10 bellísimos puentes medievales, que no son los clásicos

1. Puente Órbigo (León)

Es uno de los vados más bonitos de todos los Caminos de Santiago y el más novelesco. El puente del passo honroso, como se le conoce, fue el escenario de la gesta llevada a cabo por el caballero leonés don Suero de Quiñones en 1434 (que era Año Santo), cuando se colocó en el puente con sus ayudantes y retó a romper tres lanzas a cualquier caballero que pretendiera cruzarlo desde 15 días antes hasta 15 días después de la festividad de Santiago. Los historiadores coinciden en que el puente sobre el Órbigo tiene orígenes romanos y que buena parte de la fábrica de piedra que vemos corresponde a la obra llevada a cabo en el siglo XIII.

2. Puente de las Donadas, Montoro (Córdoba)

El puente de las Donadas, que ayuda a salvar el río Guadalquivir, tiene su historia. Fue construido en 1498, según la tradición popular, con el esfuerzo de los hombres del pueblo y el dinero obtenido de las joyas donadas por sus mujeres, de ahí el nombre. Otra de sus curiosidades es que está construido con piedra molinaza, una arenisca de canteras cercanas con un característico color rojizo de la que están hechos casi todos los edificios religiosos y civiles de Montoro la “Toledo" andaluza.

3. Puente romano de Niebla (Huelva)

Dicen que el de Niebla es uno de los puentes romanos mejor conservados de España, aunque fue muy mejorado en siglos posteriores. Tiene nueve arcos y ayuda a salvar el río Tinto, en cuyas riberas se levanta esta urbe que fue capital de un extenso reino musulmán que se extendía hasta Portugal. Por él pasaba una de las calzadas imperiales que, según el Itinerario de Antonino, partían de Itálica. Los arcos más romanos y menos modernizados son los del extremo este, en medio punto y con grandes dovelas.

4. Puente medieval de Frías (Burgos)

Una canción popular dice que Frías tiene tres cosas que vuelven loca a Castilla: su castillo, sus mujeres y el vinillo de la Roa. Habría que añadir también su precioso puente sobre el Ebro, de origen romano y muy ampliado y mejorado en la Edad Media. Está construido con toba caliza, como el resto del pueblo, y mide 143 metros de largo soportados por 9 arcos apuntados. Fue también el Medievo cuando se añadió la altiva torre pentagonal con salientes amatacanados que defendían el tránsito por el vado.

5. Puente de San Urbez (Huesca)

Si remontamos el río Bellós por la sinuosa carretera HU-631 que parte de Escalona, en el corazón del Pirineo oscense, dentro de los límites del parque nacional de Ordesa, encontraremos un puente de piedra lanzado de forma imposible sobre la estrecha y profunda garganta que el río talló en esta zona pirenaica. Si nos atenemos a la leyenda, el puente lo creo de forma milagrosa un ermitaño, San Urbez, apoyando su cayado entre las dos orillas dada la imposibilidad de que la ingeniería humana del momento fuera capaz de semejante proeza tecnológica. Pero por muy milagrero que fuera el santo, lo cierto es que fueron canteros románicos los que construyeron este pequeño pero delicioso vado de piedra, suspendido aún hoy, muchos siglos después, sobre un precipicio insondable.

6. Puente de Camprodón (Girona)

Si se entra en el Ripollés por las faldas pirenaicas hay que programar una parada en Camprodón, cuna del compositor Isaac Albéniz. La imagen clásica de la localidad es el puente medieval sobre el cauce del Ter, glosado en lienzos y poemas de todo tipo y época, pero dentro de la urdimbre pétrea de Camprodón se conservan otros hitos dignos también de visita, como la plaza Mayor porticada, las casas colgadas sobre el Ter o las villas modernistas que ricos hacendados barceloneses se hicieron construir aquí a principios del siglo XX, cuando empezó la primera edad dorada del turismo rural.

7. Puente de Mérida

Alguien la definió como la “Roma hispana”, un término un tanto pomposo. Aunque bien pensado, Emérita Augusta, antigua capital de la Lusitania, actual capital de Extremadura, tiene elementos suficientes para considerarse, si no una Roma en miniatura, al menos una de las grandes ciudades europeas de la Antigüedad. Fue mandada construir por el emperador Augusto a orillas del Guadiana en el año 25 a. C. para darles tierra y hogar a los legionarios licenciados (eméritos, de ahí el nombre de la localidad) que habían luchado en las campañas del norte contra cántabros y astures. Una de las primeras construcciones de la ciudad fue el soberbio puente sobre el Guadiana que el cauce mediante 60 arcos y cuya solidez y elegancia aún hoy impresionan. Aunque tiene bastantes reconstrucciones de época medieval (sobre todo en la parte central), conserva aún la impronta original romana.

8. Puente de Cangas de Onís (Asturias)

Le llaman el puentón o el puente romano de Cangas de Onís, aunque en realidad es de época medieval, de tiempos de Alfonso XI de Castilla (siglo XIV). Su gran arco central peraltado es uno de los símbolos de Asturias. El original, que si fue de era romana, prestaba servicio a la calzada que se dirigía a Portus Victoriae (la actual Santander). Estuvo en servicio hasta bien entrado el siglo XIX.

9. Puente la Reina (Navarra)

Otro de los puentes emblemáticos del Camino de Santiago y de toda Navarra. Que además, da nombre a la localidad en la que se asienta: Puente la Reina. El puente lo mandó hacer una reina (no se sabe si Doña Mayor, esposa de Sancho el Mayor o Doña Estefanía, mujer de García el de Nájera) y salva el río Arga con seis arcadas airosas originales del siglo XI. Es una de las obras de ingeniería civil románica más interesantes de España. Aún hoy ayuda a cientos de peregrinos a Santiago a cruzar cada día este río navarro.

Fe de errores: en una versión inicial se decía que este vado de Puente la Reina salvaba el río Nájera, cuando en realidad es el río Arga.

10. Puente Viejo de Sant Joan de les Abadesses (Girona)

Se lo conoce también como pont Vell, puente Viejo, y da acceso a esta localidad gerundense desde el siglo XII. Bajo su gran arco apuntado pasa el río Ter. En 1428, un terremoto lo dañó y tuvo que ser reconstruido. Y en 1939, durante la retirada del ejército republicano, fue dinamitado para impedir el avance de los nacionales. En 1976 se reconstruyó fielmente, según su antiguo aspecto gótico.

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