Cádiz, a ritmo de chiringuito
En la playa de El Palmar, tumbonas de ratán; en La Barrosa, camas balinesas, y en Los Caños de Meca, alfombras marroquíes en una jaima. Un verano hedonista en la costa gaditana
Playas que obligan a reconfigurar el cerebro..., esos locales de ocio cuya velocidad de cambio es exponencial, ese viento de Levante al que debemos la conservación litoral del embudo del Estrecho; esa magia que se sirve con una sofisticación que va más allá del atún de almadraba y los tradicionales mojitos. De la costa gaditana siempre se esperan cosas así. Además del paroxismo de energía positiva: los últimos rayos del sol desvaneciéndose en la bien llamada Costa de la Luz.
CHICLANA Y CONIL
Chiclana de la Frontera se acaba de erigir en representante del refinamiento chiringuitero. Este 2014 se adjudicaron las nuevas concesiones a 14 años vista exigiendo criterios de excelencia tanto en el diseño —todos apilotados como palafitos— como en el respeto al medio ambiente. El Atenas Playa, en La Barrosa, aporta chic con camas balinesas donde tomar una amplia propuesta de destilados premium. Bajo su pérgola enmaderada sirven salmorejo y presa de jabugo.
Pocos han pisado la isla de Sancti Petri, y eso que su castillo es accesible desde el puerto deportivo de Sancti Petri. Las travesías zarpan a las 12.30 y 18.30 por 15 euros, visita guiada por la isla incluida. Luego, cuando el sol último se ha hundido, podemos optar entre quedarnos en la isla o, frente a las estéticas dunas de la punta del Boquerón, tomarnos un mojito en el Bongo, chiringuito gobernado desde 1991 por Carlos Díaz —descalzo, bigotudo, talante hippy y risueño—, muñidor de eventos musicales los fines de semana.
En Conil de la Frontera se aconsejan los pescados de su lonja, por los que apuesta La Fontanilla (http://lafontanilla.com), restaurante que sigue sin perder la esencia de chiringuito. A 700 metros está la terraza Parque Atalaya para disfrutar con los últimos destellos del sol acariciando el cabo Roche. Y un parque infantil aledaño. En el interior, lámparas con forma de peces iluminan cafés y gin tonics.
EL PALMAR
Adentrarse en El Palmar (Vejer de la Frontera) es tendencia. Por su playa aún no destrozada por el hormigón y por su buenrollismo estival. Los aparcamientos de pago (3 euros el día) hacen su agosto.
Casa Francisco (www.casafranciscoeldesiempre.com) cumplió el año pasado medio siglo satisfaciendo estómagos con el concurso del pulpo asado con patatas violetas, las urtas y el atún —en tataki o mini tartar—.
Donde acaba el asfalto emerge el Alhma Beach Club como una puerta abierta a la naturaleza. A tiro de piedra del arroyo Conilete y de la torre de Castilnovo y su playa naturista; aguardando al encendido de las luces del níveo caserío de Conil. Camas redondas sobre césped artificial ornan este autodenominado Cocktail & Fun Eating, insuperable por su pintona techumbre, obra de Diego Altamirano. En la carta, Dis-tinto de verano con ceviches. También cócteles, según estados de ánimo. La academia de salsa Lázaro Castellón desembarca los jueves y domingos.
Este año La Torre Restaurant & Lounge (www.latorreelpalmar.com) llega renovado, con zona chill out y comedor donde los asientos son columpios. Zumos naturales a elegir: bronceadores, desintoxicantes, energéticos…
Cuando llega el crepúsculo, buen número de veraneantes saltan al cielo, pero sin dejar la playa. Acuden a El Dorado. El diseño disperso de sofás y tumbonas de ratán caracteriza estos 900 metros cuadrados delimitados por madera decorativa: flor de pitas secas y troncos de eucalipto. La iluminación invita a curiosear, a compartir y divertirse entre un sano colegueo de risas, de likes en las redes sociales. Fiesta musical de reggae y soul. De world beats (ritmos del mundo). Los sábados domina la fiesta Sunset y los martes, los bailes latinos. Hay recetas de uno y otro lado del mundo. ¿Nuestro batido favorito? Su delicioso Pachamama. Para los padres jóvenes abre un parquecillo infantil con monitora.
Otro reclamo a la hora de cervecear, esta vez sobre la arena, es el Gurugú.
A 10 kilómetros, el casco antiguo de Vejer de la Frontera es en sí mismo una tentación incesante. El interiorista Gaspar Sobrino ha decorado el Colmado Selecto Palomita, abierto hace un mes, así como el mercado de San Francisco, donde las tiendas se reconvierten por la tarde en suministradoras de delicatessen —sushi o queso payoyo—, que se paladean de pie, junto al bar.
