El juego y la actividad física, esenciales en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños
Las pantallas son la principal fuente de ocio de los menores, pero las actividades que implican ejercicio físico son los que provocan una mayor sensación de felicidad
Jugar no es simplemente jugar, sino mucho más. Correr, jugar al pilla pilla, a los médicos, a las cartas, al fútbol, al ajedrez o incluso a un videojuego, son actividades fundamentales en el crecimiento de los niños, porque cuando estos juegan, están a la vez aprendiendo, asimilando valores y consolidando muchos procesos intelectuales, desarrollando sus habilidades sociales y emocionales y construyendo el adulto sano en el que un día se convertirán. Una visión que comparten al menos nueve de cada diez padres, que consideran que el deporte y la actividad física son claves para el desarrollo socioemocional de sus hijos, según el I Estudio sobre los beneficios del juego y la actividad física en niños, elaborado por Galletas Príncipe junto con la psicóloga Silvia Álava y la consultora Ipsos.
Prácticamente la totalidad de los padres que han participado en el informe (más de un millar de progenitores de niños entre cuatro y 12 años) reconocen el papel esencial del juego en el crecimiento de sus hijos. No se trata solo de que disfruten con dichas actividades, sino de que, sin saberlo, aumentan su capacidad de aprendizaje. “Hay una gran cantidad de trabajos científicos que han demostrado que a través del juego se potencian las funciones ejecutivas, se ayuda a mejorar el rendimiento matemático, el desarrollo lingüístico, la inteligencia fluida, la memoria de trabajo y el procesamiento de los niños, entre otras materias”, afirma Silvia Álava. Beneficios que son igualmente críticos en su bienestar emocional y social, ya que los niños establecen lazos de amistad, desarrollan habilidades sociales y promueven las relaciones entre iguales.
¿Qué juegos les hacen más felices?
En este verano, el de la pandemia de coronavirus, seguramente no sorprenda a nadie que cuatro de cada 10 padres reconozcan en este estudio que las pantallas digitales son, con una media de 9,8 horas semanales, la principal fuente de ocio de sus hijos, independientemente de su edad y muy por encima de los juegos tradicionales (6,2 horas), el deporte (5,5) y las manualidades (5,1). A fin de cuentas, la tecnología ha sido uno de los principales aliados de las familias durante el confinamiento, a todos los niveles: profesional, escolar y personal, para entretenernos y para mantenernos cerca de nuestros seres queridos.
Pero cuando se les pregunta por los juegos que hacen más felices a sus hijos, el 50 % de los padres señala al ejercicio físico: “Cuando nos movemos o practicamos deporte, cuando jugamos de esta manera, generamos endorfinas, que es lo que hace que nos sintamos especialmente bien”, sostiene Álava. “Aparte de que, como seres humanos, no dejamos de ser animales que deberíamos estar mucho más en movimiento que sentados”, continúa. “Ahora que estamos en verano y se puede salir a la calle, es importante facilitar que los niños se muevan, que corran al aire libre, que jueguen con la pelota... Sobre todo este año, ya que no sabemos lo que puede pasar cuando empiece de nuevo el colegio”.
De acuerdo con el estudio, los padres consideran que tanto el deporte como los juegos que conllevan actividad física son los que más favorecen el desarrollo cognitivo de sus hijos, ayudándoles a tomar decisiones, a resolver problemas y a entender el mundo. “Les sirven mucho para adquirir la capacidad de autocontrol, primero porque empiezan a controlar su movimiento y porque eso les ayuda a dominar su mente y su conducta. Les hace más rápidos a nivel mental y mejoran mucho la capacidad de inhibición: como sé controlar mi cuerpo, también puedo controlar mi mente y lo que hago”, razona Álava. Este tipo de actividades, además, suele tener un efecto positivo en su autoestima, en bajar una posible ansiedad y que haya menos depresión. “El juego les ayuda a comprender el mundo emocional, tanto sus propias emociones como las de los demás niños; aprenden a regular sus emociones, a calmarse y, desde un punto de vista social, a seguir unas reglas y a resolver conflictos”.
