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Tribuna
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Mujeres y Satán

El PP demuestra una falta de respeto a la libertad de creación artística, somete el arte al dogma y se considera intérprete de los sentimientos religiosos de la mayoría de los cordobeses

La obra `Con flores a María` de la exposición `Maculadas sin remedio'.
La obra `Con flores a María` de la exposición `Maculadas sin remedio'.SALAS (EFE)

La Delegación de Igualdad de la Diputación Provincial de Córdoba y la Fundación Botí organizaron el pasado mayo la exposición feminista Maculadas sin remedio. En ella se exhibía el cuadro Con flores a María, de la artista Charo Corrales, que representa a una mujer vestida como una virgen con ángeles alrededor, una corona de flores y tocándose los genitales bajo el manto azul. Es el autorretrato de la autora, de una fina y evocadora estética. El cuadro fue rajado de arriba abajo por una persona fanática y retirado de la exposición.

La reacción de la derecha y la extrema derecha contra el cuadro no se hizo esperar. El PP lo denunció a la Fiscalía de Córdoba por considerarlo “reprobable” tanto desde el punto de vista moral y jurídico como teológico-religioso, ya que hiere “los sentimientos religiosos de la mayoría de los cordobeses” y constituye “un escarnio a los dogmas de la religión católica”.

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Con esta denuncia, el PP se arrogaba el derecho de definir lo que es moral y lo que no lo es, lo que es conforme a derecho, se injiere en cuestiones religiosas y teológicas y se cree autorizado para definir lo que es dogma católico. Con ello demuestra una falta de respeto a la libertad de creación artística, somete el arte al dogma y se considera intérprete de los sentimientos religiosos de la mayoría de los cordobeses y cordobesas.

Al coro de las denuncias de la derecha política se sumó el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, uno de los portavoces del integrismo católico español, quien escribió una carta pastoral en la que interpretaba la historia humana como “una lucha continua entre el poder de las tinieblas, Satanás, y el poder de Dios”. La exposición representaba, para él, el poder de Satanás. Con tal juicio lo que hace es demonizar el movimiento feminista y el arte surgido de dicho movimiento, demuestra una falta de respeto a la libertad de expresión y juzga la exposición conforme a criterios religiosos, que es lo más contrario a la autonomía de la cultura de toda tutela religiosa.

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Aplica el mito bíblico del paraíso a la exposición feminista de Córdoba, sin citarla expresamente, cuando afirma que "hemos vivido en nuestra ciudad en los días pasados un rebrote de esta lucha dramática entre la Mujer y Satanás, para recordarnos a todos que el combate no ha terminado, sino que está latente en la historia y de vez en cuando se hace visible". Lo que hace el prelado cordobés me parece una innoble manipulación hermenéutica de determinados mitos religiosos para condenar obras de arte que no son de su agrado.

El obispo de Córdoba hace una reconstrucción idealizada de María de Nazaret, que no se corresponde con la imagen que ofrecen los relatos evangélicos. María aparece en estos relatos como una mujer del pueblo, madre del profeta Jesús de Nazaret, que en el canto revolucionario del Magnificat proclama que Dios “desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y encumbra a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lucas 1,51-53).

La imagen de María del obispo cordobés es, por el contrario, la del dogma de la Inmaculada, alejada de sus congéneres los seres humanos y separada de las demás mujeres, triunfalista e “imbatible”. Es la “purísima e inmaculada…, toda hermosa…, llena de gracia”. Muy poco que ver con la Miriam de Nazaret.

Como afirma Octavio Salazar, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, la carta pastoral de monseñor Demetrio Fernández y la acción violenta contra el cuadro Con flores a María constituyen la mejor demostración de la complicidad entre el fundamentalismo religioso y el patriarcado. A lo que hay que añadir la alianza del fundamentalismo religioso y la derecha política, que constituye el caldo de cultivo del avance del neofascismo.

Coincido con la Asamblea de Mujeres Hierbabuena de Córdoba en que la carta pastoral del obispo de Córdoba utiliza los sentimientos religiosos para fomentar el odio, que es todo lo contrario al mensaje de amor que suelen transmitir las religiones. No es la primera vez que ha llevado a cabo esta perversa utilización. Lo hace con frecuencia en sus declaraciones, escritos y sermones, que incitan a la homofobia, la misoginia y el sexismo.

Por ello ha sido denunciado en varias ocasiones ante la Fiscalía, que, sin embargo, no acostumbra a tomar en cuenta dichas denuncias debido al respeto reverencial que todavía sienten algunos sectores de la Justicia en España ante los obispos. Es un ejemplo de la complicidad entre la cultura judicial patriarcal y las masculinidades sagradas, que se consideran únicas representantes de Dios y, por tanto, intocables.

Lo más preocupante es que hay sectores del poder judicial que se lo creen. Son restos de nacional-catolicismo que todavía perviven en los diferentes poderes del Estado y demuestran que la transición religiosa no se ha producido en nuestro país o, al menos, no con la celeridad con que han tenido lugar otras transiciones.

Precisamente el Juzgado de Instrucción número 1 de Córdoba ha admitido a trámite la querella promovida por la Asociación Española de Abogados Cristianos contra Marisa Ruz, exdelegada de Cultura de la Diputación de Córdoba, y contra la artista Charo Corrales, autora del cuadro Con flores María de la exposición. Confío en el sobreseimiento de la querella. para preservar la libertad de creación artística como valor colectivo que no puede ser sometido a censura frente a los sentimientos religiosas que entran en la esfera subjetiva.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Religión, género y violencia (Dykinson, Madrid).

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