Carreras con mucho corazón
Creatividad, trabajo en equipo, pensamiento crítico, inteligencia emocional... ninguna empresa puede privarse de personas con estas cualidades
Aunque las llamen blandas, cada vez son más importantes: habilidades como el liderazgo, la creatividad, la inteligencia emocional, el pensamiento crítico, la colaboración intercultural, la capacidad de trabajo en equipo, de decisión, de concentración, y similares, serán las que más valor le otorguen a un trabajador. Las escuelas de negocios van tomando nota de la tendencia: las habilidades blandas (soft skills, en inglés) deben compaginarse con las habilidades duras (el corpus de conocimientos y habilidades técnicas que adquirimos durante nuestros estudios). Las primeras son especialmente útiles para capear el temporal en épocas de crisis o transición, que en este mundo volátil y acelerado parecen permanentes.
"Durante los próximos10 años, la era digital, cada persona deberá mejorar sus habilidades o adquirir otras nuevas", explica Nick van Dam, presidente del IE Center for Learning Innovation. "Las máquinas harán una parte cada vez mayor del trabajo y creo que nunca les ganaremos en las tareas que se les dan bien". Esas tareas incluyen, por ejemplo, el trabajo físico repetitivo o la recolección y procesado de datos. Así que es preferible que los humanos se hagan valer en esas áreas a las que las máquinas no llegan. Ahí es donde entran las soft skills, que, al contrario que las tecnologías, nunca se vuelven obsoletas.
Un buen predictor
Ya en 2012 el premio Nobel de Economía James J. Heckman indicó en una investigación junto a Tim D. Kautz (titulada Pruebas Sólidas sobre las Habilidades Blandas), que estas últimas "predicen el éxito en la vida y que los programas que mejoran esas habilidades deberían tener un papel importante en las políticas públicas que quieran ser eficientes". Y que deben promoverse desde la infancia. De hecho, un estudio del Stanford Research Institute y la Fundación Carnegie Mellon encontró que el éxito a largo plazo en el trabajo se debía en un 75% a las habilidades blandas y solo en un 25% a las duras. Por cierto: las primeras no solo son útiles en el entorno laboral, sino en todos los ámbitos de la vida. ¿A quién no le gusta una persona comunicativa, dialogante, colaborativa, organizada, decidida y emocionalmente estable, entre otras cualidades?
Pero no todas las habilidades blandas son iguales: como en tantos otros ámbitos, las necesidades, las demandas, las tendencias cambian rápidamente. Según el informe Tendencias en el entorno laboral 2020: las habilidades del futuro, elaborado por la plataforma de enseñanza online Udemy for Business, las habilidades prioritarias hoy en día son: innovación (según el 45% de los responsables de formación de las empresas consultadas), gestión del cambio (42%) y comunicación y storytelling (40%). Completan la clasificación la inteligencia emocional y la mentalidad de desarrollo (38% cada una).
Las habilidades duras son relativamente fáciles de adquirir (basta con cursar una carrera o un máster). "Las habilidades blandas, sin embargo, son más difíciles de desarrollar. Por ejemplo: lleva años de desarrollo, práctica y profunda reflexión personal convertirse en un líder de equipo excepcional o mejorar tu inteligencia emocional", explica Van Dam. Según su punto de vista, se da esta paradoja: las habilidades blandas son duras, y viceversa.
Salario emocional
"Antes tenías que adquirir habilidades técnicas muy fuertes, pero venir de casa con tus emociones gestionadas", explica Merche Aranda, directora del máster de Desarrollo Directivo, Inteligencia Emocional y Coaching en EAE Business School, que se ocupa de estos asuntos. Hoy los sistemas de gerencia han evolucionado y se tienen en cuenta los estados emocionales e incluso el salario emocional, en el que se incluyen cuestiones de carácter no económico. "Quizás históricamente se prefería un sueldo y un puesto fijo, hoy, según ciertas estadísticas, el 65% los empleados prefieren tener un buen jefe y mejor conciliación entre vida personal y laboral", dice la experta.
"Algunas habilidades blandas (como la escucha profunda o la inteligencia social) existen de manera natural en algunas personas, porque han crecido en un entorno que les ha obligado a desarrollarlas", dice Van Dam. Pero por lo general, hay que aprenderlas y practicarlas. Por eso es interesante promoverlas desde la infancia, cuando son más fáciles de integrar que a los 40 años, cuando la personalidad está formada y los hábitos adquiridos.
Aun así, en IE Business School las soft skills se desarrollan organizando grupos de estudiantes de diferente trasfondo cultural que realizan diferentes ejercicios. De esta manera, se practica la resolución de conflictos y la negociación, las decisiones grupales o las habilidades de presentación en público. Además, los alumnos interaccionan digitalmente con expertos externos y tienen clases específicas enfocadas en determinadas habilidades. Las habilidades blandas, pues, se pueden enseñar de manera transversal (por ejemplo, dentro de los MBA), o específica. Por ejemplo, escuelas como Esade ofrecen un programa de Liderazgo y Gestión de Equipos; Esic Business & Marketing School mantiene un curso especializado de Soft Skills Management, y Udemy un máster en Inteligencia Emocional y Soft Skills.
Escucha activa
Las habilidades blandas siempre han estado ahí, pero "como las teníamos descuidadas, siguen pareciendo una novedad", opina Aranda. Para la experta, hay alguna de especial utilidad hoy en día. Por ejemplo, la capacidad de liderar equipos multidisciplinares, cada vez más frecuentes. También el trato con el cliente, que muchas veces participa en el propio equipo. O la escucha activa. "Todos tenemos dos oídos y una boca", dice Aranda, "sin embargo, hablamos más que escuchamos. Y cuando escuchamos, escuchamos mientras juzgamos o preparamos un contraataque". Mediante la escucha activa, la que se hace con atención y sin prejuicios, se mejoran las relaciones entre las personas y el funcionamiento de los equipos. Como se ve, las habilidades blandas están relacionadas entre sí y no se oponen a las duras, sino que las complementan.
"Vivimos en un entorno VUCA (acrónimo inglés de Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad), y ante tal entorno tenemos la necesidad de ser más flexibles y adaptables, estar atentos a la innovación y el cambio", concluye Aranda, "y para eso las soft skills son imprescindibles".
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