La dictadura de la perfección llega a los adolescentes: cómo Instagram está llenando los gimnasios
La obsesión por un cuerpo musculado llegó a los más jóvenes y no siempre es por salud, es por los 'likes'
El activista queer estadounidense Adam Eli preguntó hace poco a sus casi 70.000 seguidores si alguna vez habían practicado sexo con la camiseta puesta porque se sentían inseguros por su físico. Más de 300 contestaron que sí. “En las apps de carne eres un 10, un 9’8, un 7... y te relacionas con gente de tu misma puntuación”, escribía uno de ellos. Eli ha puesto en marcha un par de hashtags para que los hombres cuelguen fotos de sus cuerpos imperfectos sin vergüenza. De momento ninguno ha tenido mucho éxito. Y menos aún si los comparamos con aquellos en los que se trata de mostrar lo bueno que estás.
Sergio Ordóñez tiene 210.000 seguidores en Instagram. Reconoce que todavía no se me ha metido a rentabilizarlo, pero espera “hacerlo en el futuro”. Tenía 17 años en 2014, cuando se proclamó campeón de España y subcampeón del mundo de calistenia, una disciplina gimnástica en la que se usa solo el peso del cuerpo. “Empecé con 16, en el parque de al lado de mi casa. Fui de los primeros, cuando casi no había sitios para entrenar. Mis amigos me consideraban un loco porque me dedicaba a colgarme de porterías y cosas de esas”, dice en un descanso de su trabajo.
“Lo que quieren los adolescentes es parecerse a los modelos que ven ahora en Instagram. Están en el instituto y quieren sentirse más guapos, más deseados. Atraer a chicas, vamos" Miguel Naranjo, entrenador personal
Sergio, que ahora tiene 23 años, combina la competición con ser entrenador en un gimnasio de Valencia. Su primer post en Instagram es de octubre de 2013. Desde entonces ha utilizado la red social para mostrar sus progresos en una variedad de calistenia denominada street workout, que normalmente se practica en el exterior, sobre todo en parques. “Lo empezamos a mover mucho por redes sociales, por Instagram. Yo salía a competir al extranjero, los chavales lo veían en las redes y eso les motivaba. Veían que podían llegar lejos entrenando en la calle. Ha crecido mucho, ahora cada vez hay más zonas en los gimnasios”.
Es el deporte de moda entre los adolescentes, confirma el entrenador personal Miguel Naranjo. “Las tendencias van cambiando, lo que está de moda ahora es la calistenia. Y es muy bueno para los jóvenes, porque trabajan con su propio cuerpo. Pero muchos lo que buscan es solo conseguir un modelo de cuerpo concreto. Tener un six pack y todo fibrado. Los parques están llenos de chicos que quieren parecerse a Frank Medrano, un americano que es el top en este deporte. Búscalo en Instagram”.
Habrá notado que siempre acabamos en Instagram. Entra dentro de lo lógico que cada vez se haga más deporte, pero lo llamativo es que el mayor crecimiento entre los jóvenes es el de las actividades físicas vinculadas con la apariencia. “Lo que buscan los chicos es un cuerpo muy definido, cero grasa, que todo se marque. Yo en mi centro esto lo veo día a día. Los chicos van por libre y se guían por lo que ven por Internet. Las chicas tienen un poco más cabeza en ese sentido”, explica el entrenador. “Hay chavales hasta de 14 años. Y es raro que un niño de esa edad haga ejercicio por motivos de salud. Entre jóvenes, solo ocurre si tienen sobrepeso”.
Y concluye: “Lo que quieren es parecerse a los modelos que ven ahora en Instagram. Están en el instituto y quieren sentirse más guapos, más deseados. Atraer a chicas, vamos. Y por el entorno. Esa parte es muy importante en la gente, influye mucho. Si yo tengo dos colegas que van al gimnasio, yo quiero ir con los colegas. Si están todo el día sentados con los videojuegos estaré igual. Por eso les digo que tengan en cuenta que van al gimnasio por sus amigos y que no lo dejen cuando ellos dejen de ir”, remata.
El aumento del número de chavales en las salas de musculación es lo bastante grande como para que el Anuario de actividades deportivas 2019 del Ministerio de Cultura y Deporte lo mencione. “Resulta importante destacar que desde la última encuesta realizada, en 2010, se observa un notable crecimiento en las tasas de práctica deportiva semanal entre los más jóvenes. Por tipo de ejercicio, cobran más importancia la gimnasia o la musculación, con notables incrementos”.
El rango de edad con mayor número de practicantes de deportes y el que más ha crecido es el de los jóvenes y adolescentes. Casi el 76 % de los españoles entre 15 y 24 años practican deporte una vez por semana. Un 30% más que en 2010
Según ese mismo informe, el rango de edad con mayor número de practicantes de deportes y el que más ha crecido es el de los jóvenes y adolescentes. Casi el 76 % de los españoles entre 15 y 24 años practican deporte una vez por semana. Un 30% más que en 2010. Si vamos al epígrafe concreto titulado Musculación y culturismo, vemos que se ha disparado. En 2015 lo practicaba un 8% del total de los deportistas, frente a un 1,7% en 2010.
En los hombres todavía más. Un 12% en 2015, frente al 3% en 2010. No hay desglose por edades, pero la patronal de los gimnasios confirma, sin datos concretos, el aumento de la presencia de menores en sus centros. “Los adolescentes suponen un porcentaje pequeño respecto al total de usuarios, si bien es cierto que la afluencia de personas de esta edad se ha ido incrementando en los últimos años”, dice Alberto García, gerente de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas.
