Un hotel: Fasano (São Paulo, Brasil)
La familia Fasano lleva más de un siglo al timón de la hospitalidad paulista, dotando primero a São Paulo y después a Río de unos cuantos restaurantes de los mejores, no solamente de Brasil, sino del mundo.
Fue Rogério Fasano, a la cabeza de la cuarta generación, el que diversificó el negocio de restaurantes a hoteles al abrir el Fasano São Paulo (www.fasano.com.br) en 2003 y quien transmitió impecablemente el saber hacer de la familia de una industria a la otra. Su toque genial fue contratar al arquitecto local Isay Weinfeld para que proyectase el interior, y tras años de rastrear el mundo entero en busca de inspiración crearon juntos y desde casa lo que puede considerarse como el hogar definitivo. Los interiores de cuero y madera se suavizan gracias a las alfombras y a las luces de mesa y suelo diseñadas en exclusiva.
Un hotel es bueno si lo es su personal, y el Fasano tiene uno de los mejores equipos que se conozcan. Presidido por Rogério y su mujer, Ana Joma ?la "directora de calidad" que supervisa todo, "desde los baños hasta las tapicerías"?, el equipo es como una familia. Un personaje notable que resume el encanto del Fasano es Attico, el infatigable camarero del bar del hall. Attico ha servido bebidas a muchos presidentes brasileños a lo largo de su dilatada carrera con el clan Fasano.
"Es importante crear un lugar atrayente donde la gente se sienta cómoda, donde quieran pasar tiempo y regresar", explica Rogério Fasano. "Una de las cualidades más importantes para nosotros es el servicio. La mayoría de nuestros colaboradores lleva con nosotros muchos, muchos años; algunos hasta 20 o 30. Reconocen a nuestros clientes cuando vuelven, tratan con ellos y saben lo que les gusta y lo que no. Nuestros clientes valoran esta atención".
PUNTOS CON MÁS ENCANTO:
1. Un diseño íntegro que implica materiales sólidos y naturales, como la madera y el cuero, que dejan una pátina suntuosa.
2. Servicio: el personal que se comporta como una familia hace que los clientes se sientan en casa.
3. La luz baja proporciona el tono y el ritmo del entorno.
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