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El colegio, una carrera de obstáculos En América Latina y el Caribe las escuelas han hecho todo lo posible para adaptarse a las nuevas medidas sanitarias o llevar las clases al mundo virtual, en lugares donde apenas llega internet. Y no ha sido fácil. Richard, Rouss y Joel son los rostros del esfuerzo titánico de la infancia que quiere formarse Con el estallido de la pandemia, el Ministerio de Educación de Perú puso en marcha Aprendo en Casa, una estrategia nacional de educación remota para niños y adolescentes. Las lecciones se publican en una plataforma web y se emiten por televisión y radio en prácticamente todos los rincones del país. Pero los vecinos de Nuevo San Rafael, en la Amazonía peruana, difícilmente tienen acceso a estos dispositivos. Pererira (UNICEF) Es por ello que Unicef decidió grabar las lecciones e instalar altavoces "en los árboles más altos" para que retumbaran las clases en todos los rincones. Los archivos con las sesiones se copian en una memoria USB y un maestro las lleva de Pucallpa hasta Nuevo San Rafael. Una vez allí, se pone en funcionamiento un pequeño motor de energía eléctrica comprado por los propios padres y madres de la comunidad, se conecta el pendrive y empieza la clase. Pererira (UNICEF) Una de las cosas que más disfruta Richard Guimaraes Camayo de vivir en su comunidad en la Amazonía peruana es estar con sus amigos y jugar fútbol. Y ambas cosas sucedían principalmente en la escuela. “No podíamos conversar con nuestro profesor y me sentía muy triste y preocupado. No podemos vernos, no podemos hacer los trabajos en grupo”, lamenta el joven de 15 años a Unicef. Pererira (UNICEF) No quiere dejar de estudiar. “Cuando termine mi colegio, yo quiero seguir estudiando en una universidad y estudiar tres carreras para ayudar a mi familia, a mi comunidad”, narra a la organización. Pererira (UNICEF) Retomar el contacto con el sistema educativo es importante no solo para evitar retrasos sino también para prevenir la deserción escolar. Según el informe Educación en pausa, publicado este lunes por Unicef, cerca de tres millones de niños y adolescentes están en riesgo de abandonar la escuela tras la pandemia. Pererira (UNICEF) Richard, cuyo nombre en lengua shipibo es Soi Nita, que significa “hombre que conoce el saber”, es el segundo de cinco hermanos. Recuerda que el primero en enfermar de covid-19 en su familia fue su padre. Luego cayó él, su madre y finalmente su hermana pequeña. Pererira (UNICEF) La pandemia desnudó las desigualdades del sector educativo, dejando al descubierto la brecha digital en Jamaica. En la escuela del pueblo pesquero de Little Bay, los 186 alumnos llevan más de siete meses sin clases. Makyn (UNICEF) En este contexto, Unicef se asoció con el Ministerio de Educación para lanzar en junio el Programa de Liderazgo Pedagógico Virtual. Además de la capacitación de más de un millar de profesores, y se adaptaron las lecciones a formato virtual. Makyn (UNICEF) Pero no todos tienen conexión a internet ni acceso a dispositivos. Es por ello que Keon King, director de la escuela, y un equipo de profesores pusieron en marcha un proyecto de entrega y recogida de deberes muy peculiar. Makyn (UNICEF) Sin burlar las medidas de seguridad y en moto. Así entregaba y recogía una vez a la semana las tareas de los más de 80 alumnos que, como Joel Young, de 11 años, no tienen cómo acceder a la plataforma virtual. Makyn (UNICEF) Joel tiene siete hermanos. Algunos trabajan y otros intentan estudiar. Agradecen mucho el esfuerzo del director del colegio. "Les ha dado una distracción durante todo este tiempo. Nunca dejó de educarles", cuenta el padre. Makyn (UNICEF) Wayne Young, el padre de Joel, no esconde lo complicado que ha sido todo. Hace unos meses que su barca para pescar se estropeó y últimamente solo reza. "Rezo para que mi hijo tenga un futuro y vuelva a estudiar", cuenta por teléfono. Makyn (UNICEF) Rouss, dos años, nació con un mielomeningocele, una malformación en la espalda por el desborde de la médula espinal. Durante los meses de hospitalización tras la operación, la familia fue contactada por un equipo del programa de Desarrollo Inclusivo Basado en la Comunidad, liderado por Los Pipitos, una asociación de madres y padres con hijos discapacitados que ofrece asistencia terapéutica a los pequeños. Inti Ocón (UNICEF) A comienzos de 2020, los progresos de Rouss eran el orgullo de la familia y sus terapeutas. Pero en marzo, la pandemia de la covid-19 sacudió Nicaragua, aislando a las familias. Gracias al apoyo de Unicef y el empeño de los especialistas, lograron mantener el vínculo en un formato remoto con 164 menores: las familias les envían videos con los progresos o desafíos de sus hijos, se establecen citas telefónicas y se intercambian consultas e indicaciones a menudo. Inti Ocón (UNICEF) “Guiamos a los padres a comprender que no necesitan comprar equipos costosos, o juguetes terapéuticos especiales, sino que en casa encuentran todo lo que necesitan para apoyar a sus hijos e hijas en su rehabilitación”, explica la doctora Marieliz Rodríguez, responsable del programa por parte de Los Pipitos, que trabaja con 787 menores de seis años con discapacidades en todo el país. Inti Ocón (UNICEF) La familia Téllez-Alemán sabe que la diversión es clave para que Rouss sea cada vez más autónoma. Por eso, intentan llevarla al parque o bañarla en la piscina hinchable, siempre que pueden. “Hace unos meses me parecía imposible verla tan independiente, pero ahora me siento orgulloso de tener una hija vencedora, que me da fuerzas para seguir adelante”, cuenta el padre a la organización. Inti Ocón (UNICEF) Los padres, orgullosos y agradecidos, celebran poder acompañar la mejoría de su hija y el equipo de especialistas que no se ausentaron nunca. Ni siquiera durante la pandemia. "Esto es un sueño posible gracias a que el tratamiento nunca fue interrumpido", coinciden. Inti Ocón (UNICEF)