Es de noche, el cielo está cubierto y llueve fuera. No hay luz en la casa de Arpan, ya que, debido al mal tiempo, la empresa de energía eléctrica ha interrumpido el suministro. Sin embargo, Arpan continúa estudiando con la ayuda de una lámpara de queroseno. ¿Su estímulo?: “Quiero ser profesor, necesito seguir estudiando”.
Antes de la covid-19, alrededor de 258 millones de niños y jóvenes estaban sin escolarizar en todo el mundo. Y, según el Banco Mundial, más de mil millones de estudiantes se han visto afectados por el cierre de escuelas desde el inicio de la pandemia. Muchos, los de orígenes privilegiados o en países de altos ingresos, han podido adaptar sus estudios al aprendizaje 'online', mientras que muchos otros, más vulnerables, se están quedando atrás. Sin acceso a la educación, los niños en los países de bajos ingresos se enfrentan a desafíos agravados, incluyendo la disminución de oportunidades en el futuro. Es el caso de Bangladés, donde 33 millones de menores de 18 años, alrededor del 56% de la población infantil del país, vive actualmente por debajo del umbral de la pobreza.