Poder hacer vida de barrio era la prioridad del joyero Andrés Gallardo y de su pareja, el diseñador industrial Juan Carlos Vivas —reconvertido a joyero autodidacta—, cuando se instalaron, hace ocho años, en esta casa de unos 100 metros cuadrados ubicada cerca de Tirso de Molina, en el centro de Madrid. En la imagen, vista del luminoso salón en el que destacan algunas piezas, como el móvil de Calder, el puf de terciopelo color calabaza de Habitat, la mesa danesa de teca de los años sesenta, la alfombra de rayas blancas y negras de Ikea, el bastidor de tela estampada del diseñador sueco Stig Lindberg o la estantería vintage con la colección de porcelanas que la pareja ha ido encontrando en diferentes rastros y anticuarios.