Sanssouci, el Versalles berlinés
Construido entre 1745 y 1747 en Potsdam, a las afueras de la capital alemana, fue la residencia predilecta del rey Federico II el Grande
Las elegantes estancias del palacio de Sanssouci dan buena cuenta de la personalidad de su creador. El rey berlinés Federico II de Prusia, rebautizado como Federico el Grande, era el epítome del despotismo ilustrado del siglo XVIII. Su estrategia militar le hizo todo un líder en el campo de batalla que despertaba la admiración del propio Napoleón Bonaparte, aunque su amigo íntimo fue Voltaire, ya que el soberano dedicaba parte de su vida al estudio de la filosofía, la historia y la poesía. Llegó incluso a publicar varias comedias y parodias en las que ajustaba cuentas con algunos de los miembros de su corte, a los que humillaba públicamente en sus escritos.
Pocos monarcas han definido la historia alemana como Federico el Grande, pero sus marcados puntos de vista construían una polémica forma de ser y de estar que Berlín decidió obviar hace dos años, cuando celebró por todo lo grande el 300 aniversario del nacimiento del monarca. Su rechazo por lo alemán en favor de todo lo escrito en francés, que consideraba más elevado, se materializa también en este palacio de verano situado en Potsdam, a las afueras de la capital alemana. Se construyó entre 1745 y 1747 y fue una de las primeras decisiones que tomó como rey. Desde entonces se convirtió en su palacio de verano y sin duda su residencia favorita, en la que se refugiaba cada vez que se sentía atrapado en un matrimonio que su propio padre concertó tras las reiteradas muestras de desinterés de Federico II por el género femenino. Rodeado de la belleza hecha a su medida murió Federico el Grande en 1786.
La amplitud de sus espacios abiertos y el confort de salones elegantemente amueblados hacen de él un lugar sans souci (sin preocupaciones), como le gustaba decir a este francófilo empedernido. Solo tras dos siglos después de su muerte se pudo ver cumplido su sueño de permanecer enterrado en el que era su paraíso personal, cuando en 1991 se celebró allí una nueva sepultura con más de doscientos mil visitantes que pudieron ver el sarcófago con sus restos. Como no podía ser de otra forma tratándose de esta controvertida figura histórica, el acto llegó con polémica, por la presencia de Helmut Kohl, el entonces canciller de una Alemania recién unificada que permanecía en busca de una guía de comportamiento ante los hechos del pasado.
Si seguimos con esa política de centrarse solo en lo positivo, en el palacio se puede disfrutar de una agradable excursión por el complejo arquitectónico que también incluye la Casa China, la Orangerie o el Palacio de Charlottenhof. En los meses más calurosos (de abril a octubre), es cuando más estancias de los edificios y jardines de Sanssouci quedan abiertas al público.
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