El debut de Pertegaz anima la pasarela madrileña
La marca es el aliciente de una cita cuya mayor virtud es su impacto mediático
“La moda es comunicación. Y ya que la pasarela con más repercusión que existe en España es la de Madrid, teníamos que estar aquí”. Custo Dalmau resume así la que, en su opinión y en la de otros muchos diseñadores, es la principal virtud de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM): su capacidad para atraer la atención mediática. Proporcionar esos impagables minutos de televisión y retuits a firmas recién llegadas a la plataforma como la sevillana Fernando Claro, o a otras tan célebres como Pertegaz, que, con su debut en la cita madrileña, consiguió insuflar cierta energía a una semana de la moda anémica. Pero más allá de las bondades de la MBFWM como herramienta de promoción, el debate se centra, desde hace años, en su eficiencia a la hora de promover el negocio y la creatividad.
Con respecto a este último objetivo, si la salud del diseño español tuviera que medirse en base a lo visto hasta ahora, mejor sería ir sacando las palas de reanimación cardiaca.
Sobre la capacidad de tender puentes entre creadores e industria, las opiniones son dispares. La pasarela ha invitado en esta 71ª edición a 27 compradores de tiendas multimarca y grandes almacenes nacionales e internacionales, lo que “ayuda a abrir mercados”, según aseguran desde Roberto Torretta. La firma presentó una colección inspirada en la sastrería de los sesenta y setenta, y en la que el uso del cuero —santo y seña de la marca— contrastaba con la utilización de un tejido ecológico elaborado en Japón. Hannibal Laguna, que llenó su primera fila con clientas “venidas ex profeso desde México, Puerto Rico y Venezuela”, insiste en la influencia en América Latina de la MBFWM. “Es una pasarela que se sigue con atención y no somos conscientes de ello”, explica el creador que acaba de recibir un premio en Mérida, México “Había setenta personas esperándome en el aeropuerto, ni que fuera yo Paquirrín”, bromea.
El número de medios acreditados —más de 1.000 periodistas nacionales frente a 12 internacionales— parece indicar que el interés en la cita madrileña no ha decaído, al menos a nivel interno, pese a la pérdida de algunos de sus diseñadores más populares: Juanjo Oliva, Duyos, Ailanto, María Escoté, María Ke Fisherman y ManéMané. Tampoco los siete días que dura el evento (dos más que la Semana de la Moda de Milán) han hecho mella en la cobertura informativa, aunque sí en un calendario que resulta muy irregular en cuanto a la calidad de sus participantes. “No descartamos reducir un día en futuras ediciones y condensar más los desfiles por jornada”, apunta Nuria de Miguel, nueva directora de la semana de la moda.
El momento álgido del insípido jueves llegó con el desfile de la mítica Pertegaz, fundada en 1942 por Manuel Pertegaz y propiedad de la compañía gallega Jealfer desde 2012. Se trataba del primero de la marca en la MBFWM, y también de su director creativo, Jorge Vázquez, al frente de la firma. “La empresa tenía muy claro que el arranque de esta nueva etapa tenía que hacerse en España y en Madrid, que es donde está la prensa especializaba”, explicaba Vázquez. Más que aportar una visión propia, el diseñador de A Coruña buscó enfatizar los iconos de la casa y rendir homenaje al creador —fallecido hace seis años— reeditando varios vestidos, gafas y estampados. También actualizando algunas de las prendas gracias a las que Pertegaz se convirtió “en uno de los diseñadores más deseados de Estados Unidos” en las décadas de los cincuenta y sesenta, cuando sus creaciones se vendían en templos del lujo neoyorquinos como Barney’s y Bergdorf Goodman: “Viendo esas piezas te das cuenta de lo moderno que era y de que cosas que hoy nos parecen de lo más transgresor beben de su creatividad”.
Como Pertegaz, Custo Dalmau ha sido uno de los pocos creadores españoles que ha tenido un nombre y un peso en el mercado estadounidense. Pionero en este y otros aspectos, también es uno de los pocos diseñadores consagrados que ha sabido leer la pérdida de relevancia de su marca y actuar en consecuencia haciendo algo todavía más insólito: superar sus propios códigos. “Después de 40 años de carrera queremos pasar a las nuevas generaciones, que no tienen nada ver con los grafismos tan marcados de las camisetas con las que nos hicimos famosos, sino con los tejidos tecnológicos, en cuyo desarrollo nos estamos centrando”, explica.
Desde el año pasado, la compañía italiana Aeffe, propietaria de Alberta Ferretti y Moschino, produce y distribuye las prendas de Custo Barcelona. El diseñador, que mantiene la dirección creativa, desplegó sobre la pasarela una colección bautizada Thank you, next? (Gracias, ¿lo siguiente?), que ahonda en la estética poligonera y que se estructura en torno a voluminosos plumíferos, vestidos ajustados que evocan la escena electrónica de los noventa y pantalones de pata de elefante satinados.
En el extremo estilísticamente opuesto se sitúa Fernando Claro, una firma sevillana que tras 35 años de historia pretende apoyarse en la MBFWM para dar el salto de la confección a medida a la producción industrial. “El 70% de nuestras ventas son trajes de novia; y el 30% restante, invitadas. Pero con la ayuda de las influencers con las que hemos estado trabajando queremos aumentar la división de vestidos de fiesta”, explican.
La metáfora de la primera fila
Una de las quejas más antiguas y repetidas en el pabellón 14.1 de la Feria de Madrid (Ifema), donde se celebra la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, es la falta de apoyo institucional al evento y, por extensión, al sector textil y de diseño que representa. Pero a juzgar por lo visto ayer parece que las tornas están cambiando. En primera fila del desfile de Hannibal Laguna —con el que sea abrió la cuarta jornada de esta 71ª edición— se encontraban la ministra de Industria, Reyes Maroto; la secretaria de Estado de Turismo, Bel Oliver; y la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Compartiendo bancada con ellas estaban la periodista Isabel Gemio, y la cantante Chenoa. Una buena metáfora de la variopinta representación de autoridades y famosos que se cruzan sobre la moqueta de Ifema. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, e Isabel Torres, mujer del líder del PP, Pablo Casado, disfrutaron en la sede del consistorio del desfile de Pertegaz.
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