Un incendio impecable
El escándalo ya no es que se dude de la independencia de la Fiscalía, sino que no se dude. Es decir: el escándalo ahora sería que la exministra de Justicia se pelee con el Gobierno
Hay que creerse que es “impecable” el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado del mismo modo que no puede haber ninguna duda de que a Pedro Sánchez se lo parecería si Mariano Rajoy hubiese hecho lo mismo con su ministro para garantizar la “autonomía” y la “independencia” de la institución. Son lógicas sus explicaciones: Delgado “ya no es ministra” y su acta de diputada, su presencia en las listas del PSOE y sus participaciones en los mítines de campaña los hacía “como independiente”. Sánchez, por tanto, ha evitado que la probable fiscal general del Estado sea al mismo tiempo ministra de Justicia, y que su “independencia” y “autonomía” de Gobierno que la hizo ministra y por el que hizo campaña no se vea afectada al no tener carné socialista. Si hubiese nombrado a Alfonso Guerra, por ejemplo, que sí tiene carné del PSOE, sería diferente: no estaría garantizada esa independencia. Con Delgado, entonces, no hay tal problema.
Que todo esto pretenda no tener contestación o crítica debido al “prietas las filas” que exigen derecha y ultraderecha es un cálculo inteligente a corto plazo. A largo plazo es como pretender acabar con el lobo de Caperucita quemando el bosque. Deslices que, según esta estrategia, se han de perdonar porque la situación es la que es y la oposición amenaza con impugnar ya no el Gobierno, sino la legitimidad de los resultados electorales. A veces se percibe una situación tan excepcional por parte de una oposición desencadenada que el Gobierno, en su reacción, hace realidad esa situación. Y a esa contestación violenta de Vox y aledaños, siendo los aledaños el PP y no viceversa, se la llama “crispación”, como si nombrar fiscal general del Estado a tu ministra de Justicia, aclarando que “ya no es ministra”, no fuese también crispación, no deslegitimase instituciones que, si bien nunca fueron del todo independientes, se esforzaban un poco en parecerlo y no fuese otra caricia a tus socios de Gobierno, que hace dos meses se metían con la frase del presidente “¿de quién depende la Fiscalía?” por la que pidió, esta es buena, perdón.
El corte del pudor está aproximadamente ahí. Un listón según el cual lo “impecable” procede de abismos todavía por explorar. Pero hay más cosas. Por ejemplo, la muy básica relación que establece rápidamente buena parte de la izquierda entre los fraudes morales del PSOE con los propios del PP, algo que merecería una tesis si, con todo, se hubiese atrevido el PP a hacer algo parecido a lo hecho por Sánchez, que no. Lo que se hace al recordar ante cualquier tropelía del PSOE que el PP también lo hacía, no es lo que se pretende, atenuar la culpa, sino algo tan básico como decir que la gestión del PP es la referencia. Al menos la gestión de las apariencias, porque ese es otro drama: Delgado tiene 28 años de carrera, casi todos en la Audiencia Nacional, ha sido fiscal antiterrorista y antidroga. Su nombramiento en la Fiscalía General del Estado sería “impecable” antes de ser ministra de Pedro Sánchez y quizá, quién sabe, lo sea a posteriori, si se enfrenta al Gobierno en los asuntos delicados que maneja una institución así y que afectan al Ejecutivo. Un mérito a anotar: el escándalo ya no es que se dude de esa independencia, sino que no se dude. Es decir: el escándalo ahora sería que la exministra de Justicia se pelee con su Gobierno.
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