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Columna
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La bienvenida

Con esta apertura a la participación de diferentes sectores políticos, Duque caerá en lo que más criticaba

Ariel Ávila
El presidente de Colombia, Iván Duque, en el foro económico de Davos.
El presidente de Colombia, Iván Duque, en el foro económico de Davos.FABRICE COFFRINI (AFP)

El viernes pasado, el congresista Gabriel Santos, hijo del exembajador de Colombia en los Estados Unidos, Francisco Santos, lanzó vía Twitter un comentario con el que daba a entender que el Gobierno había cedido a las pretensiones burocráticas de varios sectores políticos y que se estaban rifando ministerios por parte del partido Cambio Radical y tal vez el Partido Liberal. Todo parece indicar que dicho remezón ministerial se daría en las próximas semanas. De confirmarse la información, seguramente el Gobierno por fin lograría mayorías en el Congreso de la República y con ello, cierta estabilidad en la agenda legislativa.

Sin embargo, hay dos grandes costos para el Ejecutivo. Por un lado, su discurso de la lucha contra la corrupción y la llamada mermelada se derrumbará. No debe olvidarse que en Colombia dejar participar otros sectores políticos en el Gobierno no es bien visto. Recientemente, la sociedad considera que eso es corrupción y tráfico de influencias, popularmente se conoce como mermelada. El actual Gobierno de Iván Duque criticó esta participación política, acusó al expresidente Santos de ser uno de los más corruptos por dejar participar a diferentes sectores políticos. Ahora, con esta apertura, Duque caerá en lo que más criticaba.

Por otro lado, cuando el Gobierno de Duque arrancó su popularidad estaba cercana al 60 %. Ahora, luego de casi 18 meses, la imagen positiva está por debajo de un 30 %. Varios analistas consideran que se vive una crisis sin precedentes. Por ende, una cosa es negociar con socios políticos cuando se está en la cima de la popularidad y otra es negociar en medio de una crisis política. Todo indica que Cambio Radical y los liberales serán, literalmente, vampiros que se chuparán hasta la última gota de sangre del Gobierno Duque. Su alianza será a un alto precio para el Gobierno.

Pero el costo también será para estos partidos tradicionales, que han sufrido varias derrotas electorales en el último tiempo. Generalmente, en Colombia había tres sectores políticos. El primero a la izquierda, siempre marginal y muy pequeño. Pero en las elecciones de 2018 lograron ser casi un 25% del legislativo, se cree que van a subir en las próximas elecciones nacionales del 2022. De hecho, fueron la segunda fuerza en las presidenciales. El segundo grupo es la derecha fuerte, principalmente compuesta por las élites regionales, las cuales siempre habían sido las segundonas. Sin embargo, ganaron en 2018 y salieron tan fortalecidos que rechazaron el apoyo de los partidos tradicionales por más de un año. El tercer grupo es la élite nacional, la todopoderosa burguesía nacional, la que ha gobernado por más de 100 años al país. Siempre ganaban, pero esta vez han salido derrotados.

Esta élite nacional, de la cual es parte un sector de Cambio Radical y un buen sector del Partido Liberal necesita reinventarse, sus viejas prácticas clientelistas les han costado mucho. Por ello, si bien entrar al Gobierno puede darles miles de cargos burocráticos, también puede salirles costoso: podrían ser castigados duramente en las urnas, no solo por percibirse que siguen con sus prácticas corruptas, sino, sobre todo, deberán cargar la imagen negativa del actual Gobierno. Siempre se ha dicho que en política nadie está muerto, pero igualmente se debe decir que reinventarse en política es una de las cosas más difíciles que hay.

Al final, tal vez, tanto el Gobierno como estos sectores políticos tendrán beneficios y costos. Pero la principal conclusión es que ninguno de estos sectores ha entendido el nuevo país, ese que salió a las calles hace algunas semanas y que durante este año no se esconderá. Por el momento, el Centro Democrático le da la bienvenida a la gente de Germán Vargas Lleras, los Char y Cesar Gaviria.

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