Hiperliderazgos
Cuando parecía ya superada la lógica del bipartidismo, vemos a qué nos conduce el hiperliderazgo que Sánchez, Iglesias, Rivera y Casado ejercen sobre sus respectivos partidos. Al eliminarse cualquier atisbo de disidencia interna, consecuencia directa del diseño de las primarias, nadie se atreve a contrariar la opinión del líder, que atiende solo a sus propios gurús y asesores. En esta tesitura, sin pluralismo posible, los partidos devienen en auténticas sectas, atentas a su mera supervivencia. La clase política de este país se ha levantado “en urnas” contra los electores. Los partidos, responsables de este desaguisado, deberían cuando menos sustituir a líderes de incompetencia demostrada por otros que hicieran albergar algún tipo de esperanza en un futuro acuerdo.
Miguel Ángel Cuevas Cosío, Sancibrián (Cantabria).
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