Evitar o no las pantallas es un dilema que separa a la comunidad científica, ya que mientras algunos autores aseguran que no afecta negativamente al desarrollo emocional de los niños, otros sostienen que un uso excesivo de las mismas lleva a mayores niveles de ansiedad y a conductas agresivas. “Las pantallas pueden generar emociones desagradables como enfado y tristeza, por tener que dejar de jugar o no poder hacerlo; algo que no sucede con los juegos tradicionales (de mesa, puzles, construcciones, muñecos) o los de ejercicio físico”, recuerda Álava. Por otra parte, en la actualidad hay numerosos videojuegos diseñados específicamente para mejorar el rendimiento escolar, como el sentido numérico o la competencia lectora.
A cada juego, sus ventajas
De acuerdo con los expertos, el juego es importante siempre, independientemente de la edad de los niños. Pero cuanto más pequeños son, “más importante es dedicar tiempo al juego, sobre todo fuera de las pantallas”, insiste Álava, para desarrollar todos los procesos cognitivos y emocionales, ya que es cuando tienen una mayor plasticidad cerebral y resulta más relevante hacer este tipo de estimulación. “Siempre decimos que los seis primeros años de vida son vitales, pero sobre todo los dos primeros. Si un niño no es correctamente estimulado, hay que tener cuidado, porque puede llegar a pasar factura a nivel emocional e incluso intelectual”.
¿Pero qué beneficio aporta cada actividad? “El juego simbólico (jugar a ser mamás y papás, o médicos, o conductores) favorece mucho el desarrollo emocional y del lenguaje, además de toda la parte de la atención y la función ejecutiva”, recuerda la psicóloga. “Los juegos de reglas favorecen el desarrollo cognitivo, al igual que los juegos interactivos; para el rendimiento matemático, los de construcciones y el ajedrez; para el cálculo, las cartas; y para el autocontrol, la inhibición y la velocidad de procesamiento de la información, los juegos con actividad física”.
¿Un instituto sin gimnasio escolar?
La plataforma Instituto Público en Aravaca ¡Ya! ha denunciado, en un comunicado del tres de agosto, la intención de la Comunidad de Madrid de dejar sin gimnasio escolar las futuras instalaciones del IES Ana Frank, en el madrileño barrio de Aravaca; un centro educativo que empezó a funcionar el curso pasado en las instalaciones del CEIP Rosa Luxemburgo, a la espera de la construcción de su propio edificio. Los problemas con la cesión de terrenos y la adjudicación de la obra (ya se ha licitado dos veces) han provocado que esta situación se prorrogue un año más. La desconfianza con respecto a la Administración regional no ha hecho sino acentuarse con la reciente licitación, “que no contempla la construcción de un gimnasio, algo que es obligatorio por ley. Ya no nos fiamos de ellos, porque nos mienten a la cara”, reclama Mariano Lozano, presidente de la AA. VV. Osa Mayor. Aravaca cuenta con más de 27.000 habitantes y un déficit declarado de instalaciones públicas, como instituto de secundaria, casa de cultura o biblioteca municipal.
Una primera licitación del edificio, de antes del verano, sí contemplaba esta instalación deportiva, que "la propia Comunidad de Madrid luego paralizó aludiendo a supuestos cambios en las necesidades de escolarización de la zona", esgrime Lozano. Unas circunstancias que niega con vehemencia, a la vez que achaca el cambio "a una clara intención de ahorrarse los 1.134.000 euros en los que estaba presupuestado el gimnasio en el primer proyecto, posiblemente por la presencia de un polideportivo municipal a escasos metros del solar". El Real Decreto 132/2010 establece, en efecto, la obligación para todos los centros escolares de contar con "un gimnasio con una superficie adecuada al número de puestos escolares". La AMPA del centro ha intentado ponerse en contacto con la Dirección General de Infraestructuras Escolares, sin que hasta el momento haya tenido éxito.
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