Necesitamos nuevos consensos lingüísticos
La realidad nos muestra claramente es una apropiación indebida y desestabilizadora de las lenguas de Cataluña por parte de dirigentes y activistas independentistas
"El català, cosa de tots" decía acertadamente el primer eslogan lingüístico de la democracia y el autogobierno. Este era el camino adecuado.
Sin embargo, mucho ha llovido desde entonces y actualmente nos encontramos muy lejos de aquel lema y su espíritu inclusivo que apelaba a toda la ciudadanía a hacer suyo el catalán, cada uno a su manera. Unos lo hablarían más, otros menos; unos lo usarían en unos determinados contextos, otros casi siempre, otros solo un poco. Era fácil amar el catalán y hacerlo propio en aquel entonces.
Actualmente, las cosas son muy distintas. Los últimos episodios protagonizados por dirigentes independentistas nos muestran una auténtica deriva lingüística. Se exige públicamente la presencia y uso exclusivo del catalán desde el autoritarismo y la extravagancia. Se acusa abiertamente al español de obstaculizar el progreso del catalán, ignorando el hecho de que el español es la lengua materna del 55% de la población catalana. Actuaciones así son una bofetada a los castellanohablantes y un dardo a la convivencia.
Estos últimos incidentes no suponen una novedad. Recordemos el claramente xenófobo Manifiesto Koiné o el tristemente célebre libro titulado El bilingüismo mata. A pesar de todas estas evidencias, una parte de la izquierda no independentista en Cataluña prefiere cerrar los ojos y pensar que todos estos episodios son meros excesos puntuales y no lo que realmente son: estructurales al modelo lingüístico independentista.
El uso del catalán como arma política, estrechamente vinculado a la causa independentista, es el mayor riesgo que enfrenta la lengua en estos momentos
Es un error cerrar los ojos. Lo que la realidad nos muestra claramente es una apropiación indebida y desestabilizadora de las lenguas de Cataluña por parte de dirigentes y activistas independentistas.
Debemos oponernos firmemente a esta deriva lingüística y explicar las razones. Estas son algunas de ellas: porque no queremos que se use el catalán como arma política. Porque, para muchos, nuestra patria es el catalán y el español, como decía recientemente Rosa Cullell en estas páginas. Porque las lenguas no tienen propietario, y los independentistas deben cesar de actuar como si el catalán fuese de su propiedad. Porque, para que los hablantes de otras lenguas deseen usar el catalán, es imprescindible respetar la lengua materna de estas personas; tanto cuando esta lengua es el urdu o el chino como, lógicamente, cuando es el español.
Indudablemente, el actual uso del catalán como arma política, estrechamente vinculado al proyecto independentista, es el mayor riesgo que enfrenta la lengua en estos momentos. Son muchos los ciudadanos y ciudadanas que perciben ahora el catalán como una lengua antipática y politizada, que les excluye sin remedio. Todos aquellos que hablamos y amamos el catalán debemos sentirnos concernidos y decir no a esta deriva.
Es necesario abrir un debate constructivo sobre nuestra convivencia lingüística para plantear y forjar nuevos consensos lingüísticos. Los que existían se han roto irremediablemente.
Mercè Vilarrubias es lingüista y escritora; y autora del libro Por una Ley de Lenguas (Ed. Deusto, 2019).
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