Construir con casi nada
En Babahoyo (Ecuador) el estudio Natura Futura ha redefinido la casa mínima –habitualmente estrecha y oscura- levantando una vivienda con bloques de hormigón, ventilación cruzada y jardín
Óscar, el dueño de la Casa entre bloques es un gestor cultural de eventos musicales que tenía un solar de 70 metros cuadrados en Babahoyo, dentro de la provincia ecuatoriana de Los Ríos.
Tenía poco presupuesto, pero no quería que esa escasez se utilizara como excusa para convertir su casa en, de nuevo, una representación de la estrechez, la falta de ventilación y la escasa iluminación. Por eso buscó a un audaz equipo de arquitectos capaz de imaginar cambios y capaz de convertir esas ideas en realidad.
“La apuesta es lograr un respiro, una oportunidad de generar con pocos recursos una solución que satisfaga las necesidades reales”, explican los proyectistas del estudio Natura Futura. Hace un lustro, ya habían proyectado, la Casa Infinita —con una fachada a base de bloques que forma una celosía pintada de blanco— al norte de la ciudad. Con aquella vivienda, el estudio repensaba la dignidad y la calidad a partir de una aspiración realista: un pequeño solar y una deuda también pequeña con la que poder convivir.
Con la nueva casa entre bloques, otra vez lo básico se reordena. Lo oscuro se aclara y lo pesado se aligera. El arquitecto José Fernando Gómez asegura que “utilizan la composición como herramienta de exploración”. El resultado es que construyen con mampostería de bloque de hormigón con traslape, puertas y ventanas de arquetipos tradicionales —en madera vidrio y metal— aleros transparentes como respuesta a la necesidad de iluminación y grandes ventanales para favorecer la ventilación cruzada que permita lidiar con el clima tropical de la región.
En la casa de Óscar, la propuesta se convierte en una arquitectura integral en versión básica y austera que incluye el diseño del mobiliario dentro de los cánones mínimos para ahorrar espacio y generar un ambiente útil. La casa suma a la lógica, el ingenio y el respeto por el proyecto, una preocupación energética que lleva a los arquitectos a emplear materiales locales y a idear soluciones sencillas, lógicas y eficaces para lidiar con el clima. El resultado es un ejercicio ético, sensato y oportuno. También esperanzador.
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