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La cuarentena a 4.000 kilómetros de tu hogar Cuando el encierro te atrapa al otro lado del mundo, lejos de tu familia, se vive peor. Belletti, confinado en Madrid, tiene todo su mundo al otro lado de la pantalla del teléfono, en el lejano Camerún El 13 de marzo de 2020 nadie levantó la mirada del televisor mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el estado de alarma. Belletti, vecino del madrileño barrio de Vallecas, no iba a ser una excepción. Pero él tiene su mente en otro sitio: Camerún: su tierra, su hogar. Allí la epidemia también ha llegado y el sistema sanitario no es accesible para todos. Teresa Palomo Belletti llegó a España en 2014 después de saltar la valla de Melilla junto a otras 450 personas. Desde entonces, no ha dejado de trabajar en restaurantes, pizzerías, supermercados... Cualquier cosa con tal de sacar adelante a su familia de Camerún. Casi el mismo día de marzo, su empresa anunciaba un ERTE y hoy, como muchas otras personas en su situación, aún no ha cobrado nada. Siendo él el único sustento familiar, ahora no dispone de medios para ayudar a los suyos. Teresa Palomo Una llamada desde casa, seguramente con malas noticias. A sus 36 años, es el cabeza de familia; no poder ayudarles le causa un gran dolor. Su tío es uno de los 1.160 casos confirmados de covid-19 en Camerún. En otro momento, podría haber costeado el tratamiento en un hospital, pero ahora, su pariente deberá hacer frente a la enfermedad con los medios de los que dispone, encerrado en casa y con medicinas tradicionales. Al otro lado del teléfono, sus hermanos, sus padres, sus sobrinos... “No puedo ir a trabajar al mercado y se nos está acabando la comida” dice su hermano Gaetan, desde Duala, la capital camerunesa. Y añade: “No te preocupes, Belletti, tú haces lo que puedes”. Teresa Palomo Ahora que la distancia social es obligatoria, Belletti es un claro ejemplo de que no todas las distancias son las mismas o significan lo mismo para todos. “Desde hace mucho tiempo mi única relación con mi familia es a través del teléfono; era doloroso, pero estaba justificado. Tenía que estar aquí [en España], ayudando, pero ahora no puedo hacerlo, no tiene sentido”, se lamenta. Teresa Palomo Esta situación le causa insomnio, dolor de cabeza, tristeza... Toma duchas de agua fría que alivian su carga, al menos por un momento. Es el único rato en el que se permite dejar el teléfono sobre la mesa. Teresa Palomo Cada día, a las ocho de la tarde, sale a la puerta de casa para aplaudir a los sanitarios por su labor y agradece disponer para sí mismo de una sanidad gratuita y accesible para todos, ya que en Camerún los cuidados médicos son de pago y solo al alcance de los más pudientes. Teresa Palomo Pese a todo, hay que seguir con las labores cotidianas: sacar la basura, sacar al perro, intentar ser productivo... Ciego consuelo para una persona que lo ha sacrificado todo por el bien de los suyos. Teresa Palomo Belletti sufrió muchísimo para llegar a España. Su cicatriz, que le recorre el cuerpo desde la cadera hasta debajo de su rodilla izquierda, es testigo permanente de ello. Casi muere tras uno de sus siete intentos de atravesar la triple valla que separa Marruecos de Melilla. Ahora, cuando su ayuda hace más falta que nunca, se pregunta si tanto sufrimiento valió la pena. Teresa Palomo Los días seguirán pasando para todos, cada vez más cerca del final del estado de alarma y del encierro obligatorio. Hasta entonces, Belletti permanecerá pegado a su teléfono, su única ventana a Camerún. ¿Qué es lo primero que hará cuando esto termine? "Viajar a mi tierra y abrazar a los míos, sentirlos. Y, luego, volver para seguir trabajando". Teresa Palomo