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Columna
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Con Cary Grant como Philip Marlowe

Una tecnología que puede rejuvenecer a Robert de Niro podrá pronto convertir al actor en el famoso detective, como habrían querido el creador del personaje y el autor de esta columna

Javier Sampedro
En 1938, a la vuelta de unas vacaciones por Europa, Cary Grant fotografía la costa de Nueva York.
En 1938, a la vuelta de unas vacaciones por Europa, Cary Grant fotografía la costa de Nueva York.Bettmann/CORBIS

Una de mis grandes frustraciones como aficionado al cine negro es no haber visto cumplido el sueño de Raymond Chandler, que nunca pensó en Humphrey Bogart mientras escribía sus novelas del detective Philip Marlowe, y dejó escrito que “tendría que haber sido Cary Grant”. En su novela canónica El sueño eterno, Chandler hizo decir a la chica: “Es usted muy alto, ¿no?”, a lo que el detective respondía: “No fue mi culpa”. Eso habría tenido sentido con Cary Grant como Philip Marlowe, pero al ver que la productora había contratado a Bogart los guionistas tuvieron que cambiar el diálogo a: “Oiga, no es usted muy alto, ¿no?”, a lo que Bogart responde: “Bueno, hice lo que pude”. Más tarde en la película, Marlowe seduce a una variedad de bibliotecarias y millonarias en unas secuencias que, honradamente, se habrían entendido mejor con Cary en el papel. Los aficionados al género no queremos morirnos sin ver a Marlowe interpretado por el mismísimo actor, Cary Grant, que rondaba por la cabeza de Chandler mientras aporreaba su vieja Remington escupiendo algunas de las páginas más negras e inspiradoras del siglo pasado. Y puede que lo logremos.

Fotograma de la película 'El sueño eterno' de Howard Hawks.
Fotograma de la película 'El sueño eterno' de Howard Hawks.

La última película de Martin Scorsese, El irlandés, pasará a la historia como la que marcó el camino, aun cuando no sea así técnicamente. El método de des-envejecimiento (de-ageing) con el que ha rejuvenecido a Robert de Niro en toda una gama de épocas que llegan a quitarle 40 años de encima, no es enteramente nuevo, pero alcanza aquí su plena madurez artística. Mientras estas técnicas de computación se utilizaban solo en Piratas del caribe, Capitana Marvel o TRON: Legacy, la crítica los ha despachado como uno más de los artificios manufacturados por Hollywood para llenar las salas de adolescentes ofuscados que conservan diez pavos después de gastarse el resto en gofres, Pringles y tarifa de datos para ver vídeos porno. Scorsese y De Niro van a dejar a ese esnobismo a la altura del betún. Porque eso es cine, muchachos, según el exigente criterio que el propio Scorsese defendió en estas páginas hace unos días.

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Una tecnología que puede rejuvenecer (o des-envejecer) a Robert de Niro podrá pronto convertir a Cary Grant en el detective Philip Marlowe, como habrían querido el creador del personaje y el autor de esta columna. Nuestro sueño eterno está muy cerca de convertirse en realidad, aunque sea en una realidad fugaz y obsolescente, tan provisional y relativa como nuestras propias concepciones del mundo. Ya existe, de hecho, una empresa llamada Worldwide XR que tiene en su tubería de producción las recreaciones digitales de James Dean, Bette Davis, James Stewart, Amelia Earhart, Neil Armstrong, Rosa Parks y Dizzy Gillespie. A mí me parece bien. Si los intoxicadores de las redes usan estas tecnologías, ¿por qué demonios no las va a usar un artista? Las posibilidades creativas y estéticas no tendrán más límites que la imaginación del autor, al menos mientras el autor siga estando hecho de carne.

La pelota está en el tejado de la crítica. En estas situaciones es cuando se ve la diferencia entre un intelectual libre de correajes y un mero transmisor de la herencia cultural recibida, que antes nos vería a todos haciendo arte rupestre que aceptar una innovación técnica.

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