Fachadas de fantasía en Barcelona
No son de Gaudí, pero dan pie a un agradable paseo por la insólita arquitectura de la ciudad
Hay un edificio en distrito del Eixample barcelonés que parece mutante. Es tan orgánico que sus paredes y ventanas multicolores se abomban y se diría que está a punto de transformarse en algo nuevo, como lo hiciera la casa de doña Aiuola, aquella que Bastian, el protagonista de La historia interminable, visitaba para redimirse de los males cometidos y volver a ser un niño. Es la Casa Comalat (Còrsega, 316), de Valeri i Pupurull (1911), una de esas joyas modernistas desconocidas para el turismo masivo que satura las grandes obras del paseo de Gràcia. Por si fuera poco, tiene otra fachada completamente diferente que da a la avenida de la Diagonal.
No es el único edificio de la ciudad que se presta a la imaginación. Las calles del ensanche barcelonés contienen muchísimas sorpresas aptas para el paseo relajado pero atento. Simplemente hay que mirar hacia arriba y tener ganas de hacer esta ruta urbana de dos horas.
Muy cerca de la Casa Comalat se encuentra el Palau del Baró de Quadras (Diagonal, 373), celebrada obra de Puig i Cadafalch (1906), semioculta entre los grandes plátanos del bulevar. Mezcla delirante de todos los estilos neo del siglo XIX —véase plateresco, gótico y otros—, es la única que puede ser visitada por dentro. Sede de la Casa Asia, centro especializado en estudios sobre Oriente, ofrece exposiciones, ciclos de cine y conferencias. Y sí, también tiene doble fachada, aunque cuesta creer que ambas pertenezcan al mismo edificio. Por una vez, no obstante, el exceso ecléctico de la avenida Diagonal gana al academicismo modernista de la calle Roselló.
Galerías corridas
Nos dirigimos después hacia la Casa Thomas (Mallorca, 291- 293), construida por Domènech i Muntaner en el año 1898 y reformada en 1912 por Guàrdia i Vial. Se trata de una ostentosa muestra del poder burgués de la Barcelona de principios del siglo XX, con su soberbio vestíbulo y sus galerías corridas de columnas. Es el tipo de edificio que le reconcilia a uno con la idea del progreso económico. Del mismo arquitecto son los maravillosos mosaicos del cercano Palau Montaner (Mallorca, 278), que aloja la Delegación del Gobierno, justo en la esquina con la calle de Roger de Llúria.
Diagonal abajo, la recientemente restaurada Casa Planells (Diagonal, 332), del arquitecto Josep Maria Jujol (1924), viene a ser un edificio a unos balcones pegado. Su plasticidad es insuperable, aprovechando una esquinera en ángulo casi imposible. La fachada principal, con la puerta y las ventanas de diferentes tamaños, es un delicioso ejercicio de patchwork arquitectónico, algo así como un Paul Klee tridimensional.
Giramos sobre nuestros pasos y caminamos ahora hacia la derecha del Eixample, por la calle València, donde encontramos tres edificios que se alejan de la imagen tópica del mosaico y las formas curvas del modernismo gaudiniano. Primero encontramos la Casa Manuel Llopis Bofill (València, 339), de Gallissà Soqué (1910), de presencia extraña y atrayente con sus reminiscencias árabes, sus grandes ventanales y esgrafiados rosados, una versión mediterránea de la vienesa Casa Mayólica de Otto Wagner. El segundo es la Casa Pomar (Girona, 86), de Rubio i Bellver (1906), una especie de lápiz neogótico, casi de chiste. Cuenta con una preciosa tribuna escalonada de cerámica verde sobre la que se sitúa un delicado balcón. También llama la atención el enorme ventanal apuntado en su parte superior.
Finalmente, atravesando ya el paseo de Gràcia y entrando en la izquierda del Eixample, está la Casa Domènech i Estapà (València, 241), del arquitecto homónimo (1911), rara avis entre las construcciones modernistas de principios del siglo XX por su original fachada asimétrica de ladrillo.
Extravagancia orientalista
Quedan más sorpresas. En un cambio de registro genial, un poco más cerca de la plaza de la Universidad se encuentra la colorista Casa Xina (Muntaner, 54), de Guardiola Martínez (1929), una espectacular extravagancia orientalista y de reminiscencias art déco. Si, como en Cazafantasmas, los espectros y su diosa mesopotámica Gozer tuvieran un lugar al que acudir, sería sin duda a este. Ineludible, mi favorita.
Y para acabar, qué mejor que un paseo hacia la Diagonal por la calle de Enric Granados, esa deliciosa vía semipeatonal en la que muchos quisiéramos tener un ático. Al final se halla la Casa Miquel Sayrach (avenida Diagonal, 423-425), construcción de Sayrach i Carreras (1929), de aspecto pétreo y sombrío, incluso a pesar de las claraboyas danzarinas en forma de trébol que adornan el ático. Lástima que el vestíbulo solo se pueda intuir a través de las verjas de la puerta principal. Con sus impresionantes formas cúbicas y óseas parece la nave alien de Prometheus.
¿Un final muy tétrico? Siempre se puede cerrar el círculo y volver a la alegre Casa de doña Aiuola, quizás haya cambiado de forma…
{ "active": true, "code": "1969684", "elementType": "offerExtension", "id": 18, "name": "BARCELONA", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.