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Días de carga, noches de frío y alcohol Los aparapitas son los porteadores tradicionales de los mercados de La Paz, capital de Bolivia. Viven entre la pobreza y el alcoholismo, víctimas de las duras y malas condiciones laborales Dos aparapitas mascan coca en un descanso. La mayor parte de los trabajadores de carga en Bolivia no disponen de una residencia permanente en la ciudad. Muchos llevan una vida itinerante y regresan cada cierto tiempo a sus zonas rurales de origen para proveer de alimentos a su familia y con nuevas semillas para sus cultivos. Según una encuesta reciente de la Secretaría Municipal de Planificación para el Desarrollo de la ciudad de La Paz, a pesar de la proliferación de grandes superficies, el 76% de los paceños aún compran diariamente en sus mercados. Existen hoy 82 mercados de abastos en la ciudad entre los que destacan algunos como La Rodríguez, Lanza o Villa Fátima. Muchos aparapitas proceden de zonas del Altiplano. Según datos del Banco Mundial la población rural de Bolivia ha pasado del 40% en el año 2000 a apenas el 27,7% en 2019, muchos dejan el campo forzados por el empobrecimiento del suelo a causa, fundamentalmente, del cambio climático y el aislamiento y falta de servicios básicos que aún soportan muchas zonas rurales del país. A pesar de que su figura ha sido popularizada por el cine y la literatura, los aparapitas continúan trabajando en la ciudad de La Paz en condiciones laborales muy precarias, el 60% de ellos malvive en condiciones de pobreza o extrema pobreza. Una gran parte de aparapitas duerme en los depósitos de fruta y verdura de los mercados. Mientras que los trabajan junto con los comerciantes de ropa, como este aparapita en la calle Granados, duermen en los mismos ambientes donde se guarda la mercancía. La cuerda y el mantel suelen ser los utensilios laborales característicos de los aparapitas. Aunque algunos utilizan un carrito, la pendiente de las calles y las aglomeraciones de los mercados, además de la imposibilidad de guardarlo en la calle, obligan a muchos de ellos a cargar las mercancías sobre sus espaldas. Una cuerda tiene un coste de aproximadamente 15 euros y una longitud de unos cinco metros. Resistentes y hechas de fibra reforzada, permiten en ocasiones a los aparapitas transportar el equivalente a su propio peso. Aún pueden verse aparapitas de edad avanzada con sus manteles de lana de oveja por la ciudad de La Paz. Hasta principios del siglo XXI, vestían con sacos hechos a base de retales de ropa usada, prensa que les popularizó en algunos conocidos escritos de la literatura boliviana como la novela 'Felipe Delgado'. Desde la unidad de atención a personas en situación de riesgo social del Ayuntamiento de La Paz, señalan que las condiciones de vida de los aparapitas determinan en muchos casos el consumo de alcohol. El frío, la falta de vivienda, las duras condiciones de trabajo y la cultura festiva de los mercados potencian ese consumo. La Unidad de Estadísticas Municipales del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz estima en 1.320 el número de cargadores “de soga” que trabajan actualmente en la ciudad, más del 60% de ellos viven en condiciones de pobreza moderada o extrema. Los aparapitas que acompañan a sus clientes a hacer la compra en los mercados se denominan “corredores”. Cobran unos 25 céntimos de euro por viaje y, un día de suerte, logran hacer unos 50 portes, en cada uno de ellos transporta 50, 60, 70 kilos de peso. El término aparapita es de origen aimara y significa “el que carga”. Los aparapitas suelen desarrollar sus actividades de forma casi exclusiva dentro de los mercados, aunque a veces pueden observarse aparapitas como el de la imagen en otros puntos como la Plaza San Francisco. Transportan cualquier tipo de mercancía aunque en muchos casos se especializan en un solo rubro: frutas y verduras, electrodomésticos, muebles o flores.