ZAHORA Y LOS CAÑOS DE MECA
La visión de las estructuras tipo cortijo de caña y castañuela suelen deparar locales desinhibidos. Así es el bar-asador Saboy (www.barsaboy.com). No en vano Diego Altamirano es a un tiempo carpintero chocero y propietario. El billar, la chimenea, el escenario, denotan que el tiempo se desliza más despacio. Organizan actuaciones los fines de semana. Al lado abre el Campamento de Verano para Actores (http://muchamyaccion.es). Y es que todos asocian Zahora (Barbate) con Hugo Silva, Carmen Machi o Pepón Nieto. Si seguimos todo derecho, por 900 metros de pista, daremos con la playa de Mangueta, privilegiada por su grado de conservación.
Con un mojito en la jaima
Jaima Meccarola (www.facebook.com/jaimameccarola) es un multiespacio de mil metros cuadrados que mantiene el espíritu festivo de Los Caños de Meca. Asentada en el acantilado desde 1985, disfruta del cabo de Trafalgar como horizonte, si bien en días con poca condensación podremos detener la mirada sobre Tánger (a 42 kilómetros de distancia).
El corte de una concha de nautilus da la bienvenida a estos espacios para distintas horas del día. En la cervecería-asador al aire libre se apuesta por el tartar de atún, la brocheta de mero y la leche frita. Después, a las 16.00, abre la jaima, tapizada con alfombras turcas y marroquíes, y pufs por todo asiento. Al acercarse al ventanal, la música se mezcla con el rumor de las olas. Todo anima a una cena exótica.
De la jaima se crea una comunicación fluida con el gran interior acristalado que señala la aguja de estupa. Sergio Bastida oficia en este espacio discotequero en calidad de programador musical. Algunos toman la escalera a la playa para disfrutar con la luz del faro, que golpea intensa y blanquecina con sus nuevas lámparas de halogenuros metálicos, según nos informa el farero Luis Cernuda. Meccarola es sitio trampolín para ir, por ejemplo, al Good Karma, chiringuito colocado sobre pilotes dado el avance del Atlántico. Curiosa su miniterraza en forma de proa para vivir un momento Titanic.
De camino al Sajorami pasaremos por el gastrobar Arohaz. Cerca, los peces de roca compiten por ser los más apetitosos del expositor del restaurante Venta Curro. El Sajorami Beach (www.sajoramibeach.com) es a Cádiz lo que El Café del Mar es a Ibiza. Ese enclave donde se contempla en grupo la caída del sol, acompañados de actuaciones a menudo de salsa. Lo cierto es que esta playa con palmeras fue imagen de Cádiz en Fitur 2014. De la cena se sale airoso con el tartar de borriquete o la ensalada de tataki de presa ibérica, dentro de una carta de interesantes fusiones asiático-marroquíes.
El de boca en boca ha sido determinante en el éxito de La Cabaña, pizzería de horno de leña que abre solo a la hora de cenar y ocupa el patio con césped de la casa de la cocinera-propietaria Maribel Manso. Mesas iluminadas con velas para la pizza con cabecero de lomo, rúcula y queso parmesano (reservas en el 660 39 81 40). Más pasto, y rodeada de acacias, hábitat del camaleón, propone el chiringuito La Kalima a ritmo chill out. Los bañistas deben respetar las banderas de aviso.
Tomando el desvío al faro de Trafalgar surge la estructura de castañeta y caña del bar Las Dunas (www.barlasdunas.es). Fascina por su dilatada bóveda bajo la que descuella la madera trabajada. La barra, de fresno; tea de pino en las mesas talladas del interior y de sapeli en la terraza; iroko, vigas de castaño…, un caimán de Nueva Guinea. Y un personal atento con los zumos y granizados naturales. En el exterior, cinco puestos que encajan con la personalidad de Los Caños. Venden pulseras, ropa. Y tatuajes de henna, rastas con extensión. Una de las vendedoras muestra el atuendo de Las mil y una noches.
A poco más de un kilómetro bulle de actividad el Mercado de Artesanías —jipilón, para entendernos—, de los más auténticos de la Península. Vendedores que hibernan en Tailandia o Indonesia donde aprovechan para abastecerse. Abre de 18.00 a 1.00.
DE BARBATE A BOLONIA
Para comer en Barbate habremos reservado mesa en el templo del atún de almadraba, El Campero (www.restauranteelcampero.es). Después podremos hacer acopio de salazones y conservas Herpac (www.herpac.com).
En Zahara de los Atunes (Barbate), los más tradicionales empezarán por la Taberna de El Campero, sucursal del restaurante barbateño, volcada más en tapitas y raciones, aunque la calidad del atún es pareja. De calidad estética es el trabajo decorativo con maromas de Antonio El Golfo.
A 150 metros se halla la gastrotaberna Trasteo, que este año sugiere aguachile y tacos del pastor. El crepúsculo nos sorprenderá en La Ballena Verde. Regenta el local Pepe Valencia, pintor (todo el local lo demuestra) y músico, que también se apunta a las jam sessions. El Gran Wyoming y Pablo Carbonell a menudo están o se les espera en esta terraza con un punto bohemio.
No hay sueño más hedonista que la terraza balinesa de El Varadero, en Atlanterra (Tarifa). Tiene mucho de oasis tropical este jardín de papiros, plataneras, pitas, una araucaria y cactus. El sake achampañado se marida con el sushi e invita a festejar escuchando nu disco y deephouse. El 9 y 16 de agosto se celebra la Pink Summer Party. Para escapar por unas horas de esta atmósfera de coolness, esperan las balibeds playeras.
