, con varios cambios de dirección y de pendiente y una inclinación media del treinta por ciento. Como en algunas zonas es algo estrecha y empinada, no es un descenso ideal para debutantes. Toda la bajada se hace a través de un magnífico bosque de fresnos, hayas y pinos, y amparados por grandes redes de protección. Veintiocho cañones pueden innivar todo el recorrido, que en general discurre con orientación norte-noreste. La apertura de Estrimal permite volver al pueblo esquiando (antes había que regresar necesariamente en el telecabina) y abre una vía más de evacuación de la estación en caso necesario.