Malos principios
Esperemos que sea solo al principio, y que en lo sucesivo haya un mayor nivel político en el Parlamento que ahora se inaugura. La variedad en las fórmulas para acatar la Constitución es un mal principio. Sin entrar en razones jurídicas, todo parece indicar que es una provocación de personas que vienen a unas instituciones en las que no creen. Y enfrente otro mal principio: meterse de forma exagerada con la presidenta o anunciar acciones legales por la forma de acatar la Constitución, cuando ya el Tribunal Constitucional se ha manifestado, parece indicar que solo les importa el ruido y la crispación. Malos principios para una legislatura con graves problemas que afrontar.
Julio García-Casarrubios Sainz. Valdepeñas (Ciudad Real)
Acabamos de asistir a la constitución de las nuevas Cámaras y otra vez al bochornoso espectáculo de las cada vez más ingeniosas ocurrencias de algunos de nuestros parlamentarios al elegir las fórmulas usadas para acatar la Constitución y obtener sus credenciales. No niego que pueda ser constitucional y legalmente posible usar algunas (o todas) de esas fórmulas, pero estoy seguro de que una enorme mayoría de ciudadanos las consideran absurdas; probablemente incluso ofensivas algunas de ellas, y desde luego irrespetuosas todas con la seriedad y la formalidad del acto. Se habla mucho de un extrañamiento progresivo y cada vez más grave de los ciudadanos respecto de los políticos, y el espectáculo al que acabamos de asistir no contribuye en nada a disminuirlo, más bien al contrario.
Pedro Carboneras Martínez. Madrid
Anoche tuve un sueño. En él veía a un diputado que subía a la tribuna de oradores y manifestaba ante los presentes en el hemiciclo: “Comenzamos una nueva legislatura, tras la anterior fallida, y propongo que renunciemos al sueldo que tenemos asignado mientras no consigamos ser útiles a la sociedad a la que representamos, es decir, cuando lleguemos a un acuerdo que desbloquee esta situación y se posibilite la formación de un Gobierno”. Desperté y me di cuenta de que todo era un sueño. Ni uno solo de los diputados sin excepción, de izquierdas, derechas, regionalistas, independentistas o no, había hecho tal propuesta. Hay cosas que solo suceden en sueños.
Sebastián Navarrete Molina. Fuenlabrada (Madrid)
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