Estas revistas eróticas se venden en los museos (y dos de ellas son españolas)
La nueva generación de prensa independiente reinventa el erotismo sin olvidarse de la política. Hablamos con los creadores de 'Odiseo', 'Kink' y 'Phile'
Hubo un tiempo en que el erotismo residía en los quioscos de prensa. Incluso aunque no se lo viera. Las revistas eróticas y pornográficas jugaban la doble carta de la exhibición (portadas impactantes, espectaculares) y la ocultación, porque muchas veces estaban escondidas a la vista de la gente y era el cliente quien preguntaba al quiosquero por tal o cual cabecera.
Hoy, sin embargo, el erotismo ha cambiado de lugar y ha colonizado, casi de forma unánime, internet. Las revistas pornográficas agonizan ante la variedad y satisfacción inmediata que ofrece la red. Pero, en cierto modo la prensa erótica vive hoy una segunda y paradójica edad de oro. La diferencia es que ya no se encuentra en los quioscos, sino en los templos consagrados a la religión de lo cool: tiendas de museos, concept stores en barrios de moda, librerías de diseño y galerías de arte se han convertido en el punto de distribución de un puñado de revistas eróticas independientes, concebidas como fanzines experimentales y avaladas por la calidad de las fotografías y el punto de vista desde el que trabajan. Hemos hablado con los responsables de tres de ellas, que ofrecen perspectivas distintas y complementarias: el desnudo femenino, el masculino y la exploración de la sexualidad más allá de las etiquetas.
Odiseo: desnudos femeninos sin tópicos
“Buscábamos una experiencia editorial y visual que combinara imágenes eróticas con textos profundos y cruzara los límites entre el libro y la revista”, explica Emmy Kosky, directora de la revista española Odiseo, publicada de manera independiente por el estudio de diseño Folch Studio. “Odiseo es el resultado evolucionado de la confluencia entre la moda, el erotismo y el arte”.
Cuando Odiseo llegó a las librerías por primera vez, las revistas eróticas independientes estaban casi todas marcadas por la sensibilidad homoerótica. Celebrar la sexualidad del cuerpo femenino era patrimonio exclusivo de publicaciones más cercanas al erotismo de siempre, como Lui o Playboy. Sin embargo, los primeros números de Odiseo establecieron un nuevo estándar. “Contar una historia sin ser explícitos, creando varios niveles de lectura”, según explica Kosky.
Nada más lejos de la literalidad onanista que los bodegones eróticos, los retratos estilizados y los sofisticados fotorreportajes que publicaba y sigue publicando esta revista cuyo formato y lenguaje se acerca más al libro de arte que al papel cuché. “Lo erótico reside en un nivel profundo y en un deseo primitivo, y por eso buscamos constantemente una visión más abstracta y conceptual de lo erótico”, apunta Kosky. “El objetivo es neutralizar las categorías rígidas proponiendo una mezcla de imágenes seductoras y ensayos visuales impactantes, apartándonos gradualmente de los géneros y los estereotipos y escapando del predominio de la mirada masculina en el erotismo”.
Con una legión de fans en todo el mundo, la revista publicada por Folch ha abordado temas conceptuales como la verdad, la utopía, la uniformidad o el artificio, y ha colaborado con el mundo de la moda y con firmas como Gucci. De hecho, asegura su directora, en esa línea apunta el futuro de esta publicación “compleja y contradictoria”.
Kink: el cuerpo masculino, sin filtros
“Cuando empezamos con la revista no teníamos muy claro qué queríamos hacer. El primer número nació como resultado de una exposición dónde planteábamos una revista de moda sin ropa”, explican Paco y Manolo, los fundadores de la revista Kink, que este año ha alcanzado su número 30. “A un coleccionista le gustó tanto que pagó la impresión del primer número. Después, con el dinero que sacamos con la venta del primero hicimos el segundo y, así, poco a poco, fue creciendo”.
