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Aunque vaya en contra de tus costumbres, en estas condiciones es mejor no dar las gracias

Se dice que este acto de cortesía es un 'pegamento social', pero puede volverse en contra de quien lo utiliza. Esto es lo que hay que evitar

¿Es de mala educación dar las gracias al camarero? La pregunta la lanza un usuario de Forocoches, ya se sabe, el vademécum más elemental de cualquier tema de actualidad. Las respuestas caen en cascada. "No entiendo la costumbre. Se supone que está haciendo su trabajo. ¿No cobra por ello?", contesta uno. "Cuando tienes a la misma persona sirviéndote durante varias horas, le podría resultar hasta molesto", espeta otro. Un tercero relata cómo le llamaron la atención por reiterar su gratitud al camarero durante una boda. Está claro que hay veces en las que lo mejor es tragarse las gracias pero, ¿cómo se distinguen estas situaciones?

No sufras si eres de los que lo piden todo por favor y dan las gracias hasta cuando les pasan una factura. Es más, según las conclusiones de algunos científicos que se han atrevido a estudiar esta cortés costumbre, deberías estar agradecido. Sus estudios concluyen que dar las gracias es casi terapéutico: mejora la calidad del sueño y fortalece nuestras relaciones personales y románticas, por poner unos ejemplos. Pero no hay que pasarse. No hace falta una investigación científica para saber que hay personas que encuentran cargante esta costumbre. este acto puede volverse en tu contra. Si no te lo dicen a la cara, puedes leerlo en internet, en webs como Frikimalismo cuando aborda el "peloteo en Twitter y todo ese empalagoso protocolo de agradecimientos, bienvenidas y buenos deseos". Allí se dice que "lo que deja de ser humano y nos convierte en autómatas de la gratitud desenfrenada es agradecer cada retuiteo o cada seguidor cuando tienes un volumen de interacción considerable".

¿Pero dónde está la mesura? El psicólogo José Elías marca una frontera en su Guía práctica de Risoterapia. El límite está muy claro para él: no hay que dar las gracias cuando lleva implícito un pago, una recompensa o un acuerdo de algún tipo, dice. Su colega Elena Miró, profesora de la Universidad de Granada, bucea un poco más profundo. Para ella, debemos interiorizar las diferencias entre sentir gratitud y dar las gracias. "La gratitud implica una disposición general a notar y apreciar los aspectos positivos de la vida. No es solo el sentimiento que emerge cuando recibimos ayuda de alguien, o nos hace un favor (eso es gratitud condicional), sino que implica una forma de estar en la vida en la que uno se siente agradecido sin que haya ocurrido nada especial, agradecido por todo y por nada a la vez". Es la gratitud lo que beneficia tanto a quien la expresa como a quien la recibe, y lo que ayuda a fortalecer nuestras relaciones, incluso a mejorarlas cuando no pasan por su mejor momento, aclara Miró.

La importancia de aclarar por qué se dan

Imaginemos que una persona avara ofrece un billete a un indigente. ¿Tendría que agradecérselo? ¿Hacerlo significaría que aprueba su codicia y valida todo un sistema injusto o, al contrario, serviría para impulsar en él más generosidad? “Creo que simplemente equivale a ‘gracias por darme ese billete", responde Miró. El ejemplo ilustra perfectamente por qué es muy útil, si vemos que puede generar confusión, es bueno especificar por qué damos las gracias. “Si pensamos en las leyes de la psicología del aprendizaje que gobiernan el control de las conductas, ese gracias puede ser un reforzamiento positivo a la conducta de haber dado un dinero, lo que significa que tenderá a aumentar en el futuro la conducta generosa”.

Eso sí, hay que terne cuidado con qué conductas se refuerzan. Un informe publicado recientemente en la revista Personality and Social Psychology Bulletin sugiere que el agradecimiento en una relación de poder desigual contribuye a solidificar las jerarquías, y que socava la posibilidad de protesta de quienes están en desigualdad de condiciones. Sus autores, Inna Ksenofontov y Julia Becker, de la Universidad de Osnabrück (Alemania), idearon varios escenarios de laboratorio en los que un grupo privilegiado, simulado por ordenador, se comportó de manera reprochable con personas en situación menos ventajosa. La conclusión final fue que los participantes agradecidos por beneficios dudosos se mostraron menos propensos a quejarse o a desafiar la injusticia.

Los científicos entienden que la protesta podría ser demasiado costosa o peligrosa para los oprimidos, y reconocen que no se debe descuidar este gesto de cortesía (eso va por la educación de los niños). Pero no esperes que te den las gracias si te apuntas de voluntario a un comedor social.

"El estudio es interesante -señala Miró-, pero es el único existente y una parte de los subestudios que incluye han sido realizados por estudiantes y en situaciones simuladas de laboratorio. Se trata de un asunto complejo, lleno de matices y que hay que investigar bastante más antes de tener conclusiones firmes y definitivas. Personalmente no creo que dar las gracias, cuando es adecuado y genuino, sirva para aumentar la desigualdad o las relaciones de dominación". Lo que Miró no dice, pero el protocolo sí dicta, es que "no hay que dar las gracias al salonero cada vez que le sirve un plato", escribe en su particular manual de etiqueta y hotelería la bloguera Paty Félix. Por si aún estabas rabiando contra los desagradecidos de Forocoches.

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