¿Tienen duende las dunas? Las de Zahara impepinablemente. Ahí está La Luna (http://chiringuitolaluna.com), epicentro del flamenquito —generalmente fusionado— de las playas andaluzas; chiringuito que no duerme y en el que hasta los camareros se arrancan por bulerías. ¿Qué sucederá el 23 de agosto cuando suba al escenario Raimundo Amador? “Pues que nos rodearán 2.500 personas”, vaticina Antonio Sánchez El Patilla, factótum de La Luna. Otras citas agosteñas: José el Francés (día 2) y Abraham Sevilla (día 6).
La novedad de este 2014 en la ensenada de Bolonia es la terraza lounge y escuela de navegación Sirocco (www.siroccobolonia.com). Ejerce como escondite con sus hamacas coloristas, megapufs, palés, todo amenizado con actuaciones diarias. Cuenta con opción buceística (www.octopusbuceo.com) para ver peces y viviendas romanas.
TARIFA DESDE VALDEVAQUEROS
Tomar en la N-340 el desvío del kilómetro 73,4 (sin señalización) y continuar 3,6 kilómetros hasta El Tesoro, restaurante montañero que deslumbra con su panorámica de Los Lances y Ceuta, rodeados de vacas y escuchando relinchos de caballos. Parrilla de carbón vegetal para el atún y el pollo de campo. Conviene reservar (956 23 63 68).
Buen camino, se desea en la ruta jacobea; buen viento, desean en Tarifa, destino cada vez más visitado por un público no necesariamente asociado al deporte. La ensenada de Valdevaqueros es el destino soñado, el que garantiza, con la duna de punta Paloma, la seguridad de los kitesurfistas. En Volare (www.tarifawindsurfing.es) trabajan con discapacitados. Cerca está el chiringuito Tangana, de inspiración retro hawaiana, en un sector en el que el tiempo pasa rápido mirando junto a los autóctonos las evoluciones de los kitesurfistas, muchos de los cuales dejaron su pegatina a la entrada. Además de ensaladería, elaboran contundentes hamburguesas de retinto (plato estrella entre los entusiastas de lo acuático), servidas por megafonía no lejos del masajista. Interés adicional tienen las tiendas de ropa, una de la línea playera de Oysho y otra, aprovechando un vagón de mercancías, en la onda bohemian style y hippychic.
Podremos hacer más compras junto a la carretera, en la estilosa Explora, que combina la terraza chill out con vestidos vaporosos, camisetas Melou, mobiliario y artículos de decoración como lámparas de plumas o bulldogs de colores, objetos importados en su mayoría de Bali.
Atravesando un arco de metal accedemos al Tumbao, espacio deportivo y jovial de relax sobre hierba o pufs que crea a su alrededor como un canon tonificante. Chill out repleto de prototipos de belleza, pero no artificios de gym, sino esculpidos sobre el Atlántico. Dispone de menú bufé (10 euros) y barbacoa de tarde —el padre del encargado es carnicero—. “No tenemos wifi: hablen entre ustedes”, se lee en el mostrador. El afterbeach se alarga hasta la hora del concierto, cuando se coloca el escenario junto al talud playero. Concurso de DJ locales (día 1), con aplausómetro. ¿Y qué diremos de Les Castizos? Prometen romper la pana el 15 de agosto.
El Wet Café atrae por sus desayunos, cabaña de coctelería (atención al mojitokio; barbacoas musicales los domingos a las 20.00), pero más aún por tartas como la banoffee de plátano y dulce de leche, que elabora la simpática repostera argentina Lorena Zoppi. Atravesar después la nave de ropa deportiva para contemplar, a través de la cristalera, cómo una suerte de astronautas fabrican tablas personalizadas.
Hay razones de peso para disfrutar la puesta de sol en el Bienstar Beach Club, cuya ubicación junto a la isla de las Palomas no puede ser más estratégica; con un cóctel en mano, como si ver caer el sol por Punta Paloma desde la unión del Mediterráneo y el Atlántico no nos emborrachara lo suficiente. Kevin Doyle mantiene la calidad musical.
Llama la atención qué pocos en Tarifa conocen al joven chef Pablo Sotelino, del restaurante Surla (956 68 51 75). Él cultiva como pocos el desayuno y el brunch, además del sushi a la hora de la cena. Si coincide, regresaremos después al concierto del Bienstar. El 15 de agosto actúan Mo’horizons, y el sábado 23, Canteca de Cacao.
Entrar en la pequeña gran taberna andaluza Anca Curro es asegurarse el gracejo gaditano, a la par que el revuelto de tagarninas o el cerdo ibérico. El Taco Way es el imperio del mojito, que preparan la italiana Bruna Riva junto con sus animosos camareros (las propinas se festejan golpeando las lámparas).
Empotrados en la muralla hay razones de peso para copear. El Pósito, cita ineludible para un primer trago; si además apetece bailar, en La Ruina nos darán las cuatro de la madrugada.
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