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“¿Morrissey? Odio a ese tío. Solo dice estupideces”

Exmiembro de las fuerzas aéreas estadounidenses, Barrington DeVaughn Hendricks (alias Jpegmafia) abrazó el 'rap' para cambiar de armas. Ahora dispara rimas contra el racismo

Mariano Ahijado
Barrington DeVaughn Hendricks, alias ‘Jpegmafia’, posa de perfil para ICON. La foto de frente se la hicieron en una comisaría de Luisiana, donde creció.
Barrington DeVaughn Hendricks, alias ‘Jpegmafia’, posa de perfil para ICON. La foto de frente se la hicieron en una comisaría de Luisiana, donde creció.Fto: Daniel de Jorge

Jpegmafia fuma aceite de cannabis en un vapeador cromado de color fucsia. Lo hace cinco horas antes de subirse al escenario en Madrid dentro del ciclo SON Estrella Galicia. La forma de colocarse puede haber cambiado en los últimos años, pero el racismo en EE UU y el esfuerzo de los negros por combatirlo apenas lo ha hecho en el último medio siglo. “Nada de lo que cuento es nuevo. Public Enemy o Ice Cube [en los ochenta] ya rapeaban sobre esto. Y antes, Marvin Gaye”, explica este productor experimental de 29 años nacido en Brooklyn. “Lo que ha cambiado es la manera en que los racistas dicen las cosas. Si de repente a todos los negros nos diera por ir a nadar a la piscina, al día siguiente habría fake news que desaconsejarían el baño”, ilustra. “Los racistas no dejan de mentir. Voy a gritar hasta que exploten con la verdad”, y lanza una carcajada que tiene más que ver con el tono provocador de sus discos que con el efecto de la marihuana.

Veteran, su último álbum y el segundo de estudio, cuenta con temas como I cannot fucking wait until Morrissey dies (Estoy deseando que se muera Morrissey). El líder de The Smiths ha sido acusado últimamente por algunos sectores de propagar ideas de ultraderecha. “Ojalá escuche el disco y quiera matarme. ¿Morrissey? Odio a ese tío. Solo dice estupideces”. O Williamsburg, el barrio neoyorquino epítome de la gentrificación. “Hace cinco años habría mandado a la mierda a los hipsters, habría querido que acabaran con ellos. Aún me enfada, pero ahora reflexiono más las cosas. Un comportamiento brusco como el de antes ahora afectaría a mi arte. No es que haya madurado, simplemente soy más estratega”, resume este ex miembro del Ejército del Aire de EE UU. En una de las publicaciones más influyentes sobre música, Pitchfork, el disco Veteran ha recibido una puntuación de 7,7 sobre 10. 

Pobre y con un padre que nunca apareció por casa, le pareció buena idea enrolarse en el ejército a los 18, cuando vivía en Luisiana. “Van a zonas deprimidas a reclutar a chavales que no pueden pagarse los estudios”, argumenta. Este rapero, que se hizo un nombre en Baltimore y ahora vive en Los Ángeles, rescata de su etapa militar la ética de trabajo (“tienes que actuar con rapidez ante situaciones de estrés”) y el título de Periodismo que obtuvo en los cuatro años de servicio.

"Si de repente a todos los negros nos diera por ir a nadar a la piscina, al día siguiente habría 'fake news' que desaconsejarían el baño”

Otra de las cosas que aprendió en las fuerzas aéreas fue el simbolismo de la bandera. “Si se cae al suelo es una falta de respeto. No se puede pisotear. No puedes hacer nada que se considere negativo”, afirma. Ya retirado de la vida militar, en un concierto, subió al escenario enrollado en una enseña confederada, relacionada con el supremacismo blanco. “Me la puse como albornoz. Hay gente que ama esa bandera. La misma que no soporta ver cómo ese símbolo entra en contacto con la piel negra. Quería despertar su rabia, que quisieran matarme”, explica sereno con la espalda apoyada en el asiento. “Mi música educa. De verdad lo pienso. Después de un concierto ha venido gente a la que van dirigidos mis temas a decirme que igual tenía razón en lo que cantaba”.

El rap de Jpegmafia es espídico y áspero, satírico. En el escenario lanza sus bases con sonidos de videojuegos y ruido. Mucho ruido. Y textura. Hay capas y capas de distorsión, de simulaciones de fallos técnicos. En Real nega, un tema de dos minutos y 31 segundos –coherente en duración con su propuesta punk– con el que abrió el concierto del pasado junio, canta sobre un bajo fuerte y un sampleado del grupo Ol’ Dirty Bastard que recuerda al sonido gutural que emite el paciente cuando el médico introduce el palo en la boca.

En la segunda canción del concierto ya se había quitado la camiseta. En la tercera se abrazó al público. Y en la cuarta los que querían quitarse la camiseta eran los espectadores. En 1539 N. Calvert, uno de sus éxitos, atiza al rapero canadiense Drake para luego situarlo en lo más alto. “Es muy guapo. Tiene una piel maravillosa. Ese hijoputa sacó God’s plan y Nice for what el mismo año”, afirma. “Es el mejor rapero de todos los tiempos”, cuenta que pensaba el otro día. No tiene nada que ver con que la grabadora marque el minuto 31:23 y que el rapero haya comprobado la batería del vapeador.

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