Abducidos en Madrid
Cuatro edificios de otra dimensión para una ruta marciana y sesentera
Ha llegado el momento de olvidarnos de decir “de Madrid al cielo” y bajar la vista para descubrir que los ovnis no están ahí arriba sino aquí en la calle, a ras del suelo, donde hay platillos volantes por toda la ciudad. Dejando a un lado las pesadillas urbanísticas que cruzan la capital de cabo a rabo y más allá del género de terror que nos inspiran, Madrid ha resultado siempre un estupendo plató para el SciFi, la ciencia-ficción de la buena, las películas psicodélicas de los sesenta. Precisamente de aquellos años, cuando aquí aún los taxis eran unos mil quinientos negros y lúgubres como coches de muerto, son estos cuatro edificios hiperbólicos y algo locos, siempre a punto de despegar hacia los confines del universo, girando como calamares a la romana de El Brillante.
Torres Blancas
Llegando a Madrid desde la estratosfera, desde el aeropuerto, lo primero que asalta al visitante son las ya clásicas Torres Blancas. Las torres (que en realidad es una sola y no tiene nada de blanca sino de gris cemento), construidas entre 1961 y 1969 por Francisco Javier Sáenz de Oiza, no han perdido en estos cincuenta años ni un criptogramo de su poder magnético y seductor. Tienen algo de árbol genérico, de nave nodriza a la que se adhieren cientos de pequeñas vainas transparentes de criogenización. No es de extrañar que Jim Jarmusch rodara aquí The Limits of Control en 2009 y que, según corre la leyenda urbana, John Malkovich disponga de un apartamento aquí por el que debe conectarse en un bucle espacial con la cuarta dimensión. Si el exterior de las torres resulta fascinante por su ligereza e ingravidez, el portal llama la atención por lo opresivo y pesado, con un techo del que se desprenden grandes lóbulos blancos, ancestrales y amenazantes.
Corona de Espinas
Otro edificio donde también se ha rodado alguna película es la Corona de Espinas, de Fernando Higueras y Antonio Miró, en la Ciudad Universitaria. Actualmente sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España, empezó a construirse a mediados de los sesenta pero hasta los ochenta no se completó el edificio, obra a medio hacer que el propio Higueras venía a visitar de vez en cuando, a perderse en esa especie de claustro interior, un círculo casi perfecto como la nave de 2001: una odisea del espacio. El gran patio central, como la biblioteca, sugiere una burbuja extrañamente aislada del mundo, cerrada en sí misma y abierta al cielo. Algo así ocurre con la que fuera residencia particular del mismo Higueras, una casa subterránea con un gran lucernario central, donde el arquitecto dio rienda suelta a su imaginación, a su sentido del humor y de la vida y donde dicen que hasta se rodaron películas porno. En la Corona de Espinas no se ha rodado porno, todavía, pero sí la eligió Almodóvar como escenario de La piel que habito y Juanma Bajo Ulloa para una escena de Airbag. Contrariamente a Torres Blancas, aquí los visitantes son bienvenidos y no olvidarán fácilmente esos tejados erizados de púas ni la sensación de ligereza y fragilidad que rodea el vacío perfecto.
Antigua Embajada británica
También circular como una plaza de toros es la antigua Embajada británica (la actual se encuentra en Torre Espacio, en el complejo de las Cuatro Torres Business Center, o los cuatro pendrives por donde entran los virus de la ciudad, como las describe Miguel Noguera). La embajada, de cemento y hormigón, se construyó en 1969 y fue obra del arquitecto inglés W. S. Bryant. Quizás en otra zona de la ciudad habría resultado menos llamativo, pero en el barrio de Almagro el edificio desconcierta como una tuerca del Nostromo encastrada en un bargueño de estilo remordimiento español. De tres plantas y un gran patio interior, sabemos que disponía de un búnker y una piscina soterrada donde en los alegres sesenta debían bañarse las chicas Bond, en bikini y montera, bebiendo gin-tonics de Beefeater. Hoy en día la antigua embajada presenta un aspecto abandonado y algo deteriorado; detrás de los cristales se adivina una escalera de mano por ahí, contenedores de basura por allá; el interfono que recibe a los visitorsde este planeta, fuera de uso, como si la nave inglesa se hubiera quedado atascada a mitad de un salto espaciotemporal. (Actualmente el edificio se vende por 50 millones de nada).
La iglesia de los Mexicanos
Más al Norte, junto al parque de Berlín, está la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe (1963) o de los Mexicanos, inconfundible, de una elegancia algo disparatada como son todos los edificios de Félix Candela (esta de Guadalupe es también obra de Enrique de la Mora y Antonio Torroja). Félix Candela fue campeón de esquí y algo de esa ligereza aérea en el salto se percibe en las parábolas de hormigón que le hacían tan característico, unas hipérboles, o hypers (así las patentó), que parecen levitar, a medio camino entre lo terráqueo y lo cósmico. (En México, adonde se exilió cuando empezó la Guerra Civil, de hecho, construyó el Pabellón de Rayos Cósmicos). El techo del interior de la nave está atravesado por unas vidrieras de motivos aztecas que confluyen en el centro, succionando al visitante hacia el cielo y abduciéndolo al más allá. Al fondo se encuentra una imagen de la virgen de Guadalupe, impartiendo su gracia a diestro y siniestro, que es lo que hacen los santos, efectos especiales de multiplicaciones y levitaciones, también llamados milagros, que es como se conocía la ciencia-ficción, gratis, dos mil años atrás.
» Esther García Llovet es autora de la novela Mamut (Malpaso).
Guía
Información
» Torres Blancas se sitúa en el número 37 de la avenida de América.
» Corona de Espinas es sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España (ipce.mcu.es). El Greco, 4.
» La antigua Embajada británica de Madrid se encuentra en Fernando El Santo, 16.
» Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Puerto Rico, 1.
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