Bailar para cuestionarse el mundo
El Festival Internacional DuoSolo Danse es una de las citas más importantes de danza contemporánea de África y consigue acercar a Saint Louis a bailarines y coreógrafos del continente
Julie Larisoa se mueve grácil por la escena. Va, viene, golpea con fuerza el suelo, salta y se cae. Más tensa se levanta de nuevo y reanuda el baile que la vuelve a llevar a un callejón sin salida. Pelea y lucha, agoniza y se ríe de si misma. Combinando pasos reconocibles con movimientos libres, música tradicional con ritmos electrónicos, Julie arrastra a todo el auditorio a su Madagascar natal. Esa gran isla en el extremo sudeste del continente africano, donde viajar es un lujo y en donde ella se siente aislada. Sin necesidad de decir ni una palabra en 25 minutos explica su soledad, como creadora, como mujer, como joven africana ante una sociedad en transformación donde las nuevas tecnologías distancian a las personas. Así lo comunica: bailando.
Exhausta, responde con energía a los aplausos del público: comienza la magia de la danza, comienza la 11ª edición del festival Duo Solo Danse. El coreógrafo y bailarín de Saint Louis Alioune Diagne ha conseguido consolidar este evento internacional de danza contemporánea en su ciudad natal, una de las citas más importantes del continente en esta disciplina artística que ha logrado no solo reunir en un mismo escenario a artistas reconocidos de África, sino ofrecer una plataforma a nuevos talentos locales.
En esta edición, el programa contó con compañías consolidadas como Yagran Production de Gabón, Hardo Kâ de Senegal o Jiriladon de Fatoumata Bagayoko de Malí y otras más noveles como Pasytef y la compañía de Alicia Gomis de Dakar. “El festival quiere ser una vitrina de la danza contemporánea africana”, dice el fundador. El gran reto para esta segunda década de Duo Solo Danse es mantenerse financieramente: “Pese al éxito de la fórmula y la buena acogida del público y actores culturales, las dificultades financieras para sostener este evento anualmente hacen que nos tengamos que replantear el modelo”, explican desde la organización.
“En una década hemos conseguido acompañar a muchos jóvenes senegaleses que curioseaban con la danza y que hoy han conseguido hacerla su oficio”, explica Diagne. Para eso, en paralelo a los espectáculos, el festival ofrece masterclass para bailarines con coreógrafos profesionales, debates entorno a la técnica y el proceso creativo y productivo del espectáculo con el público interesado y otros profesionales (en un espacio creado para ello que se conoce como Ataya échanges). Y tres días de convivencia entre artistas que dan mucho de sí. Además, a lo largo del año, el Centro Cultural Le Château acoge en residencia a numerosos bailarines y coreógrafos y ofrece formaciones.
Bailar por curiosidad y compromiso social
La presentación de una de estas capacitaciones para profesionalizar a jóvenes amateurs ha resultado uno de los espectáculos más aplaudidos del festival. El coreógrafo holandés Feri De Gues de la Fundación Le Grand Cru lleva trabajando desde febrero con una veintena de jóvenes de Saint Louis el espectáculo Evasión. Solo hay dos bailarines profesionales en el grupo, al resto le mueve el amor por el baile, la curiosidad de aprender, la diversión. “Junto con profesores de Holanda, Benín y Senegal hemos trabajado técnicas de hip-hop, de danza contemporánea y de teatro, para componer conjuntamente una coreografía que trata sobre los derechos humanos", explica De Gues, que se muestra muy satisfecho con el resultado. “Hemos discutido durante horas sobre temas que les preocupaban como jóvenes y en relación con su contexto y el resultado es un torbellino de ideas sobre la complejidad de la poligamia, las migraciones, o el medio ambiente entre otros”, afirma.
Para Ngosse Mbaye, joven madre soltera, la formación ha sido una liberación: “Cuando bailo me siento libre: hay un antes y un después en mí gracias a este curso”, afirma la integrante del grupo amateur Ndar Danse. Aunque en el programa de esta 11ª edición del Festival hay una importante representación femenina, las mujeres bailarinas confesaron por unanimidad tener que confrontar muchos prejuicios sobre su profesión, viéndose asimiladas a “prostitutas y personas sin valores morales por trabajar con su cuerpo”.
El mismo Diagne dedicó dos improvisaciones fuera de la programación en las que reflexiona sobre las violencias contra las mujeres. “Me parece interesante como hombre posicionarme en relación al rol de las mujeres en la sociedad: la fuerza que tienen, lo que soportan, las violencias que sufren y que muchas veces sean consideradas en un segundo plano. Quería invitar a la reflexión sobre esto”, confiesa.
“Lejos de la estructuración de otras disciplinas, la danza contemporánea te da toda la libertad para crear. Y eso nos da la posibilidad de tratar temas que nos cuestionen como sociedad”, profundiza el coreógrafo senegalés Hardo Kâ. En su último trabajo, el que es una de las principales figuras del panorama de la danza senegalesa, reflexiona sobre los límites de las personas. Junto con Coumba Dème, bailarina con una disfuncionalidad en ambas piernas que le impide caminar con normalidad, Kâ propuso el impresionante dúo Zigzag donde la discapacidad física de Deme se diluye ante la incapacidad de las personas de construir una sociedad inclusiva y justa. “Mi discapacidad es mi motivación”, afirma Deme, quien trabaja en una asociación en Dakar para que las personas con minusvalías accedan a una vida normalizada, ofreciendo cursos de refuerzo escolar, clases de competencias profesionales y acompañamiento psicológico. “Las personas con un hándicap no estamos predestinadas a mendigar: podemos ser útiles a la sociedad e incluso podemos bailar”, ríe.