Lo que no queda claro es cuánto de esto tiene que ver con la salud y cuánto con la estética. Quizás sea un poco retorcido asociar ambas cosas, pero es curioso que al mismo tiempo que ha aumentado la pasión por la musculatura entre los jóvenes hayan crecido también las operaciones de cirugía estética entre menores. “El promedio de edad de personas que se someten a procedimientos de cirugía estética ha bajado, y probablemente se deba a varios motivos: son operaciones más asequibles y por lo tanto, hay más personas que con un nivel económico más bajo o que dependiendo de terceros, como sus progenitores, se las pueden permitir. Pero también cuenta que el contacto que tenemos con los demás, el hecho de poder juzgarles y de sentirnos juzgados públicamente desde edades tempranas, hace que la gente tenga voluntad de cambiar o mejorar su aspecto físico con vistas a gustarse y a gustar a los demás”, dice Ana Martínez Padilla, especialista en cirugía plástica y medicina Estética y miembro de la plataforma Top Doctors.
Según otro especialista, Iván Marrero, la operación más demandada por los hombres actualmente es la lipoescultura: “Ellos buscan redefinir un contorno corporal más atlético. No simplemente eliminar el temido flotador o la barriguita cervecera. Ya exigen ir más allá y remodelar su silueta para conseguir una musculatura más marcada”.
Para muchos, uno de los grandes culpables es el body shaming. Fue más o menos en 2017 cuando se puso nombre a esa tendencia que consiste en reírse del cuerpo de los demás en las redes sociales. Lo que ha pasado en los colegios toda la vida, pero ahora con toda la humanidad participando. Todo el mundo puede sentirse tocado en la autoestima por su cuerpo, pero los adolescentes son especialmente sensibles. “Es tan deprimente. ¿No es lo bastante duro ser adolescente como para además preocuparte por que tus pantorrillas necesitan ser más gruesas?”, se preguntaba hace pocos días la escritora Emma Beddington en un artículo de The Guardian reveladoramente titulado: Lo siento por mis hijos adolescentes, los estándares de belleza para los jóvenes están fuera de control.
La autora señalaba un listado de responsables de la creación de este estándar de belleza: las revistas deportivas que leen en Internet sus hijos; hashtags de Instagram como #workout y #fitspo, o programas de televisión tipo La isla de las tentaciones. “Todos los participantes parecen el mismo. Depilados, con los abdominales marcados, brazos como jamones gigantescos y muslos como troncos de árbol. Simbolizan exactamente el modelo de físico inalcanzable al que la generación de mis hijos aspira”. Los datos que maneja de su país parecen avalar un cambio de paradigma. El número de hombres en tratamiento por desórdenes alimenticios en Reino Unido se incrementó un 70% entre 2010 y 2016. Y un informe de 2019 revelaba que uno de cada 12 niños se siente infeliz con su apariencia. “No es ninguna sorpresa que los chicos ahora peleen contra sus cuerpos casi tanto como las chicas. La igualdad de oportunidades ha llegado en 2020 a la dismorfia corporal”.
En efecto, la dictadura del cuerpo perfecto se ha instalado en el género masculino, que hasta ahora no era tan permeable a la presión social como el femenino. La paradoja es que lo hace cuando movimientos como Body positive intentan liberar a la mujer de los clichés estéticos. Y, poco a poco, al hombre: los esfuerzos de Adam Eli por visibilizar cánones no estandarizados de belleza y masculinidad han captado la atención de firmas de lujo como Gucci, pero están lejos del mainstream. “Los cánones sociales fomentan la presión por tener un cuerpo ideal en el hombre a través de la musculatura como signo de potencia. Las redes sociales han potenciado la exigencia por tener un cuerpo perfecto”, cuenta Neus García Guerra, especialista en psicología clínica en la Unidad de Psicoterapia Sant Pere Claver y miembro de Top Doctors.
“Se alimenta la obsesión por la estética. Aparentar, ofrecer la imagen ideal en Instagram. No hace mucho un chico me comentaba que había visto a un compañero que tiene una buena musculación con una chica guapísima en una montaña con una puesta de sol. Estaba fascinado, admirado de que aquel compañero hubiera conseguido la vida ideal cuando él se siente tan desgraciado. La obsesión por la belleza es un problema cultural. Se impone la necesidad de transformar la cultura y rechazar esa absurda idea de perfección”, concluye.
“La mayoría de la gente de mi edad hace deporte más por el aspecto que por la salud. Importa tener una buena imagen”, explica Hugo Moreta. Es de Salamanca, tiene 18 años y es estudiante y triatleta. Normalmente entrena todos los días entre dos y tres horas, en dos sesiones. Lleva haciendo deporte desde los 12, cuida su alimentación con un nutricionista y usa Instagram con moderación. “No soy mucho de subir cosas a redes, pero algunas sí. Alguna historia compitiendo o entrenando. Porque me gusta lo que hago y también me gusta compartir lo que me hace feliz”, dice.
Él no cree que las redes sociales relacionadas con el deporte sean más negativas que positivas. “No, porque redes sociales como Instagram son tan grandes y globales que hay todo tipo de cuerpos e influencers y cada cual seguirá al que más le guste o con quien más se identifique”, y su padre está encantado con su actividad. “Mis hijos, gracias al ejercicio diario, se han educado en el esfuerzo, en la disciplina y en el respeto por el otro. El deporte les hace mejores personas”, afirma orgulloso.
“Claro que ahora está de moda colgarlo todo en Instagram y presumir”, dice Sergio Ordóñez, que en abril se irá a Alemania a una competición mundial de calistenia. “Claro que hay gente que lo hace solo por lucir físico. Y claro que hay quien se mete en esto para ligar. Eso siempre y eso todos. Pero eso también pasaba antes de Instagram, ¿o no?”. Pues sí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.