_
_
_
_
_
VARIACIONES DE RHODES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Políticos: ¡Escuchad a vuestras abuelas!

Paco Puentes
James Rhodes

Necesitamos unidad. No es complicado. Que todos se comprometan a superar esta crisis como un equipo.

Incluso después de sólo tres años de vivir aquí, me he cansado tanto de la constante tormenta de mierda política a la que estamos expuestos día tras día… Soy consciente de que éste es un fenómeno global (Reino Unido, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Venezuela, la lista de horrores políticos es interminable), pero yo vivo aquí. España es mi puta casa y ver a políticos de todos los partidos comportándose como niños mimados, usando la muerte de miles y el pánico actual, los niveles extremos de ansiedad y la crisis financiera para iniciar campañas políticas y lanzarse insultos ­entre ellos dentro y fuera del Congreso resulta desgarrador.

Es ridículo que estas personas anden debatiendo la crisis del regreso a la escuela cuando muchos de ellos aparentemente son incapaces de actuar como adultos.

Seguramente, estos hombres y mujeres de poder tienen abuelas que podrían darles una bofetada y decirles, por una vez en la vida, que dejen de actuar como idiotas y empiecen a trabajar juntos para que podamos superar la crisis como un equipo. No como un grupo de facciones enojadas, tratando desesperadamente de ganar puntos políticos y obtener oscuros beneficios entre las cenizas del desastre global.

El caso es que mientras los políticos quieren mostrarse duros, intransigentes, comprometidos y seguros, lo que están, todos ellos, es asustados. Comprensiblemente. Si no sufres miedo en septiembre de 2020, entonces o eres un psicópata o estás colocado. O en el caso de Abascal, quizás, ambas cosas.

Los políticos son seres humanos y no engañan a nadie. Si sólo una vez uno de ellos admitiera que, como todos nosotros, sus niveles de ansiedad están por las nubes, viven con cuatro horas de sueño por noche y se sienten aterrorizados por sus hijos, su país, su familia, entonces quizás podríamos realmente verlos como iguales y comenzar a confiar en ellos.

Tal como están las cosas, muchos de ellos parecen haber confundido la bondad con la debilidad y, en lugar de un diálogo compasivo y útil, nos encontramos un campo de batalla dentro de otro campo de batalla. Vemos una coalición frágil, una oposición enfurecida, un Congreso confuso, falta de comunicación y narcisistas hambrientos de poder que fingen saber lo que es mejor para el país. Nuestro país.

No es complicado. Lo que necesitamos es unidad. Todos se comprometieron a superar esta crisis como un solo equipo unificado. Trabajando juntos para reparar, restaurar, sanar. Asignar dinero donde se necesite, asegurarse de que la gente tenga comida, Internet, electricidad, una existencia digna. Reconstruir la cultura, obligar a los bancos a comportarse como seres humanos, responsabilizar a parte de la prensa por sus noticias falsas, mentiras y propagar el pánico, manteniéndose en los mismos estándares de integridad que imponen a todos los ­demás.

Necesitamos que nuestros políticos nos permitan concentrarnos en lo realmente importante. Los necesitamos haciendo su puto trabajo. En lugar de aumentar nuestra ansiedad, deberían proporcionarnos las herramientas que necesitamos para volver a disfrutar de lo que convierte a este país en algo tan grande: amabilidad, siestas, sobremesas, familia, música, ternura, trabajo, baile, parques, playas, literatura, amor, pasión. Permítannos confiar en que cumplen con su labor correctamente. Démonos cuenta de que todos habitamos el planeta por el espacio que representa un segundo cósmico y de hecho podríamos, en fin, unirnos.

Sencillamente, como lo haría una abuela de puta madre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_