La gran falsificadora
Annie Atkins creadora de minuciosas antiguedades falsas para Wes Anderson o Spielberg, reúne lo mejor de su trabajo en un libro, 'Fake love letters'
Annie Atkins hizo una vez los diseños para una película de ciencia ficción y no le gustó. “Era una película situada en una nave espacial. Lo pasé mal, no soy una persona que piense en cómo será el futuro. El mejor filme ambientado en el futuro en el que he trabajado fue Isla de perros de Wes Anderson, que se desarrollaba "20 años en el futuro", aunque no se decía desde cuándo. Nuestro trabajo se basó en gran medida en el diseño gráfico japonés de los años setenta. Me encantó. Cada trabajo para Wes es muy imaginativo”, cuenta la diseñadora gráfica británica especializada en producciones cinematográficas.
A veces compro pasaportes viejos en eBay y siempre me siento rara con el pasaporte de un desconocido que ha muerto. También me gusta coleccionar diarios de personas, solo para ver escritura a mano.
Ahora acaba de publicarse un libro, Fake Love letters (Phaidon), en el que se reúne parte de su trabajo en el cine. Ella es la persona que crea los carteles, las entradas, los periódicos, las señales de tráfico, las cartas… todas esas pequeñas piezas que contribuyen a hacer creíbles las ambientaciones de época. “Quería mostrar a la gente primeros planos de algunas piezas que eran muy detalladas pero que no aparecían en primer plano en las películas. Y luego también quería mostrar los hero props en El gran hotel Budapest (Wes Anderson, 2014). También elegí objetos que tenían historias interesantes”.
Atkins, conocida fundamentalmente por las piezas que ha realizado para las películas de Wes Anderson, es especialista precisamente en lo que denomina hero props. Piezas que se van a ver con tanto detalle que tienen que parecer auténticas incluso si se las observa de cerca.
Es conocida por su meticulosidad, incluso cuando no es la encargada del diseño de toda la película, como pasó en Joker. “Solo hice gráficos para dos sets en esa película: el equipo de Nueva York estaba desbordado y necesitaba un par de manos extra. La mayoría de las piezas eran documentos para los trabajadores sociales: montones de documentos médicos, carteles y boletines para tablones de anuncios. Todo tenía que ser creíble en el Departamento de Salud de Gotham. Cada vez que leo la palabra 'oficina' en un guion sé que tendré mucho trabajo”.
Su película favorita es El gran hotel Budapest, lo dice siempre que puede, pero Atkins ha trabajado para otros muchos directores. Para Spielberg en El puente de los espías hizo pasaportes del Alemania del Este y documentos de la CIA. Para el Wonderstruck de Todd Haynes, parafernalia de los años veinte y de los setenta, que iba de marcadores de libros a cartelería. En la serie Los Tudor creó pergaminos, vidrieras y mapas…
Ha trabajado en películas ambientadas desde el año 1500 a a 2010. “¿Mi época favorita? Paso por fases, pero actualmente estoy diseñando un escaparate en un estilo de mediados del siglo XX, así que esa es actualmente mi era favorita. Me encantan todas las impresiones offset, las notas escritas a máquina, los colores llamativos. Solía amar el Londres victoriano, pero he hecho tantas piezas para ese período que creo que estoy quemada”.
Su método, cuenta, son minuciosas investigaciones que incluyen trabajo de campo, peinando mercados de pulgas. “Le dedico mucho tiempo. Si no recopilo las referencias correctas, el trabajo es mucho más lento. A veces también tenemos un investigador para ayudar, los asistentes del departamento de arte siempre encuentran cosas geniales. Los mercadillos en Berlín son increíbles para los diseñadores gráficos. Creo que es útil tener objetos reales, de esa manera sabes lo que hay detrás de cualquier pieza, o la escala y la textura de un objeto. Es difícil juzgar estas cosas en línea”.
Es además coleccionista de objetos con pasado. “A veces compro pasaportes viejos en eBay, y siempre me siento rara con el pasaporte de un desconocido que ha muerto. También me gusta coleccionar diarios de personas, solo para ver escritura a mano. Sin embargo, la mayor parte de lo que colecciono es basura: viejos billetes de autobús y paquetes de cigarrillos”.
Esa, digamos dependencia de modelos reales, tiene también sus consecuencias. “Puede parecer raro, pero cuanto más reciente es la época más difícil es de diseñar. Trabajé una vez en una película de Ang Lee ambientada en 2004 y fue realmente difícil de investigar porque todavía no se ha archivado nada de principios de los 2000”.
Y después llega el momento de crear modelos falsos partiendo de los auténticos. Un trabajo minucioso. Pero al hablar de ese proceso, esta diseñadora gráfica que estudió después cinematografía y ha sabido cómo unir ambos campos se quita importancia. "No soy brillante en nada, solo sé un poco de todo y he aprendido a hacer trampa con los años", dijo en uno de los cursos que imparte. “No soy calígrafa profesional, o maquetista o tipógrafa. Soy diseñadora gráfica de utilería. Eso significa que tengo que aprender a adaptar mi estilo a cualquier época o género. Todo lo que hacemos para hacer cine es un truco. Y eso es lo que les explico a mis alumnos”.
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