Vendimia nocturna

Pionero en tantas cosas, Carlos Falcó instauró la vendimia nocturna en su toledano Dominio de Valdepusa, creando todo un espectáculo mediático. Cortar racimos en la oscuridad estival, alumbrado por linternas, focos, antorchas o cascos mineros, causa una impresión inolvidable, lo que ya de por sí justificaría su realización. Pero hay razones técnicas que lo aconsejan.

En efecto, vendimiar con el sol no parece muy conveniente en un país como el nuestro. Las uvas pueden alcanzar los 35º C, disparar la actividad enzimática, romperse y comenzar fermentaciones espontáneas indeseadas. Por no hablar de las dificultades enológicas que tan alta temperatura plantea al enólogo. Hay, claro, cámaras de refrigeración que solventan satisfactoriamente el problema, pero son caras y no tienen el encanto de la vendimia nocturna. Si a esto añadimos cepas con 80 años de la singular garnacha aragonesa, y una medida crianza en roble francés, el vino resultante no puede defraudar.

Al contrario, UN cautiva y emociona con su intenso aroma de frutos rojos silvestres muy maduros, casi confitados, chocolate amargo, especias y tostados. Nariz que en boca se acompaña de un dosificado paso por roble, sostenido por sólidos, frutosos y suaves taninos. Para soñar.

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