El festival se abre a zonas rurales
Las calles de arena del barrio de Diaminar se inundan de niños que quieren ver a un extraño vendedor de café que hace acrobacias sobre su tenderete sobre ruedas. Sobre un brazo, Junior de la compañía circense de Dakar Sencirk, se eleva haciendo gala de una fuerza y equilibrio capaz de paralizar a taxistas y transeúntes a observar el espectáculo.
Uno de los objetivos que persigue la compañía Diagn’art es el de crear un nuevo público interesado en la danza contemporánea, y para ello durante todo el año se trabaja con una decena de escuelas y público joven en cursos de iniciación. Pero durante el festival la estrategia es entrar directamente en los barrios en su búsqueda. A través de la actividad Cours Parcours (juego de palabras que significa “paseo por los patios” o “de patio a patio”) los vecinos de los barrios periféricos de Saint Louis reciben a los bailarines en escenarios inimaginables interpretando piezas que normalmente apelan a la interacción con el espectador. “Para el festival es importante crear puentes con la población y deslocalizar las actuaciones, hacer que la danza no se quede en algo elitista”, explica Alioune Diagne, originario del mismo barrio.
La organización estima que más de 20.000 personas participan cada año en alguna de las actividades del festival, que se reparten entre el Instituto Francés de Saint Louis, el centro Cultural Le Chateau, el barco Bou El Mogdad (que acoge una suerte de sala de baile libre después de las actuaciones), un barrio en cada edición y este año una nueva localización.
Gracias a una colaboración con la ONG Hahatay, en el comienzo de esta segunda década, el DuoSolo Danse se abre a las zonas rurales, proponiendo en la localidad costera de Ndiebene Gandiol una masterclass de danza jazz para jóvenes con la coreógrafa francesa Sylvie Duschene y el espectáculo Evasión en el Centro Cultural Aminata. “Es la primera vez que veo un aplauso tan largo en una actuación en África -cuenta el coreógrafo De Gues-, ¡casi cinco minutos de ovación!”.
Para un público inhabituado a esta disciplina, la programación propuesta fue un buen acercamiento y tras finalizar la actuación una veintena de jóvenes se desplazó hasta Saint Louis a seguir las actividades propuestas y hasta bailar en la fiesta final de cierre del festival.
'Intercambio de impresiones'
El Festival Duo Solo es una de las más bellas plataformas de danza contemporánea de África. De nuevo, la programación ha ofrecido figuras de renombre como el habitual del festival Hardo Kâ, pero también bailarines y coreógrafos de otros países: Amala Dianor o Fatoumata Bagayoko entre otros. Los diferentes escenarios, diseminados entre el Instituto Francés, el Château y el barrio de Diaminar, han acogido espectáculos de gran factura que han logrado maravillar al público asiduo al festival.
Parte de la seducción del festival Duo Solo son, además de la calidad de los bailarines, los Ataya Échanges que reúnen a los artistas que han actuado el día anterior con el público, con el fin de permitirles intercambiar y ofrecer sus impresiones sobre los espectáculos, en torno a una taza de té, lo que aporta un ambiente de intimidad. Concebidos por el fallecido Charles Camara (figura emblemática de la escena cultural de la ciudad de Saint Louis y cofundador del festival), estos intercambios permiten un crisol de reflexiones y son un espacio de intercambio cultural entre personas de diversos horizontes.
La frase del "dar y recibir" – citando al poeta-presidente senegalés Léopold Sédar Senghor- que sustenta los Ataya Échanges fue institucionalizada desde la 1ª edición del festival y no ha sido solamente alimentada por debates puramente artísticos y/o estéticos, sino que muy a menudo, ha ofrecido ocasión para reflexionar sobre temáticas que conmueven el mundo, hasta el punto de convertirse en un debate de ideas. Todo ello inspirado, evidentemente, en las piezas y coreografías propuestas por los bailarines presentes en cada edición del festival. En la memoria queda la edición de 2016, con la participación de la decana de la danza africana Germaine Acogny que propició un gran debate sobre la causa femenina y la independencia de las mujeres. El mismo tema fue abordado igualmente en diciembre de 2017 con la maliense Fatoumata Bagayoko.
África, la democracia o las cuestiones de la migración han estado en el orden del día de los Ataya Échanges en el curso de las diferentes ediciones. Es así que estas citas se han vuelto imprescindibles en la agenda del festival Duo Solo, y sin duda, las próximas ediciones volverán a ser ricas en programación pero también en intercambios alrededor del ataya.
Assane Dieng (Azo) es escritor y poeta, comunicador y amigo del Duo Solo. Descubrió el festival gracias a su mentor Charles Camara con quien co-animó la emisión radiofónica On parle français (Hablemos francés). Actualmente es responsable de comunicación del Instituto Francés de Saint Louis.
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