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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Terraplanistas y otros frikis

YouTube se llena de vídeos que defienden teorías delirantes que chocan con la ciencia

Rosario G. Gómez
Imagen de la Tierra tomada desde la Estación Espacial Internacional.
Imagen de la Tierra tomada desde la Estación Espacial Internacional.NASA

Internet y las redes sociales son espacios en los que campan a sus anchas todo tipo de webs. Unas albergan el conocimiento, otras son un contenedor de ignorancia; comunidades comprometidas con el medio ambiente conviven con negacionistas del cambio climático de igual manera que reputados científicos comparten la web con terraplanistas ramplones. Cualquier corporación científica, como cualquier grupúsculo de frikis, tiene un poderoso altavoz a un golpe de clic. Y son millones las personas que se enganchan a las chifladuras. Lo ha comprobado la organización Avaaz (“voz”, en varios idiomas), que ha reclamado a YouTube que retire de la plataforma los vídeos que propagan bulos, se hacen eco de clamorosas falsedades o alimentan teorías conspiranoicas.

Avaaz se autodefine como una comunidad global de movilización online que integra la acción política impulsada por la ciudadanía dentro de los procesos de toma de decisiones globales. Con más de 50 millones de miembros en todo el mundo, su modo de actuar comprende la firma de peticiones dirigidas a los Gobiernos, la financiación de campañas en los medios de comunicación o el impulso de protestas en las calles. La organización se considera a sí misma como una célula madre de activismo político capaz de reproducirse y adoptar la forma más útil para cubrir una necesidad urgente determinada.

Las nuevas tecnologías juegan a su favor. Aceleran la capacidad de una respuesta rápida. Pero de esta ventaja también se aprovechan eficazmente los grupos que deterioran la convivencia en la Red, siembran mentiras o contaminan el conocimiento. Está comprobado que para que una teoría extravagante cale entre el público es necesario que exista un conspirador, un plan y medios para su difusión masiva.

Todos estos elementos confluyen en los predicadores de las antivacunas o en los terraplanistas, que han encontrado en YouTube un inmejorable canal de comunicación. En esta plataforma circulan vídeos que vinculan los voraces incendios forestales que azotan Australia, California o Siberia con proyectiles lanzados con armas láser desde una aeronave. Y no faltan los que proclaman con fe ciega que la Tierra es plana, horizontalmente infinita y con al menos 9.000 kilómetros de profundidad. La organización Avaaz ha pedido a la compañía hermana de Google que retire este tipo de vídeos ante el acelerado crecimiento de internautas que comulgan con contenidos que se dan de bruces con la ciencia. Quienes creen en teorías delirantes a menudo desconfían también de las instituciones. El ministro Pedro Duque se mostraba alucinado por el hecho de que un youtuber defensor del terraplanismo tuviera 88.000 inscritos. Magallanes lo advirtió hace 500 años: “La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda, porque vi su sombra en la Luna. Y tengo más fe en una sombra que en la Iglesia”.

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