Aseguran que sus referencias son revistas eróticas estadounidenses de los años setenta, con el Physique Pictorial de Bob Mizer, pero también la fotografía artística de los años ochenta y noventa, desde Tillmans a Nan Goldin, de Corinne Day a Jack Pierson. Y, de hecho, lo que aparece en las páginas de esta revista de pequeño formato son imágenes casi documentales, cercanas, en la que los modelos aparecen desnudos en situaciones cotidianas, casi siempre con luz natural y sin poses demasiado estudiadas.
No sorprende descubrir que, precisamente, la base de la revista son fans que deciden posar para verse representados en esta publicación de culto. “Nos gusta que el modelo decida salir en nuestra revista porque realmente le apetece, por lo que suele conocer nuestro trabajo. Lo único que les pedimos es que sea desnudo integral. A partir de ahí cada chico decide los que quiere y lo que no quiere hacer, hasta dónde quiere llegar, y siempre respetamos los límites que nos marca cada modelo”.
Por las páginas de Kink, como por las de su antecesora BUTT, que dejó de editarse en 2011, han pasado hombres de todas las edades y complexiones físicas. En un mundo tan saturado de referencias y clichés como el del homoerotismo, la naturalidad y la estética contemporánea, impecable, de las fotografías, sigue siendo un soplo de aire fresco y toda una rareza. De ahí que, entre sus puntos de venta estén las librerías de CCCB (Barcelona), Tate Modern (Londres) o MoMA PS1 (Nueva York).
En su caso, la apertura hacia otros ámbitos está relacionada con el mundo del arte: sus ediciones incluyen también cuadernos de dibujo de artistas contemporáneos, polaroids de colección y packs especiales. Hoy su propuesta está plenamente reconocida por el público y los medios y, aseguran, ya no produce el impacto de los primeros tiempos, cuando imprimir una revista así generaba incluso problemas logísticos. “Cuando presentamos al primer número en Málaga, alguien se dedicó a pinchar todas las cajas con un punzón, y nos tuvieron que repetir casi la mitad de la tirada”, recuerdan sus creadores. “En la segunda imprenta estábamos bien hasta que la absorbió otra vinculada al Opus Dei y nos echó. Pero estas cosas ya no pasan. Las cosas han cambiado mucho en poco más de 10 años”.
Phile: las filias dejan de ser invisibles
No solo la mirada heterosexual (Odiseo) y homosexual (Kink) han encontrado cauce en la prensa independiente. La pareja formada por Erin Reznick y Mike Feswick lanzó en 2017, a través de una plataforma de crowdfunding, el primer número de Phile, una revista concebida como “una plataforma para las personas que quieren compartir su visión del deseo y la sexualidad, prestando atención especial a las voces menos representadas”, explica Fesnick a ICON Design. “Queremos crear un canal para normalizar distintos tipos de expresiones sexuales, a menudo estigmatizadas. A diferencia de otras publicaciones eróticas que suelen representar un perfil demográfico muy determinado, queríamos que Phile fuera diversa y representara un amplio espectro de identidades y prácticas sexuales”.
En Phile, a través de imágenes impecablemente artísticas, textos consistentes y un diseño gráfico plenamente contemporáneo, el lector puede encontrarse contenidos que van desde el fetichismo hasta el shibari, la técnica de bondage japonés basada en las ataduras y los nudos. “El erotismo significa algo distinto para cada persona”, afirma Fesnick, que no excluye el activismo político de su línea editorial. “La expresión sexual nunca se puede desligar de la política porque siempre ha estado entrelazada con la moralidad, la identidad y el poder a lo largo de la historia”.
Como legítimo producto millennial, Phile viene avalado por el público a través de plataformas de crowdfunding que, antes del lanzamiento del primer número, mostraron su entusiasmo por el planteamiento de la futura revista. “A la gente le emocionaba la idea de una publicación que explorara la sexualidad de un modo nuevo, sin dejar de ser accesible y divertida”, recuerda Fesnick. “Como Phile es de género híbrido, interesa a mucha gente distinta”.
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