México DF, ciudad inagotable
Decálogo de puntos imprescindibles para el viajero en una de las megalópolis con más posibilidades del planeta
La eterna fama de insegura y peligrosa que arrastra -y no sin razón- Ciudad de México diluye ante los ojos del viajero gran parte de las posibilidades que esta ciudad tiene reservadas a los más osados. Es cierto que la precaución debe ser una máxima al recorrer sus calles y avenidas, pero la situación ha cambiado mucho en los últimos años y, si se toman las precauciones mínimas -especialmente en los traslados nocturnos-, no habrá ningún problema. EL VIAJERO propone un decálogo de propuestas que mezcla grandes clásicos, pero igualmente imprescindibles, como el Zócalo o el Mueso Antropológico, con ideas algo más arriesgadas como vivir la lucha libre en directo o pasar una noche de juerga entre los mariachis más auténticos de la ciudad.
1. Desde el piso 42 de la Torre Latinoamericana (www.ociopuro.org/torre), el viajero podrá atisbar la descomunal extensión de Ciudad de México. Próxima al Zócalo, centro neurálgico del DF (denominación más popular de la ciudad), es una atalaya privilegiada y recomendable en los días de cielo despejado. Por desgracia, esos días escasean por la gran contaminación que soporta la capital mexicana.
Por eso, el mejor mirador México DF quizá sea la ventanilla del avión. Antes de aterrizar en el aeropuerto Benito Juárez, incrustado en la urbe, se sobrevuela buena parte de la ciudad. El esfuerzo por conseguir ventana al facturar tiene premio: la sensación de ser engullidos por una de las megalópolis más acongojantes del planeta.
2. El Museo Nacional de Antropología (www.mna.inah.gob.mx) es una visita imprescindible para conocer el devenir del ser humano en Mesoamérica. El visitante se empapa de todas las culturas del México precolonial, desde sus primeros pobladores hasta la conquista española. La generosa cantidad de joyas del arte precolombino están perfectamente contextualizadas con mapas, dibujos y maquetas. Un museo muy didáctico.
Entre sala y sala, el patio central merece especial atención, cubierto por otra joya: un enorme tejado de acero del tamaño de un campo de fútbol, sostenido únicamente por un robusto pilar central. Una construcción tan espectacular como fiable pues no se movió un ápice durante el terremoto que agitó la ciudad en 1985, uno de los más fuertes que ha vivido México.
3. Frida Kahlo fue una mujer deseada, además de atormentada. Las cartas de amor, e incluso devoción, que recibió durante su vida así lo reflejan. Cartas que no eran de Diego Rivera y completan la multitud de objetos expuestos en la mítica Casa azul (www.museofridakahlo.org), su residencia durante muchos años en el encantador barrio de Coyoacán, al sur de Ciudad de México. Aunque con poca obra pictórica, resulta una visita muy interesante para acercarse más a su figura. La cocina y su taller, sensacionales. Después, pasear por el barrio merece la pena.
4. En la vecina zona de San Ángel, el protagonista es Diego Rivera. La máxima figura de la pintura mural mexicana se refugió en el barrio, mientras sus obras decoraban los principales edificios institucionales del centro. Sencillo y de visita escueta, el Estudio Diego Rivera de San Ángel se mantiene fiel a los tiempos del artista, con los característicos judas que tanto apreciaba.
Recorrer las calles de San Ángel resulta recomendable, sobre todo si hemos disfrutado antes de la carta de San Ángel Inn, uno de los restaurantes imprescindibles de Ciudad de México. Un margarita delicioso para abrir boca y un inmejorable carrito de postres como colofón. Entre medias, una amplia variedad de exquisiteces justifica la elección. La historia revolucionaria está presente: Pancho Villa y Emiliano Zapata decidieron unir sus fuerzas aquí.
5. México es devoto de la Virgen de Guadalupe y el epicentro de ese fervor religioso son las Basílicas de Guadalupe -sí, dos- a las que acuden miles de mexicanos desde todos los rincones del país. La antigua, de la época colonial, alarma al visitante por su evidente inclinación, fruto de la subsidencia del suelo y el paso de los años. Justo a su lado, el nuevo templo, inmenso y futurista, acoge ahora las masivas misas diarias, y otros acontecimientos.
Resulta curioso cómo evitan colapsos ante el santo sudario, expuesto tras el altar mayor: la escalera mecánica tipo terminal de aeropuerto, impide aglomeraciones ante la imagen. Eso sí, la cinta avanza despacio y es de ida y vuelta, con tiempo para acabar la oración. Pegada a las basílicas, la capilla de Tepeyac ofrece otra excelente panorámica de la ciudad.
