Del naranja butano al rosa Barbie: los colores que hicieron historia con una marca
En el competitivo mundo publicitario, conseguir que un color corporativo sea reconocible en el mundo entero es toda una proeza, pero no imposible. Estos pantones con sello propio dan prueba de ello
Destacar entre los más 3.000 impactos de publicidad que recibimos al día no es misión imposible. El color es uno de los elementos más eficaces para atrapar al ojo. Por eso, las empresas invierten grandes cantidades de dinero en registrar los suyos propios o están envueltos en litigios para conseguirlo. De ahí, que rojo Coca-Cola solo haya uno o que Christian Louboutin sea el único que puede pintar de carmín las suelas de los zapatos.
"El color es el primer impacto visual de una marca, mucho más rápido que el resto de los elementos gráficos que conforman su identidad visual", nos cuenta David Cano, director creativo de la consultora de marcas Interbrand. Tan alineadas están algunas marcas con sus análogos cromáticos que han sido ellas las que han trastocado los valores del pigmento y han ampliado su significación. El morado de Unidas Podemos es uno de los ejemplos que nos tocan más de cerca.
Pero alinearse con un color puede también ser un elemento de riesgo, sobre todo, si no es consecuente con la narrativa de la organización. "Nos vienen a la cabeza las marcas que se han sumado a la sostenibilidad y la ecología. Es el llamado greenwash. Algo que se pone en contra de quienes realmente no tienen esos atributos dentro de los propios. Cuando no es coherente con su relato, la gente lo nota y, esto provoca rechazo", comenta Roderic Molins, director creativo de la agencia de branding Summa.
También hay historias con un final feliz y muy fructífero. Por ello, hemos recopilado ocho casos de marcas que han hecho que sus colores tengan nombre propio en la Pantonera e, incluso, se hayan alzado como iconos de la cultura popular.
El rubí tiene valor numérico (y movimiento)
Transformar el rojo rubí en un esmalte para automóvil, con esta pretensión nació el Soul Red Cristal, el icónico color del Mazda CX-5. ‘’Quería crear el más precioso del mundo, un matiz que la gente visceralmente lo considerase hermoso e inmediatamente captase su atención", explica su creador, Keiichi Okamoto. Para conseguir la versión traslúcida y profunda de este tono, él y su equipo lo tradujeron a valores numéricos basados en la ergonomía y que permitiesen medir como las personas percibían el color y la luz.
Gracias a ello y teniendo en cuenta la forma y el tamaño de las trazas de aluminio crearon una textura tan fina como el metal pulido por artesanos. "La partícula más pequeña que el ojo humano puede percibir desde una distancia de aproximadamente 30 cm son como 25 micras. Nosotros tratamos de hacer las trazas imperceptibles, usando trozos de 12 a 15 micras’’, comenta Koji Teramono, del grupo de investigación de pintura de la marca. A través de esta fórmula consiguieron aplicar el diseño Kodo (alma del movimiento) al coche.
El naranja butano
El tan característico naranja de las bombonas de butano es el color insignia de Repsol. "Está presente en la marca desde su creación en 1987. El logo diseñado por Wolf Hollins se componía de los cuatro colores corporativos de la compañía, naranja, blanco, azul y rojo". Pero en 2012, el naranja se convirtió en el protagonista. "Nos decidimos por él, porque para nosotros es el que simboliza la energía". Un combustible que estaba en casi todos los hogares españoles hasta hace unas décadas en forma de bombona. "Fue el primer paso en la evolución de la energía para el hogar a finales de los 50". Por supuesto, tiene su pantone (151C).
Morado de izquierdas
La tradición por colorear la ideología es larga y, por eso, los partidos políticos quieren diferenciarse de forma clara, no solo en el discurso, también a nivel visual. "El caso de Podemos ha sido muy representativo a nivel nacional. El morado se asociaba con la tradición, incluso con lo monárquico y lo eclesiástico. Pero se ha conseguido cambiar la percepción de todo un país por ese tono que, ahora, es el emblema de un partido de izquierdas", comenta David Cano.
Sin embargo, ya estaba vinculado con algunos de los valores de la organización. Es el color de la lucha feminista, un movimiento al que se adscribe también la organización. Las suffragettes (más radicales que las sufragistas) ya lo utilizaban a comienzos del siglo pasado.
