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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
HISTORIAS HUMANAS PARA UN VERANO DE PANDEMIA

‘Muxes’, auténticas intrépidas buscadoras del peligro

En Juchitán de Zaragoza, una localidad mexicana del istmo de Tehuantepec, conocí a estas personas valerosas, hombres travestidos, que forman una especie de tercer sexo admitido e integrado en la sociedad zapoteca desde época precolonial

Mística Sánchez, una de las 'muxes' más activas en la lucha por los derechos de este colectivo de Juchitán (México).
Mística Sánchez, una de las 'muxes' más activas en la lucha por los derechos de este colectivo de Juchitán (México).Paco Nadal
Paco Nadal

Juchitán de Zaragoza es una olvidada población en el Estado de Oaxaca, al sur de México, a la que hasta a muchos mexicanos les costaría situar en el mapa. Juchitán es el México real, el de verdad. Donde un taco cuesta cinco pesos, los altoparlantes desgranan por la calle los titulares tremendistas de los periódicos del día, donde en los mercados huele a quesillo, a chiliancho, a carne sudorosa y a marquesotes; y en las cantinas, hombres de rostro curtido y mirada austera beben cerveza Indio o Victoria tan helada que el primer trago hace daño. El México que a mí me gusta. En el que me siento cómodo.

Pese a ser una ciudad calurosa en extremo y nada turística, a Juchitán se le han dedicado varios estudios antropológicos, decenas de reportajes y unos cuantos documentales. La razón es las muxes y la especial relación de la sociedad zapoteca con la homosexualidad. Una muxe es un hombre travestido que goza de un estatus de aceptación en la sociedad sin parangón en otras culturas de este y otros continentes. Las muxes están integradas (o integrados) en el tejido social y económico, trabajan como peluqueras, estilistas, bordadoras, meseras en cantinas o tienen su propio negocio en el mercado y son las encargadas de cuidar a los padres cuando los otros hijos e hijas ya se han casado. Algunos expertos consideran que desde época precolombina las muxes han formado un tercer sexo en la cultura zapoteca. Hay muxes en todo el istmo de Tehuantepec (un estudio de los años setenta reveló que aproximadamente un 6% de la población masculina era muxe), pero su presencia e importancia en la sociedad juchiteca supera al de otras zonas de esta región situada entre Oaxaca y Veracruz.

Durante los días que permanecí en Juchitán conocí a varias muxes. Cotorreé con ellas, salí de parranda por las cantinas con ellas, me hice fotos con ellas y bebí cerveza hasta límites insospechados con ellas (en esta ciudad se bebe cerveza como si el mundo se fuera a acabar mañana; dicen que es la de mayor consumo por habitante de México, pero tan entregado estaba yo a bebérmela que no tuve tiempo ni ganas de confirmar el dato).

Felina Santiago, en la peluquería que regenta.
Felina Santiago, en la peluquería que regenta.paco nadal

Una de esas muxes era Felina Santiago (nacida Ángel), una de las fundadoras de Las Auténticas Intrépidas Buscadoras de Peligro, asociación de muxes muy activa y comprometida con la lucha por los derechos de este colectivo. Otra fue La Mística, una de las muxes más famosas y extrovertidas de Juchitán. Mística regentaba un quiosco de ropa en el mercado de la plaza (ignoro si sigue allí), donde vendía faldas rabonas de gasa lisa (las más populares), enaguas de olán de medio fiesta; y huipis bordados de terciopelo negro.

Ángel, 'La Teca', una de las 'muxes' de Juchitán que prefiere vestir de hombre.
Ángel, 'La Teca', una de las 'muxes' de Juchitán que prefiere vestir de hombre.paco nadal

Otro con los que alterné fue con Ángel, La Teca, que a diferencia de las anteriores no vestía de mujer, sino camisas de flores dignas de un músico cubano, sombrero panamá y unos tacones bien altos. Lo mismo que Enrique, Kika, ("ligo más con lo masculino que andando de mujer", me dijo), que era estilista y tenía una mirada suave y una sonrisa pícara.

Pese a su aceptación en Juchitán, no todo es idílico en la supuesta tolerancia hacia este tercer sexo en México. Detrás de cada una de ellas hay un catálogo de golpes y horrores. Frenado en general por las madres, que siempre protegieron a los hijos muxes de unos padres irascibles. Dicen los que ignoran lo que pasa aquí que en Juchitán existe un matriarcado. No es cierto. Existen unas mujeres con fuerte identidad e independencia porque en el reparto de tareas según las costumbres zapotecas son ellas las que gestiona el comercio y las ventas en el mercado, y son ellas las que manejan esos dineros. Eso les ha otorgado un espacio de libertad, incluida la de proteger al hijo muxe y darle un sitio en la familia. El hombre trabaja en el campo o en la mar. Pero la última decisión siempre es la de él.

Hoy, las muxes cuidan a esas madres y padres ancianos y se defienden solas. El nombre de su asociación lo dice todo: Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro.

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