Mejor un candidato bueno que otro malo
La primera ronda para seleccionar los altos cargos de la nueva legislatura en la Unión Europea se ha saldado con resultado cero
La frase que titula esta columna es obvia, ¿verdad? Pues no parece que lo sea mucho para algún líder europeo. Por eso la primera ronda para seleccionar los altos cargos de la nueva legislatura en la Unión Europea (UE) se ha saldado con resultado cero. Los gobernantes deberán hacer horas extras esta semana para llegar el domingo a algún acuerdo.
El obstáculo no estriba en que el sudoku sea más difícil que elegir Papa, como esgrime con gracejo el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. Ni que el requisito de contentar a democristianos, socialdemócratas y liberales —pero también verdes— sea impracticable, aunque sí más complejo que cuando bastaban los acuerdos entre el PPE y PSE. Ni que, como aducen los funerarios, el estado natural de la Unión sea el fracaso en decidir.
No. El impedimento en esta ocasión estriba en que Alemania postulaba dos candidatos inadecuados. Y Alemania es mucha Alemania para no conseguir al menos el puesto para uno.
El jefe de los eurodiputados del PPE, Manfred Weber, partía con la ventaja de encabezar el primer grupo político tras las elecciones, pero no cumple una condición clave para ser presidente de la Comisión: experiencia de gestión. Y el gobernador del Bundesbank, el halcón austeritario Jens Weidmann, tampoco para encabezar el BCE: por desleal, al haberse enfrentado al propio BCE —a cuyo Consejo de Gobierno pertenece— ante la justicia. ¡Contra el programa para salvar el euro en 2012 (OMT)! Y ahora, oportunista, aparenta que se arrepiente.
Ninguno de ambos, además, milita en un ala templada. A diferencia del cesante Jean-Claude Juncker, socialcristiano de larga inclinación social. A Weber, por ejemplo, le ha costado mucho marcar distancias con el húngaro Viktor Orbán. Lo que impide o dificulta mucho la obtención de una mayoría pluripartidista, suavemente más a la izquierda que en la pasada legislatura: tanto en el Parlamento como en el Consejo Europeo.
Se juegan cinco puestos (Comisión, Parlamento, Consejo Europeo, BCE, Alto Representante para la Política Exterior). En realidad, quizá sean seis, si acaba incluyéndose al Eurogrupo: depende de las próximas elecciones portuguesas y de la opción personal que al cabo tome su actual presidente, Mário Centeno.
Los equilibrios (ideológicos; Norte/Sur y país grande/pequeño—) no bastan. Nos jugamos la meritocracia. Hay alemanes y hay conservadores, y también alemanes-conservadores con méritos acreditados. Pero no esos dos.
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