La ciudad india a la que fueron a meditar los Beatles
En apariencia tan caótica como el resto del país, todo cambia en Rishikesh al cruzar el Ganges
Muchas ciudades de la India son réplicas a pequeña escala de Nueva Delhi, la capital del país. Bocinazos y pitidos en cada esquina, suciedad que lo invade todo y una sensación de ahogo por estar entre tanta gente. Mis expectativas sobre Rishikesh eran muy altas. Al norte de la India, en las estribaciones ya del Himalaya, esta ciudad atrae cada año a miles de peregrinos y turistas.
Ser un lugar famoso para la meditación y el yoga, tener tantos ashrams (comunidades espirituales) de renombre en los que mucho occidental se dedica al retiro espiritual, incluso peculiaridades como el que no se permita ni la venta ni el consumo de carne o alcohol, envuelven a Rishikesh en un halo de misticismo. Aquí fue también donde vinieron los Beatles en 1968 para meditar con Maharishi Mahesh Yogi y donde compusieron muchas canciones del Álbum Blanco.
Sin embargo, cuando uno llega a Rishikesh siente una gran decepción porque no ve nada que la diferencie del resto de urbes indias. Parece un reflejo del caos en el que se vive en el resto del país: autorickshaws pitando sin mesura, gente amontonada por las aceras… ¡Pura India! Y no la relajación que a uno le venden.
El secreto de esta ciudad se halla en la otra margen del río que baña sus tierras, el Ganges. Para llegar a esa otra Rishikesh, hay que cruzar un puente colgante en apariencia algo inestable, aunque seguro. Son muchos los que se marean debido al balanceo de esta pasarela. Al otro lado, no están permitidos los coches y las vacas campan a sus anchas por un sinfín de senderos y callejuelas que se extienden alrededor de los templos. El piar de los pájaros, santones caminando ensimismados en sus pensamientos y tiendas de artesanía convierten este lugar en un remanso de paz y tranquilidad.
Sin duda, un lugar 100% recomendable. El viajero que llega a Rishikesh disfruta de un ambiente y una conexión que quizás sean únicas en toda la India. Además, esta ciudad es la puerta de entrada a los Himalayas y las vistas son una auténtica joya.
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