‘Chepecletear’: montar en bici por San José de Costa Rica

En la más vieja jerga callejera de la capital costarricense, casi siempre se lanza un Chepe para referirse a la principal urbe de Costa Rica. Decir "voy pa' Chepe" o “vengo de Chepe” es eludir una larga explicación. A todo aquel que en Costa Rica se llame José es común decirle Pepe, pero también Chepe. Y entonces, por añadidura, para soltarse con el más sencillo lenguaje capitalino, es muy fácil decir San Chepe para aludir a la ciudad capital. Y para acortar todo, mejor Chepe, sin el san. En consecuencia, ir a pasear en bicicleta por Chepe es ir a chepecletear y hacerlo a pie, en puro lenguaje tico (a los costarricenses se les llama ticos por su costumbre de añadirle tico al final de muchas palabras) es trolear. Los troles, según los ticos, son los dedos.

Todo esto viene a cuento porque ahora existe en la ciudad un negocio que ofrece un servicio de recorrido nocturno a pata o en bici -todo se abrevia- por el centro capitalino. Efectivamente: ChepeCletas es el nombre de una desafiante oferta urbano. “ChepeCletas es una empresa social joven, dinámica e innovadora que busca impulsar un nuevo San José, promoviendo constantemente la revitalización de la ciudad, una nueva cultura ciudadana y una capital más humana y segura a través del movimiento sin emisiones”, comenta Roberto Guzmán Fernández, uno de los ejecutivos de la firma.

“Buscamos que las personas se bajen del carro (coche), hagan una pausa, disfruten y se apropien nuevamente de un espacio que siempre les ha pertenecido. San José es un diamante en bruto que solo requiere algo de trabajo e inspiración para volver a brillar”, explica.

La idea surgió en mayo de 2010. Los itinerarios pueden consultarse en la página chepecletas.com (00506 85014118, 00506 88498316), pero si un grupo de turistas quiere que se le prepare un viaje a pie o en bicicleta por San José, el costo depende del servicio solicitado. Por ejemplo, si los clientes (nacionales o extranjeros) desean alquilar las bicicletas y que el viaje sea solo por museos o solo por mercados, el costo dependerá del número de participantes. Y si lo que se quiere es recorrer la ciudad, a pie o en bicicleta, de un extremo al otro o viajar entre dos puntos famosos del escenario urbano, tendrá otro valor. El cliente escoge lo que desea.

Las ofertas son variadas. Por un lado, están las cleteadas, que son recorridos en bicicleta por la ciudad para la clientela en general o por solicitud de iniciativas públicas o de empresas privadas. Por otro, están los tours de arte, para recorrer en bicicleta los principales museos capitalinos. Asimismo, hay “cleteadas para promover la creación de ciclovías” en la ciudad, que todavía carece de esa posibilidad vial.

Una de las opciones es el 'tour arquitectónico', que permite conocer la historia de edificios icónicos de la ciudad, los periodos en que fueron construidos y sus estilos, comenta Guzmán. Pero entre las principales atracciones está el 'Nocturbano'. “Consiste en una caminata a pie por la ciudad. Hace dos años comenzamos con grupos de cinco personas y hoy en día realizamos recorridos con grupos de 50 y hasta 200 personas. Visitamos puntos de interés y espacio públicos contando historias y anécdotas en el lugar donde sucedieron. Fomentamos la participación de las personas y cerramos la actividad con comidas en espacios abiertos”, relata.

La variedad incluye los Running Tours, que son carreras por la ciudad como medio para hacer ejercicios mientras se conoce la historia de los lugares que se recorren. También hay una opción para saciar el hambre: Tour Gastronómico. "Probamos la comida criolla costarricense en puestos del Mercado Central, construido en 1880 (en el centro de San José), y escuchamos la historia de los puestos que visitamos, ya que frecuentemente han pertenecido a las mismas familias por varias generaciones”, recuerda Guzmán.

Los participantes en los variados encuentros chepecleteros pueden acudir a actividades al aire libre, como conciertos gratuitos de bandas tradicionales y bailes populares. “Muchas veces recreamos una tradición de la primera mitad del siglo XX: las personas caminan alrededor del parque, los hombres en una dirección y las mujeres en otra, cruzando miradas y recordando cómo se conocieron nuestros abuelos”, cuenta.

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