Un banco tan rojo que inspiraba el armario de su fundador
Quién diría que el verde era el color asociado a la marca hasta 1989. Y no sabemos si la decisión se tomó por la simpatía que Emilio Botín le tenía a este tono, pero se vestía con él tanto en la sede bancaria como en sus ratos de ocio. "Hay una fotografía en la que saluda al Rey emérito en bermudas y con total look rojo, zapatillas incluidas", recuerda Cano. Hoy el vínculo ya es indisoluble y una de las características más reconocibles de la entidad. Al principio, el rojo del Banco Santander era menos luminoso, el Pantone 32. El de ahora es el 485, más brillante y enérgico que combinado con el blanco refleja hacia dónde avanza el blanco. "Un banco más sencillo, personal y justo. Un reflejo también de lo que demanda la sociedad", añade.
El amarillo mensajero
Pensar en un buzón de correos (sí, todavía quedan) es hacer que el amarillo salte de forma automática a la cabeza. Pero el arraigo de este tono que ya forma parte de la cultura popular tiene historia. "La mayor parte de los servicios de correos del mundo utiliza el amarillo como uno de sus colores corporativos, además de poseer una cornamusa como icono distintivo", comenta Juan José Castillo, de Comunicación externa de Correos.
Esta característica, lejos de ser una casualidad, está muy relacionada con el nacimiento de los primeros servicios postales en Europa. "Todo comienza con la familia italiana Tasso. Crearon uno de los primeros y más importantes servicios postales europeos. El amarillo era el color que estaba presente en su escudo familiar y esa es la razón por la que el servicio postal siempre ha estado vinculado a él", comenta Pablo Amade, director creativo de Summa, la agencia que ha llevado a cabo el rediseño de la institución que fue presentado el pasado mes de junio.
Ahora, la institución lo apuesta todo al color: la flota de vehículos, buzones y carritos que son totalmente amarillos y el único elemento gráfico es la cornamusa. "Para poder hacer esto teníamos un gran aliado: el amarillo identificativo de la marca. Sin él, con bastante seguridad hubiéramos llegado a otra conclusión", añade Amade.
Azul 'millennial'
El azul es el color de casi el 70 % de las marcas relevantes y Facebook es una de ellas. "Es un color asociado a la tecnología, la seguridad y el know-how. Estos son atributos a los que cualquier marca querría asociarse", cuenta Amade. Pero esos no fueron los únicos motivos que llevaron a Mark Zuckerberg a elegirlo. En una entrevista al New Yorker comentó que es daltónico y que el azul es el color que mejor identifica.
El rosa más famoso del mundo
Es uno de los rosas más reconocibles y, desde 2011, tiene su propio pantone: el Barbie o #219C. Este rosa mexicano se introdujo hace sesenta años por ser suave, dulce, joven, femenino y optimista. Sin embargo, no hasta los ochenta cuando se convirtió en un fenómeno fuera de su sector, saltando a la moda, la belleza e incluso a la automoción (en 2009 Fiat lanzó un modelo conmemorativo por el 50 aniversario de la marca).
La colección primavera-verano de 2015 de Jeremy Scott para Moschino estuvo también inspirada en la versión ochentera de la muñeca y su rosa. Sin embargo, hoy el empoderamiento de la mujer, la igualdad y el feminismo están transformando los valores que se asocian al color. Por eso, la compañía está replanteando su estrategia. "La marca ha hecho un gran trabajo para adaptarse a las nuevas realidades. El proyecto “The Dream Gap Project” y su nueva política de producto, más inclusiva, es una buena muestra de ello", comenta Molins.
Un azul que es una joya
El inconfundible azul de la firma de joyas Tiffany es uno de los más longevos. Fue su fundador Charles Lewis Tiffany el que lo eligió para la cubierta del primer catálogo de la firma en 1845. La turquesa era una de las piedras preciosas favoritas del siglo XIX, tanto que las novias victorianas regalaban un broche con esta gema a sus invitados como recuerdo. "Tiffany ha sabido preservar su azul durante todos sus años de existencia como marca, un color inesperado en su contexto, pero muy diferenciador", comenta Cano.
En 1886, la marca lo llevó a las cajas de sus anillos de pedida y se hicieron tan famosas que la gente entraba a la tienda para comprarlas, pero Charles Lewis se negó a venderlas. Después de algo más de un siglo, el turquesa se registró como Azul Tiffany y su pantone es el 1837, año en que se creó la compañía.
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