Trump, hazmerreír en jefe
El problema de fondo no es la Alianza, sino quien la dirige porque es el presidente de los Estados Unidos y comandante en jefe de sus ejércitos
De mal en peor. A Trump nadie le toma ya en serio. Ni siquiera sus amenazas. Incluso su leyenda se está esfumando. En Londres ha tenido que morderse la lengua para no perjudicar a Boris Johnson: cualquiera de sus ocurrencias en favor del Brexit podía dañar la campaña electoral del primer ministro conservador, a ocho días de la cita con las urnas. También ha tenido que soportar los murmullos de burla en un corrillo de jóvenes colegas —Macron, Rutte, Johnson y Trudeau— captados por una cámara en el palacio de Buckingham. Y el desdén de la princesa Ana de Inglaterra, que no quiso saludarle.
La fiesta del 70º cumpleaños de la OTAN, imaginada por Theresa May, era entera para Trump. Precisamente para halagarle como líder de Occidente, exhibir el aumento del gasto en defensa de los socios y evitar los desplantes e incidentes tan habituales en el presidente estadounidense. La cumbre política, solo a nivel ministerial, donde se tomaron las decisiones, se celebró ya en abril en Washington, donde correspondía, justo en el aniversario de la firma de tan trascendental tratado. Había un temor atlántico permanente y era que Trump anunciara de improviso la retirada de Estados Unidos, como ya ha amagado en varias ocasiones, al declarar obsoleta la Alianza o poner en duda el artículo 5 sobre la garantía de mutua defensa.
De ahí la opción por la pompa vacía de una cumbre de mandatarios con cena de gala en palacio. Precedidas por las explosivas declaraciones de Macron sobre la muerte cerebral de la OTAN, las palabras devaluadas de Trump han ido ahora en dirección contraria, en defensa cerrada de la Alianza. Tanto da, porque sus decisiones siguen en la misma dirección, contraria al espíritu multilateral del pacto atlántico. Y porque ahora están más devaluadas gracias a la aceleración del proceso de destitución o impeachment por abuso de poder y obstaculización a la investigación parlamentaria en un caso que afecta precisamente a la vecina Ucrania, país en guerra con Rusia y crucial para la Unión Europea.
Trump dejó al pie de los caballos al presidente ucranio Zelenski en su pugna territorial con Moscú, en razón de sus oportunistas intereses electorales, al igual que ha dejado al pie de los caballos a los aliados kurdos, combatientes contra el Estado Islámico, y a los socios atlánticos que les apoyaban, solo para dar satisfacción al presidente turco Erdogan. La Alianza Atlántica tiene muchos problemas, especialmente de renovación de su estrategia. Pero el problema de fondo no es la Alianza, sino quien la dirige porque es el presidente de los Estados Unidos y comandante en jefe de sus ejércitos. Macron dio en el blanco incluso al elegir las palabras más exactas para su diagnóstico: la OTAN se halla en estado de muerte cerebral porque quien la ha fundado, conducido e incluso financiado desde su creación hace 70 años cuenta como presidente con alguien que no sabe ni siquiera lo que tiene entre manos. “Seamos serios”, dijo Macron en Londres a quien ya se ha convertido en el hazmerreír en jefe.
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