Ámsterdam, más allá de la ciudad del pecado
Una decena de rutas para descubrir la 'Venecia del norte', sus vicios, sus virtudes y sus propuestas
Conocida en todo el mundo por su permisividad con las drogas y la prostitución, Ámsterdam sigue siendo uno de los destinos europeos preferidos. Durante todo el año, los visitantes de esta urbe, experta en lidiar con el agua, se mezclan a la perfección con canales, bicicletas y tranvías.
EL VIAJERO sugiere un decálogo de propuestas imprescindibles para disfrutar al máximo de Ámsterdam, sin perderse entre sus calles y plazas.
1. La Centraal Station suele ser el comienzo de toda ruta por la ciudad. La estación de tren es la puerta de entrada por tierra, justo al lado del acceso marítimo. Las opciones de transporte son múltiples y para todos los bolsillos: desde los prohibitivos taxis al tranvía.
Siempre quedan opciones más activas como alquilar una bicicleta (en el edificio de Centraal Station, MacBike -www.macbike.nl-, desde 7 euros; y cerca de la plaza Dam, Orangebike -www.orangebike.nl-). Recorrer Ámsterdam a pedales siempre es una buena idea por varios motivos: la ausencia de pendientes pronunciadas convierten a la bici en la reina, es difícil perderse y existen lugares de aparcamiento por todas partes.
2. Ámsterdam desde el agua. Otra opción, un poco menos económica, es alquilar un pequeño bote privado (www.rentaboatamsterdam.com) para ver la ciudad de los canales desde el agua. Están disponibles botes de varios tamaños a partir de seis personas -la primera hora cuesta 50 euros- y la propuesta más romántica pasa por alquilar el barco por la noche y cenar a bordo.
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3. A pocos pasos de la Centraal Station se ubica la ciudad más acuática, el último barrio de moda en Ámsterdam. Oosterdokseiland, o isla de las dársenas del este, es un proyecto que servirá para ampliar el territorio metropolitano. Concluirá hacia 2009 con la mayor biblioteca pública de Holanda, un conservatorio de música, hoteles, restaurantes y viviendas de arquitectos de primerísima fila como David Chipperfield o Frits van Dongen.
A pesar de estar en crecimiento, el puerto suscita suficiente interés para atraer la atención del viajero. Un conjunto de pasarelas sobre el agua conducen al contemporáneo Stedelijk Museum, el Club 11, restaurante de día y bar de copas de noche, y el Nemo, un museo de la ciencia rodeado de agua.
4. La plaza Dam contiene la esencia de Ámsterdam, aunque a ella no llega el agua. Es el corazón peatonal y el mejor ejemplo de la convivencia entre viandantes, tranvías y bicicletas. No está muy lejos de la estación central y se puede llegar a ella perfectamente a pie. Puerta a las calles más comerciales, alberga el museo de cera Madame Tussaud y el Palacio Real.
5. Los museos tradicionales. El Museo Van Gogh (Paulus Potterstraat 7. www.vangoghmuseum.nl), del arquitecto Gerrit Rietveld, alberga la más amplia colección de obras del pintor holandés, lo que lo convierte en un lugar de visita imprescindible. Muy cerca, también en el entorno del Museumplain, hay otra pinacoteca fundamental, el neogótico Rijksmuseum (Jan Luijkenstraat 1B. www.rijksmuseum.nl) con cuadros de Rembrandt o Vermeer.
6. El barrio judío. Poco queda del antaño próspero barrio judío de Ámsterdam, un distrito que contaba con más de 100.000 judíos antes de la II Guerra Mundial. Casi todos fueron deportados, y la mayoría, asesinados. Hoy, resisten varios templos restaurados como la Gran Sinagoga -paradójicamente, la más pequeña y antigua-, arrasada por los nazis y restaurada para acoger la sede del Museo Judío (Nieuwe Amstelstraat, 1. www.jhm.nl). También puede visitarse la llamada sinagoga de los Portugueses.
Aunque no está en el barrio judío, sino en el número 267 del Prinsengracht, la Casa de Ana Frank (www.annefrank.nl) merece una visita. En ella se escondió, durante la ocupación nazi, una familia de ocho personas. La historia quedó plasmada en el archifamoso diario de Ana, una joven de 13 años, que se ha convertido en el best-seller holandés por antonomasia. La casa, abierta al público en 1960, es el museo más concurrido de Holanda, con cerca de un millón de visitantes al año.
7. Al margen de los convencionales, Ámsterdam cuenta con una buena lista de museos alternativos que evidencian la permisividad holandesa con vicios y placeres, como el de la Marihuana (Oudezijdsachterburgwal 148. www.hashmuseum.com) o el del Sexo (Damrak 18. www.sexmuseumamsterdam.nl).
8. Para comer es imprescindible saborear los arenques en los múltiples puestos de la ciudad. Tarta de manzana, patatas fritas y un amplio abanico de cervezas completan el menú a la perfección. Y los más atrevidos, siempre que sean mayores de edad, tienen una cita en los famosos Coffee-Shops, locales con autorización de las autoridades holandesas para vender hachís y marihuana en pequeñas cantidades.
9. Ámsterdam comercial. La zona conocida como Las nueve calles (www.theninestreets.com) convierte los aledaños de la plaza Dam en la zona más comercial de Ámsterdam. Todo un barrio volcado en la moda para los amantes de las compras.
10. Ciudad de mercados. No cabe duda de que Ámsterdam es también una ciudad de mercados de muy distinto signo. En Bloemenmarkt, a orillas del Singel, hay un famoso mercado de flores con todo tipo de bulbos y plantas, y tiendas antiguas con aromas de ultramar.
En la calle Albert Cuypstraat, el visitante encontrará, de lunes a sábado, ropa y otras curiosidades. En el mercado de pulgas de Waterlooplein se hallan cascos, insignias y chaquetones militares, además de música y artesanía. Y junto al barrio rojo, el de la prostitución, Nieuwmarkt se pone a disposición del viajero más ecológico con alimentos bio-orgánicos.
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