Preguntas y respuestas sobre la ansiedad en niños durante la cuarentena
Jesús Paños, responsable de la Unidad de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia del Hospital San Rafael, explica cómo reconocerla y evitarla estos días
Las medidas para prevenir la expansión del coronavirus han modificado las rutinas de una gran parte de la población. Ya no hay cole, muchos padres trabajan desde casa, no se puede salir a correr ni a jugar con los amigos... La mayoría de los adultos disponen de las herramientas para adaptarse a estos cambios tan radicales y prolongados en el tiempo, pero ¿y los niños? ¿Estamos seguros de que lo llevan bien? Para saber cómo reconocer y evitar la ansiedad infantil en esta cuarentena, hablamos con el doctor Jesús Paños, responsable de la Unidad de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia del Hospital San Rafael, en Madrid.
Pregunta. La reclusión domiciliaria a consecuencia del estado de alarma puede ser difícil de entender para los niños. ¿Cuál es la mejor manera de explicarles la situación en la que se encuentran?
Respuesta. Una de las primeras estrategias a adoptar con los niños es aportarles información comprensible sobre lo que está ocurriendo con el virus, adaptada a su edad y grado de madurez. Podemos utilizar la comparación de algo que ya conozcan, como una gripe, resaltando la prevención del contagio y la posibilidad de evitar la enfermedad.
Conviene resaltar la idea de que es un virus peligroso y que, por ello, los niños han de quedarse en casa sin cole y muchas mamás y papás van a teletrabajar. Una forma práctica de comenzar a dar esta información es preguntarles antes y comprobar qué saben y qué les preocupa. Puede ser útil utilizar algunos recursos como cuentos o fábulas que hagan más cercana y comprensible la situación. El colegio de psicólogos de Madrid ha editado un cuento llamado Rosa contra el Virus, para niños de entre 4 y 10 años.
P. ¿Es posible que la ansiedad de los padres se transmita a los niños?
R. Hay que intentar evitar los comentarios exagerados y catastrofistas delante de ellos. Somos el modelo en el que se fijan nuestros hijos para poder procesar e interpretar lo que está ocurriendo a su alrededor, y por eso hay que vigilar cómo hablamos sobre estos problemas, porque si no, reconocerán la ansiedad de los padres y comenzarán a estresarse.
P. ¿Pueden las noticias sobre el coronavirus provocar estrés en los menores?
R. Por debajo de los seis años no es recomendable que tengan acceso a todas las noticias que difunden los medios de comunicación. Al ver imágenes perturbadoras por televisión, o escuchar hablar sobre muertes y número de contagiados, pueden preocuparse por su propia seguridad y la de las personas que quieren. Es imprescindible informarles antes de permitirles ver esas noticias, para que puedan interpretarlas y adaptarse a ellas.
Los niños saben que algo malo pasa, y en función de la edad podrán entender lo que es un virus, pero a los más pequeños les costará. Por eso no es recomendable que estén expuestos a tanta información negativa, que no saben cómo manejar. Al hablar con ellos, podemos incluir alguno de los datos que han escuchado, pero de una forma ordenada y con sentido: “Hay personas más débiles que necesitan más tratamiento y eso se hace en los hospitales, para que estén mejor cuidadas y observadas por los médicos”.
P. ¿Qué signos indican la aparición de estrés?
R. En la mayor parte de los niños, la cuarentena no tiene porqué generar estrés, pero sí preocupación. Si hemos podido explicarles de forma clara lo que ocurre, no aparecerán signos externos de ansiedad. No obstante, a lo largo de los días se les hará difícil no poder salir de casa y pueden aparecer demandas de atención, irritabilidad y un ligero malestar por no saber qué hacer. Si la cuarentena se prolonga, la falta de actividad puede llegar a provocar una ligera disminución del estado de ánimo. Por tanto, es bueno estar preparados y llenos de ideas.
Reconocer el estrés en los niños no es fácil, pero podemos observar alteraciones en su conducta: cambios de humor, quejas y protestas, rabietas frecuentes, patrones del sueño irregulares, mojar la cama... Algunos niños notan cambios fisiológicos como una sensación de inquietud interior, presión en el pecho, mareo o malestar en la tripa. Otros pueden experimentar dolor de estómago o de cabeza, mientras que algunos tienen problemas para concentrarse o terminar la tarea escolar. Los más mayores pueden mostrarse irritables y enfadados, mentir o desafiar la autoridad.
