Envejecer de éxito
Los nuevos políticos, de casi todos los partidos, están dañando la sanidad pública por acción y por omisión
Con los políticos tocando las maracas en los bailes postelectorales, corremos el riesgo de perder de vista nuestro principal desafío colectivo: España envejece de éxito. Pocos países cuidan tanto la vida de sus ciudadanos como España. Somos los más longevos de Europa, y pronto lo seremos del planeta, superando a los japoneses.
Es un reto mayúsculo: ¿cómo podemos sostener a medio plazo una sanidad que debe atender a más enfermos crónicos (hoy ya 20 millones), que reciben tratamientos más precisos y caros? La factura recae en una pirámide demográfica cada día más invertida. El aumento de la esperanza de vida y la caída de la natalidad han hecho que tengamos 118 mayores de 65 años por cada 100 menores de 16 años, una tasa de envejecimiento que no deja de crecer.
Vivir más años es una bendición. Pero no una casualidad. Más incluso que un milagro económico, en las últimas décadas España ha experimentado un milagro sanitario. No es el sol y la dieta mediterránea. Esos han estado siempre con nosotros, también cuando nos iba fatal. Es el trabajo en la sombra, y la dieta ascética, de unos profesionales de la salud que, comparados con los de otras naciones, están muy formados y trabajan barato.
Además, la compleja red de proveedores de salud que opera en España, un ecosistema más diverso que el de otros países (cuidado, pues, con los que, desde la izquierda o la derecha radicales, quieren “poner orden”), está dirigida por gestores que han aplicado criterios de eficiencia y eficacia propios del sector privado. Y si alguien cree que esto es neoliberal, que compare el extraordinario funcionamiento de nuestros hospitales con, por ejemplo, los juzgados o los centros educativos, que carecen de ese tipo de gestión.
Durante años, los directivos sanitarios han gozado de la confianza de nuestros representantes. La vieja política, con PSOE y PP a la cabeza, impulsó la moderna gestión pública. Pero los nuevos políticos, de casi todos los partidos, están dañando la sanidad pública por acción y por omisión. No hacen lo que deben: afrontar la precaria sostenibilidad del sistema sanitario, ya sea racionalizando el gasto o aumentando los ingresos. Y sí lo que no deben: maniatar a los directivos con regulaciones burocráticas e ideologizar la gestión sanitaria. Frente al envejecimiento, la política más vieja del mundo: irresponsabilidad e intrusismo. @VictorLapuente
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.