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Columna
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El lobo ya está aquí

Boris Johnson puede prometer el oro y el moro, pero en el Reino Unido la realidad es que la libra cae, la Bolsa se desploma y la economía se contrae

Xavier Vidal-Folch
Boris Johnson durante una visita al centro de investigación Fulham el pasado jueves.
Boris Johnson durante una visita al centro de investigación Fulham el pasado jueves. POOL REUTERS

Que viene el lobo... El lobo ya esta aquí. Y el Reino Unido corre un enorme riesgo de romperse. De entrada, en su economía. Desde hace tres años largos, cuando se celebró el referéndum del Brexit, todas las predicciones económicas de las agencias internacionales, los organismos independientes (especialmente el legendario Banco de Inglaterra) y agencias de toda laya profetizan —con unanimidad— que la retirada británica de la Unión Europea (UE) será negativa.

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Que provocará un severo revés para su crecimiento, en el mejor caso. Y un dramático caos en el conjunto de la economía, en el peor. Aunque parece obvio que por su tamaño y capacidad de adaptación del Reino Unido debería ser capaz de sobrevivir al experimento, incluso con inmensos desgastes de bienestar.

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Las primeras señales de que esos augurios no eran una frivolidad llegaron con muecas de multinacionales, como las japonesas de automoción, anunciando que si Londres se retiraba de los 28 ellas también se evaporarían del Reino Unido. No en vano el actual régimen industrial del sector funciona a base de las cadenas de valor de ámbito mundial, por las cuales distintas piezas, semiacabadas, se fabrican en un lugar y se ensamblan en otros. Gajes de la globalización que inventaron... los anglosajones.

A los fabricantes de coches se añadieron pronto las casas de banca instaladas en la City, que diseñaron planes de contingencia para resituar en el futuro inmediato parte sustancial de sus equipos directivos en ciudades con capacidad de atracción comprobada: sobre todo París o Fráncfort.

Su temor estribaba (y estriba) en que al quedar excluidas del mercado interior, perderían su pasaporte europeo, la capacidad de actuar en los otros 27 países del club como en casa. Y de perder, pues, el liderazgo en la innovación y la contratación financiera, aunque tantas veces haya sido en pro de la especulación y la corrupción: recuerden que las hipotecas basura y los peores derivados financieros fueron cosecha de las sucursales londinenses de los bancos de inversión norteamericanos.

Luego, la inversión productiva extranjera capotó. Y al cabo, el PIB ha sufrido en el segundo trimestre una sensible baja, que prefigura una recesión de mayor cuantía. El nuevo premier ultra, Boris Johnson, ya puede prometer el oro y el moro con planes de expansión alucinantes. La realidad es que la libra cae, la Bolsa se desploma y la economía se contrae. El lobo muerde también a los brexiters, pobres diablos engañados.

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