P. ¿Cómo se puede evitar la aparición de ansiedad infantil durante la cuarentena?
R. Es recomendable crear, junto a los niños, un plan de actividades en una cartulina o folio, presentarlo de forma visual y que quede a la vista. Pintaremos los siete días de la semana, dividiremos cada día en dos (mañana y tarde) y colocaremos en cada uno cuadrados o círculos que representen actividades y momentos importantes (poniendo dentro de esa figura lo que haremos): un rato para jugar, otro para leer, otro para los deberes... También es necesario dejar espacios sin actividades, para fomentar su creatividad.
Dediquemos un rato al día a leer, a ser posible algo nuevo, cuentos que les obliguen a seguir la historia y acordarse de los personajes que van descubriendo. Hay muchas ideas y enlaces en internet. También sería recomendable hacer, al final del día, un pequeño resumen a modo de diario y jugar a grabarlo con el móvil, contando anécdotas divertidas y las actividades realizadas, para poder contárselo a otros (esos que no ven, pero que saben que están).
P. ¿Qué efectos puede tener el estrés sobre los niños?
R. Desde un punto de vista neuropsicológico, las dos funciones más sensibles al estrés (y las que primero se alteran) son la atención y la memoria. Por eso, entrenarlas nos ofrece la posibilidad de evitar la aparición de pensamientos más negativos. Ejercitémoslas con juegos sencillos, como el de esconder cosas y buscarlas; jugar a descubrir qué número o letra te pinto (con el dedo o con un lápiz con poca punta) en la espalda, y que solo con el tacto descubran de qué letra o número se trataba; o jugar a imitar nuestros movimientos o los de algún animal.
P. Tener a los pequeños en casa todos los días puede ser también motivo de estrés para los mayores. ¿Qué tipo de actividades pueden hacerse en familia, que no supongan una fuente de ansiedad para nadie?
R. Tener que combinar en el mismo espacio y momento del día el cuidado y educación de los hijos y su desempeño laboral puede generar frustración en los adultos. Es importante mantener una rutina que nos deje tiempo para realizar actividades juntos, como estas:
- Cocinar, buscar recetas y planificar los menús de la semana.
- Pintar, diseñar o hacer manualidades con las que decorar la habitación; moldear con plastilina, fabricar lápices decorados para la vuelta al cole o crear un botiquín para llevar a clase (¡con toallitas desinfectantes!); jugar a juegos de mimo o de adivinar expresiones y emociones.
- Podemos aprovechar para aprender relajación o alguna técnica de respiración para niños, que nos serán muy útiles si la situación se alarga en el tiempo. Hay varios tutoriales en Internet y aplicaciones para móviles que nos pueden ayudar. Hay que entrenarles en que la respiración sea calmada y lenta, sin esfuerzo. Otra posibilidad son los baños con espuma, los masajes o los ejercicios de yoga.
- Ayudar en las tareas de casa. Saber que son capaces de ayudar les hará sentirse bien. La sensación de autonomía mejora la estima y es un poderoso refuerzo para seguir implicándose en nuevas tareas.
- Escuchar música juntos, cantar o disfrutar de un baile improvisado.
- Hablar por teléfono o en videollamada con familiares y amigos del colegio normalizará la situación y les ayudará a admitir que lo que viven es algo generalizado; es importante que vean la cara de sus familiares y escuchen su voz. También podemos ayudarles a que hagan preguntas y que no solo hablen de ellos mismos (y así entrenamos su empatía).
P. ¿Puede el ejercicio físico ayudar a evitar el estrés?
R. Hacer ejercicio permite liberar tensión muscular, pero además mejora nuestra capacidad de atención y nuestra memoria de trabajo, en especial si el ejercicio que practicamos implica una secuencia ordenada de movimientos como en el baile, la danza o las artes marciales. Se puede diseñar una tabla de ejercicios o seguir un tutorial en YouTube, o montar una yincana por toda la casa, con paradas donde tenemos que hacer un determinado ejercicio, a ser posible divertido (por aquí hacemos un túnel con las sillas y hay que pasar reptando, por allá hay que ir a cuatro patas o imitando algún animal, etcétera).
Podemos entrenar la coordinación y la psicomotricidad con juegos sencillos como jugar a ver quién da más botes seguidos a una pequeña pelota (que no haga mucho ruido), andar sobre una línea pintada en el suelo y hacer equilibrio con un pie detrás de otro, aguantar en la pata coja unos segundos, andar de puntillas hasta la cocina o hacia atrás…
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