Pobres útiles
¿Lleva años ilusionado con estudiar Veterinaria,Antropología, Comunicación? Lo sentimos mucho: en su provincia, Santa Cruz, sólo necesitamos geólogos
En mi país, la Argentina, el Estado otorga unas becas educativas llamadas Progresar para gente de 18 a 24 años de bajos recursos económicos. Este domingo hay elecciones presidenciales. El mandatario actual, Mauricio Macri, es uno de los candidatos y días atrás lanzó una propuesta de campaña modificando el objetivo de esas becas: si él gana, dijo, empezarán a otorgarse sólo para “carreras prioritarias”: “Las empresas argentinas con más potencial no consiguen contratar trabajadores con habilidades específicas. Muchas de ellas tienen impacto regional y se dedican a áreas clave como el petróleo, el software o las energías renovables. A partir de 2020 los ingresos a las Becas Progresar se van a concentrar en carreras estratégicas (…). Queremos que los jóvenes estudien las carreras con mayor salida laboral”. No se trata, entonces, de pensar un país en el que la gente tenga igualdad de oportunidades para ser lo que quiera ser —ingeniero, filósofo, dentista, escritor, bailarín, actor o técnico informático— sino de insistir en uno en el que los pobres acepten su destino: ser útiles. Un país en el que quienes nunca pudieron elegir nada —cuándo y qué comer, dónde vivir, de qué trabajar— sigan sin poder elegir. ¿Usted tiene 18 años, vive hacinada con siete hermanos en la provincia de Mendoza y sueña con estudiar Historia del Arte, Letras o ser actriz? Será ingeniera química o no será nada. ¿Lleva años ilusionado con estudiar Veterinaria,Antropología, Comunicación? Lo sentimos mucho: en su provincia, Santa Cruz, sólo necesitamos geólogos. Hay palabras del idioma español que guardan dentro de sí el rugido de la desgracia. Una de ellas es frustración. Sin embargo, un candidato transforma ese estrago en uno de sus ejes de campaña. Y lo anuncia en Twitter con mayúsculas. O sea, con orgullo.
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