Un bebé con espina bífida consigue moverse con libertad gracias al invento de sus padres
El carrito con ruedas diseñado por Taylor y Amy Moreland permite a su hijo de dos años desplazarse de manera autónoma, lo que conlleva importantes beneficios en su desarrollo cognitivo
Cuando Amy Moreland (de Centralia, Missouri, Estados Unidos) estaba embarazada de 20 semanas, el feto fue diagnosticado con espina bífida, un defecto congénito que surge cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman adecuadamente. Así nació el pequeño Brody, en abril de 2017, y solo en su primera semana de vida tuvo que pasar por dos cirugías en la espalda (otras cuatro seguirían antes de cumplir un año) y otro diagnóstico de atrofia de médula espinal. Aunque el resultado de las intervenciones fue positivo, los médicos concluyeron que la movilidad de Brody por debajo del pecho sería nula o muy reducida.
“Él no puede arrastrarse, caminar ni sentarse por sí solo. Aunque comenzamos con terapia física, nos dimos cuenta de que Brody necesitaba más para moverse por su cuenta”, cuenta Taylor Moreland en un vídeo disponible en Vimeo. Conseguir mejorar la movilidad de su hijo se convirtió rápidamente en prioritario para sus padres. Probaron con una simple tabla con ruedas, pero vieron que al bebé se le quedaban las manos atrapadas: tocaba seguir pensando. No sería hasta septiembre de 2018, “tras muchas noches en vela y numerosos experimentos de prueba y error”, cuenta, cuando por fin vio la luz The Frog (la rana), un dispositivo ideado por los Moreland gracias al cual Brody puede desplazarse de forma independiente apoyado sobre su barriga, jugar con sus tractores de juguete como haría cualquier otro niño e incluso perseguir al gato de la familia.
“Creo que es un invento maravilloso que le aporta mucho a nivel social, cognitivo y conductual. [Hablamos de] un niño que no podía moverse ni desarrollarse, en esta primera etapa en la que es tan importante madurar todos los sentidos, y que de repente puede explorar de forma autónoma y hacer más o menos actividades de la vida diaria acordes con su edad, sin barreras”, sostiene Marta Martín, fisioterapeuta del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, en Madrid. No obstante, independientemente de que se consiga un desplazamiento, la especialista señala que sigue siendo necesario un trabajo base: “Ese niño tiene que seguir haciendo sus terapias, para seguir fortaleciéndose y conseguir un desarrollo acorde con su nivel madurativo, aprender a vivir con esa lesión y obtener la mayor independencia posible”.
El dispositivo ideado por los padres de Brody está recomendado para bebés desde los siete meses y hasta los cinco años de edad, y la posición de las ruedas puede ajustarse para que requiera más o menos fuerza en los brazos, según las necesidades de cada niño. Otro requisito, aparte de poder mover las extremidades superiores, es el de ser capaz de mantener la cabeza erguida durante más de 15 segundos.
Una vez logrado el objetivo para su propio hijo, el siguiente paso fue el de conseguir que la rana llegue al mayor número de niños posible (una veintena de niños en EE UU cuentan ya con el invento de los Moreland). Para ello han creado su propia compañía, Frog Mobility LLC, e iniciado una campaña de crowdfunding en GoFundMe que les ha servido para recaudar 107.000 dólares (casi 95.000 euros) en cinco meses. Estos fondos servirán para financiar la fabricación y envío de unidades a aquellas familias que no puedan permitirse pagarlo (su coste final es de 300 dólares, unos 265 euros).
“Ahora hay juguetes que recoger [en casa]”, sostuvo Amy Moreland en el programa televisivo Good Morning America, de la cadena estadounidense ABC. “Es emocionante ver cómo cambia. Su desarrollo cognitivo se disparó en cuanto pudo moverse... Por mucho tiempo pensé que no sería posible”. Para la psicóloga infantil Silvia Álava, facilitar al bebé la autonomía necesaria para explorar el mundo que le rodea es precisamente uno de sus mayores beneficios. “Para poder desarrollarse adecuadamente, los bebés requieren una estimulación activa multisensorial: necesitan ver las cosas, escuchar los sonidos, tocar los objetos, probar sabores... Pero también que un adulto esté con ellos, les estimule, les coja, les mime... Si esa estimulación no se produce, no se desarrollan correctamente”.
“Los primeros seis años de vida son fundamentales para el correcto desarrollo cerebral del niño, sobre todo en los dos primeros años de vida”, añade Álava. “Por eso es tan importante estimularles adecuadamente”. Si esto no se produce de forma natural, debido a cualquier tipo de problema, se les diagnostica y pasan a atención temprana, donde esta estimulación corre a cargo del profesional de referencia, que puede ser un fisioterapeuta, psicólogo, logopeda... “Ellos trabajan de forma coordinada para paliar las dificultades del niño y que tenga el menor impacto posible sobre su desarrollo a todos los niveles: cognitivo, motor, sensorial o emocional”.
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