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Columna
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¿Existió un evangelio erótico?

La escrituras cristianas censuradas poseen una gran fuerza espiritual y humana, son una llamada a liberarnos de prejuicios e imposiciones externas que castran la cultura

Juan Arias
El museo de la biblia de la Universidad de Münster, en Alemania.
El museo de la biblia de la Universidad de Münster, en Alemania.GETTY

Entre los muchos misterios y preguntas sin respuesta que encierran los Evangelios cristianos, se cree que pudo existir un Evangelio secreto de Marcos, anterior al que hoy conocemos como uno de los cuatro relatos canónicos del cristianismo, y hasta un Evangelio erótico.

En ese supuesto Evangelio secreto según Marcos hay un pasaje muy concreto que difiere claramente del Marcos oficial. Un texto que ha generado muchos problemas, pues hubo algunas sectas, como los carpocratianos, que lo interpretaron en clave homosexual y erótica. Por eso debió haber desaparecido de la versión posterior, que hoy tomamos como oficial. El texto dice: “Y llegaron a Betania. Había allí una mujer cuyo hermano había muerto. Acercándose a Jesús, se arrodilló ante él y le dijo: 'Hijo de David ten misericordia de mí', pero los discípulos la apartaron, y Jesús, encolerizado, salió con ella al huerto, donde estaba el monumento, y enseguida se escuchó un gran grito procedente de este. Jesús se acercó y removió la piedra de la entrada del monumento. Y enseguida, entrando en la estancia donde estaba el joven, extendió su mano y lo resucitó. Levantando la vista, el joven lo amó y comenzó a pedirle que lo dejara quedarse con él. Y al salir del monumento entraron en la casa del joven que era rico. Pasados seis días, Jesús le dijo lo que tenía que hacer y por la noche el joven se vino a él, llevando un vestido de lino sobre su cuerpo desnudo. Y se quedó con él aquella noche, pues Jesús le enseñó el misterio del reino de Dios. Y después, levantándose, se volvió a la orilla”.

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Biblistas como John Dominic Crossan sostienen que este pasaje figuraba en otro Evangelio de Marcos, que después fue censurado. Se cree que podía ser un texto utilizado durante el rito nudista del bautismo, de ahí que algunos fieles le hubieran dado una interpretación erótica y por eso acabó desapareciendo de la versión oficial. Aunque hay quienes piensan que, más que eliminarlo, dicho texto fue diluido aquí y allí en el texto oficial de Marcos.

Restos de aquel texto estarían, por ejemplo, en el curioso episodio de Marcos cuando cuenta que en el momento de detener a Jesús en el Huerto de los Olivos, “todos lo abandonaron y huyeron”, y que “detuvieron a un joven que le seguía cubierto sólo con un lienzo, pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo".

El biblista Crossan defiende que, en tiempos de Clemente de Alejandría, llegaron a existir tres versiones del Evangelio de Marcos: el canónico, el erótico y el secreto, y que este último debió desempeñar un papel muy importante en la liturgia del bautismo, pues de lo contrario simplemente lo habrían destruido. Por otra parte, Jesús no bautizaba aunque él se hizo bautizar por Juan Bautista desnudo en un río, y ese rito nudista no tenía por qué ser visto en clave homosexual como hicieron algunas sectas disidentes.

Todo ello, explican los expertos bíblicos, revela lo que hubiese supuesto este pasaje de no haber sido censurado y hasta eliminado —como tantos evangelios considerados apócrifos— sólo porque podían herir la sensibilidad de los legalistas y a los alérgicos a cualquier otro tipo de sexualidad.

Hoy mismo no se excluye que Jesús —si es verdad que no se casó, algo difícil de probar teniendo en cuenta la cultura de aquel tiempo en la cual era imposible que un hombre no tuviese una familia— pudo haber sido homosexual. Hay, incluso, algunas hipótesis que indican que su compañero fue Juan, aquel joven discípulo cuya vida familiar después de la muerte de Cristo resulta un misterio.

El matrimonio de Jesús con Magdalena, que no era una prostituta, sino una mujer cultivada intelectualmente como durante años sostuvo la Iglesia, parte del movimiento gnóstico y quien incluso escribió un Evangelio, es otro de los temas sobre los que la institución prefiere cerrar los ojos.

Hay quien ha visto, por ejemplo, en el pasaje de la crucifixión, que el hecho de que Jesús se haya presentado a Magdalena antes que a su madre o a los apóstoles una vez resucitado es la prueba de que ésta era su mujer. Incluso Santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia, se atormentaba pensando por qué Jesús no se apareció antes que a nadie a los apóstoles y sí lo hizo frente a una mujer, puesto que en aquel tiempo el testimonio de una mujer no tenía validez durante un juicio. Su palabra no era tomada en cuenta.

Jesús, que ya había quebrado todos los prejuicios burgueses y culturales para predicar la fuerza de la libertad de espíritu, quiso dejar constancia, en un momento fundamental como lo es el pasaje de la muerte a la vida, de que él no aceptaba prejuicios sociales. Aunque fuera metafóricamente. Y que si para él no existía distinción entre judíos y gentiles, entre justos y pecadores, tampoco existía entre el hombre y la mujer. Justamente fue a otra mujer, a la Samaritana, a quien Jesús le reveló que llegaría el día en que los hijos de Dios no necesitarían disputarse templos y catedrales para la adoración de Dios, sino que rendirían culto en su propio corazón y en la libertad de su espíritu.

Los Evangelios que nos ofrece la Biblia católica son una fuente de sabiduría antigua y moderna a la vez. A pesar de haber sido censurados, la mayoría de las escrituras aisladas durante los primeros siglos del cristianismo constituyen, aún hoy, una fuente importante, no solo literaria o religiosa, sino liberadora de tabús. Basta tener el coraje de leerlas sin prejuicios, ni amaños de sacerdotes y pastores. Estos textos poseen una gran fuerza espiritual y humana, son una llamada a liberarnos de prejuicios e imposiciones externas que castran la cultura. Querer domesticarlos y usarlos para encadenar conciencias sería el mayor pecado, para el que Jesús decía que no existía perdón.

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