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Playas transparentes en Menorca

De la tranquilidad de Es Talaier a la tierra arcillosa de Cala Pilar, cinco arenales para desconectar en la isla

Una bañista en Cala Macarella, Menorca.
Una bañista en Cala Macarella, Menorca. getty

Mientras que la avalancha turística copa sus islas hermanas, Menorca permanece relativamente ajena a los ecos de civilización que retumban más allá de sus acantilados. La vida en esta tierra es lenta, tranquila y pacífica, características que se reflejan en sus habitantes, que acogen a los foráneos con el desinterés de quien está habituado a ofrecer lo mejor de sí mismo.

Aunque los atractivos de la isla son innumerables –ciudades que cuentan historias, como Ciutadella y Mahón, una gastronomía variada con los quesos de denominación de origen como protagonistas o unas fauna y la flora con las que el conductor del vehículo alquilado ha de pelearse para no dejarse distraer por ellas–, sus salvajes y, a veces, recónditas calas continúan siendo las atracciones más buscadas por quienes se acercan a esta Reserva de Biosfera de la Unesco desde 1993. Visitamos cinco arenales que tatuarán en la memoria del visitante el espíritu milenario y transparente de la isla.

Cala Pilar

La tierra arcillosa que se acumula en esta playa cubre los cuerpos de bañistas convencidos de sus propiedades exfoliantes. El itinerario de acceso, unos 45 minutos a pie, recorre senderos con subidas, bajadas y con alguna que otra cabra montesa. Hay que pararse a contemplar Ets Alocs, una cala anterior característica por su manto de piedra superficial y submarino.

Cala Macarella

Junto a su hermana menor, Macarelleta, sufre la masificación veraniega debido al fácil acceso con coche. No obstante, el disfrute de ambas calas queda asegurado si el visitante madruga para colocar su sombrilla o si espera a los últimos destellos del sol vespertino para acudir a ellas. Mientras Macarella es más familiar, Macarelleta –a la que se puede llegar desde la primera en 10 minutos por un sendero que ofrece las mejores vistas de estas dos playas-, suele acoger a bañistas que practican nudismo y tiene un ambiente más juvenil y alternativo.

Cala Pregonda

Después de una excursión al Faro de Cavalleria, situado a poco kilómetros, apetece un baño en las aguas cristalinas de Cala Pregonda. El trayecto a pie parte desde el aparcamiento de Binimel·là: 30 minutos por el camí de cavalls, el sendero GR que rodea la isla. En Cala Pregonda imperan los pequeños islotes, las gaviotas y, sobre todo, la brisa que sume al visitante en un estado de tranquilidad total.

Cala Mitjana

El parking de acceso se sitúa próximo a Cala Galdana, una de las playas más turísticas de Menorca. Por el contrario, Cala Mitjana ha sabido conservar su magia original al estar separada de la civilización por otro tramo del camí de cavalls de kilómetro y medio, y por tener tres rayitas menos de cobertura. La cala posee una de las arenas más finas y claras de la isla; en sus aguas transparentes podría reflejarse hasta la luna más tímida. Su ubicación en el sur de la isla la hace especialmente tentadora en las últimas horas de sol veraniego.

Es Talaier

Sorprende la escasa presencia de turistas en esta cala situada entre dos playas conocidas como Son Saura y Cala Turqueta. Llegar desde la primera es sencillo y permite disfrutar de una playa que emana esencia mediterránea, aunque el sendero puede resultar algo agobiante en las horas de más calor. La recompensa es una cala de apariencia diminuta pero que se abre al mar a medida que avanza en la roca.

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