6. Centro neurálgico de Ciudad de México, el Zócalo lo es también de todo el país. Quizá por ello una enorme bandera nacional preside la gran plaza. Éste fue también el corazón de mítica Tenochtitlán, concretamente el emplazamiento del mercado. Sobre sus ruinas, Hernán Cortés decidió levantar el corazón de la capital colonial. La catedral y el Palacio presidencial son sus edificios principales. En el segundo, merece especial mención uno de los murales más representativos de Diego Rivera, México a través de los siglos.
7. Los alrededores del Zócalo son igualmente recomendables. Por ejemplo, recorrer la calle Madero hasta el Palacio de Bellas Artes, donde nos espera otra excelente entrega de pintura mural, por los grandes maestros nacionales: Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo y O'Gorman. El hombre en una encrucijada, del primero, es otra de sus obras célebres: el mismísimo Rockefeller pidió que el pintor rectificara una primera versión encargada para decorar el edificio de la RCA. Rivera prefirió que se destruyera antes que someterla. Al año siguiente, en 1934, pintaba esta segunda versión de la obra.
8. Como toda megalópolis, Ciudad de México también tiene parques y zonas verdes. Desde escondidos y tranquilos rincones como la plaza Santa Catarina, en Coyoacán, a los grandes espacios como el Bosque de Chapultepec, que acoge desde el zoo y un pequeño parque de atracciones, al citado Museo Antropológico o el Castillo de Chapultepec, otra buena atalaya para contemplar la ciudad. Con más tiempo, es recomendable deslizarse en barca por los jardines flotantes de Xochimilco, situados en las afueras de la ciudad, y declarados Patrimonio de la Humanidad.
9. No se vayan sin pisar el Arena México o Arena Coliseo, los dos escenarios de la lucha libre mexicana en la capital. Máscaras, tatuajes, espeluznantes ropajes, piruetas increíbles, una coreografía casi perfecta y mamasitas tan despampanantes como artificiales portando los cartelones. Dos horas del México más bizarro, divertido y auténtico, entre el fervor de un público dividido entre técnicos y rudos. Imprescindible. Y para los más devotos de esta otra religión mexicana, la tienda de El Hijo del Santo, en Condesa. Carteles, máscaras y demás souvenirs dedicados al hijo de la máxima figura de la lucha libre mexicana -El Santo-, que prolongó la leyenda.
10. La noche en México DF despliega múltiples posibilidades, pero marcharse sin haber vivido el ambiente de la Plaza Garibaldi es casi imperdonable. Es el territorio de los mariachis, su sitio. Entre estatuas que recuerdan a los grandes de todos los tiempos, como Pedro Infante o José Alfredo, grupos de músicos procedentes de todo el país aguardan a que alguien, a ser posible una señorita, le solicite sus desgarradoras historias.
No hay mejor escenario que el Tenampa, el mítico bar mariachi, ubicado en la misma plaza, para cantar a pleno pulmón eso de "¡pero sigo siendo el rey!" (algunos tragos de tequila tradicional potencian la experiencia).
Para quienes busquen algo más moderno, el barrio de la Condesa es un excelente destino. Cafés, restaurantes, bares y hasta billares abren un sinfín de posibilidades nocturnas, en una de las zonas más bohemias de la capital mexicana. Eso sí, sea la hora y el lugar que sea, la vuelta mejor en un taxi de sitio. Es la mejor forma de acabar bien la noche... o la mañana.
Guía
Cómo moverse
De día, metro o taxi son buenas opciones. En el metro hay que evitar las horas punta, pues lo son de verdad. Si no hay más remedio, muy recomendable para ellas el vagón reservado a la mujeres.
Hay que desechar los taxis sin taxímetro, o aquellos que no lo enciendan. El trayecto saldrá más caro y, lo que es más importante, por cuestión de seguridad. De noche es recomendable limitarse a los taxis de sitio (suele haber paradas en las zonas más frecuentadas de la ciudad).
Para comer
- Jugos Canadá (Avenida 3 de mayo, 47). Posiblemente, los mejores zumos del DF. Céntrico y económico
- El Refugio (Liverpool, 166). Buena comida de Yucatán en la Zona Rosa.
- Los Girasoles (Tacuba, 8 - Plaza Tolsá). Es uno de los restaurantes más antiguos de la ciudad, y muy popular gracias a sus raciones de chapulines (saltamontes). Cuidado con el chile verde, picoso de verdad.
- San Angel Inn (Diego Rivera, 50). Exquisito y distinguido. De lo más selecto de México DF. Imperdonable no tomarse un margarita para abrir boca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.